el general Joab y el rey David |
A pesar que Absalón se había levantado en
contra del rey para destruirlo, David lamentó y lloró su muerte. Esa es la
reacción natural de un padre que tiene un amor incondicional por su hijo.
(2 Samuel 19:1) Dieron aviso a Joab: He aquí el rey
llora, y hace duelo por Absalón.
Todo el pueblo entendió el dolor y el lamento de
David. Por lo tanto, los aliados de David no celebraron la victoria sobre los
rebeldes.
(2 Samuel 19:2-4) Y se volvió aquel día la victoria
en luto para todo el pueblo; porque oyó decir el pueblo aquel día que el rey
tenía dolor por su hijo. Y entró el pueblo aquel día en la ciudad
escondidamente, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha
huido de la batalla. Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo
mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
Aunque todos comprendían el dolor de David,
eso no restaba a la necesidad de atender los asuntos del reino. La realidad es
que, luego de la rebelión de Absalón, el pueblo de Israel quedó dividido, y
David necesitaba unificarlo. Quien lo hizo reaccionar y entrar en razón fue el
general Joab.
(2 Samuel 19:5-6) Entonces Joab vino al rey en
la casa, y dijo: Hoy has avergonzado el rostro de todos tus siervos, que hoy han
librado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus
mujeres, y la vida de tus concubinas, amando a los que te aborrecen, y
aborreciendo a los que te aman; porque hoy has declarado que nada te importan
tus príncipes y siervos; pues hoy me has hecho ver claramente que si Absalón
viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías
contento.
Las palabras de Joab fueron muy fuertes, pero
también realistas. El rey también tenía que pensar en sus otros hijos, en el
resto de su familia, y en todo Israel. Joab le hizo entrar en razón para que se
diera cuenta de la situación en la que estaba la nación. El reino estaba
dividido, y David debía unificarlo.
(2 Samuel 19:7-8) Levántate pues, ahora, y ve
afuera y habla bondadosamente a tus siervos; porque juro por Jehová que si no
sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto te será peor que
todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta
ahora. Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta, y fue dado aviso
a todo el pueblo, diciendo: He aquí el rey está sentado a la puerta. Y vino
todo el pueblo delante del rey; pero Israel había huido, cada uno a su tienda.
DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL
La Biblia nos hace saber lo que el pueblo
estaba pensando sobre este conflicto civil, que terminó con la muerte de
Absalón:
(2 Samuel 19:9) Y todo el pueblo disputaba en todas
las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano de nuestros
enemigos, y nos ha salvado de mano de los filisteos; y ahora ha huido del país
por miedo de Absalón. Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha
muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, estáis callados respecto de hacer volver
al rey?
El pueblo quedó atrapado en medio del
conflicto entre padre e hijo, pero querían regresar a la normalidad. Aunque
David había huido, ellos querían que su rey regresara.
Curiosamente, había una tribu que no había
pedido el retorno del rey: la tribu de Judá. Tal vez no lo habían hecho porque
la mayoría de ellos había permanecido fieles a David. Sin embargo, David los
instó a que manifestaran su voluntad para no quedar de último.
(2 Samuel 19:11-12) Y el rey David
envió a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, diciendo: Hablad a los ancianos de
Judá, y decidles: ¿Por qué seréis vosotros los postreros en hacer volver el rey
a su casa, cuando la palabra de todo Israel ha venido al rey para hacerle
volver a su casa? Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois.
¿Por qué, pues, seréis vosotros los postreros en hacer volver al rey?
Lo que pudo sorprender a muchos es que David
ofreció a Amasa nombrarlo como general de su ejército, en lugar de Joab.
(2 Samuel 19:13) Asimismo diréis a Amasa: ¿No eres tú
también hueso mío y carne mía? Así me haga Dios, y aun me añada, si no fueres
general del ejército delante de mí para siempre, en lugar de Joab.
Amasa era hijo de su hermana Abigail (como
Joab era hijo de su hermana Sarvia—1 Cro. 2:16-17). Lo controversial es que
Amasa había sido elegido por Absalón como el general de su ejército (2 Sam.
17:25). Tal vez David decidió extender esta oferta a su sobrino para unificar a
los dos bandos que se habían formado en Israel. En cuanto a Joab, tal vez esa
era la forma de castigarlo por haber puesto fin a la vida de su hijo, a pesar
de su directo mandato a no hacerle daño (2 Sam. 16).
La oferta pacificadora de David pareció
funcionar:
(2 Samuel 19:14-15) Así inclinó el
corazón de todos los varones de Judá, como el de un solo hombre, para que
enviasen a decir al rey: Vuelve tú, y todos tus siervos. Volvió, pues, el rey,
y vino hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para recibir al rey y para hacerle
pasar el Jordán.
Más estudios de este libro en: Samuel
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