Rey David y el general Joab |
Joab era una de las personas más
cercanas a David, a lo largo de toda su vida. No sólo eran parientes (1 Cro.
2:13-16; 2 Sam. 2:18), sino que Joab siempre fue la mano derecha de David,
hasta llegar a ser reconocido como el general del ejército de Israel (2 Sam.
8:16). Si alguien conocía bien a David, éste era Joab; y él sabía que el rey
extrañaba a su hijo.
(2 Samuel 14:1) Conociendo
Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón…
Absalón se encontraba exiliado.
Como vimos en el capítulo anterior (2 Sam.13), Absalón mandó a asesinar a Amnón
como venganza por la violación de su hermana Tamar. Luego de eso, Absalón salió
huyendo, y desde entonces no había visto a David, su padre.
El exilio era el mínimo castigo
por haber procurado la muerte de su hermano, y por eso David no podía recibir a
Absalón. Por otro lado, podemos suponer que David también tenía cargo de
conciencia, porque en el pasado también él había procurado la muerte de un
hombre (el esposo de Betsabé).
David estaba en gran conflicto con
respecto a su hijo, y Joab se dispuso a “ayudarlo”. Lastimosamente, para ello
escogió el camino de la manipulación.
(2 Samuel 14:2-3) Envió Joab a
Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar
de duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate
como una mujer que desde mucho tiempo está de duelo por algún muerto; y
entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su
boca.
Es probable que Joab se inspiró en
el ejemplo del profeta Natán (2 Sam. 12:1-14), cuyo mensaje tuvo un gran
impacto en David. El plan de Joab era presentar a través de la mujer de Tecoa
una historia similar a la que estaba viviendo David, y mover así su corazón.
(2 Samuel 14:4-11) Entró,
pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro,
hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey! El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella
respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. Tu
sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los
separase, hirió el uno al otro, y lo mató. Y he aquí toda la familia se ha
levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para
que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos
también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi
marido nombre ni reliquia sobre la tierra. Entonces el rey dijo a la mujer:
Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti. Y la mujer de Tecoa dijo
al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas
el rey y su trono sean sin culpa. Y el rey dijo: Al que hablare contra ti,
tráelo a mí, y no te tocará más. Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que
te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el
daño, y no destruya a mi hijo. Y el respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un
cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.
Cuando la mujer tenía a David en
la posición de misericordia que procuraba, ella dio vuelta al argumento,
apuntando al caso del rey mismo.
(2 Samuel 14:12-17) Y la
mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva hable una palabra a mi señor el
rey. Y él dijo: Habla. Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú
cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque hablando el rey esta palabra,
se hace culpable él mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado. Porque
de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden
volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no
alejar de sí al desterrado. Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey
mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré ahora al
rey; quizá él hará lo que su sierva diga. Pues el rey oirá, para librar a
su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y a mi hijo
juntamente, de la heredad de Dios. Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo
la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como un ángel de
Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.
En ese momento, David supo que la
historia de la mujer era una manipulación, y le preguntó quien estaba detrás de
ello—aunque él ya tenía sus sospechas.
(2 Samuel 14:18-20) Entonces
David respondió y dijo a la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo
que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey. Y el rey dijo:
¿No anda la mano de Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y
dijo: Vive tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a
izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado; porque tu siervo Joab, él
me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras. Para mudar
el aspecto de las cosas Joab tu siervo ha hecho esto; pero mi señor es sabio
conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la
tierra.
Joab estaba presente, y a él se
dirigió David directamente para decirle cuál era su decisión con respecto a
Absalón:
(2 Samuel 14:21) Entonces
el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón. Y
Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que
bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus
ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho.
Aunque el rey David autorizó que
Absalón regresara a Jerusalén, no le dio permiso de presentarse ante el rey.
(2 Samuel 14:23-24) Se
levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén. Mas el
rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa, y
no vio el rostro del rey.
David trató de hacer justicia,
pero la hizo a medias; también mostró misericordia a medias. Las consecuencias
de esto se dejarán ver más adelante.
ABSALÓN
La Biblia hace una pausa en la
narrativa para informarnos ciertos detalles personales y familiares de Absalón.
(2 Samuel 14:25-27) Y no
había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde
la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.
Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le
causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza
doscientos siclos de peso real. Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija
que se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante.
No es muy común que la Biblia se
enfoque en la apariencia física, pero aquí lo hace porque en eso se fija la
gente. El texto dice que Absalón era “alabado” por el pueblo, precisamente por
su bella apariencia. El énfasis en lo externo contrasta con la perspectiva de
Dios, quien se enfoca en el interior de las personas.
(1 Samuel 16:7) Y Jehová
respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura,
porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Más adelante veremos que la
belleza exterior de Absalón contrasta con un corazón que no era puro ni limpio,
sino lleno de resentimiento y venganza.
DOS AÑOS MAS TARDE
La Biblia cuenta que Absalón dejó
de ver a su padre por un período de cinco años (tres años en exilio, y dos años
en Jerusalén pero sin permiso de ver al rey).
(2 Samuel 14:28) Y estuvo
Absalón por espacio de dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del rey.
Cansado de esa situación, Absalón
trató de contactarse con Joab para pedirle que intercediera en su favor ante
David.
(2 Samuel 14:29) Y mandó
Absalón por Joab, para enviarlo al rey, pero él no quiso venir; y envió aun por
segunda vez, y no quiso venir.
Dado que Joab estaba evadiendo a
Absalón, el joven dispuso llamar su atención de tal manera que no pudiera
ignorarlo.
(2 Samuel 14:30-31) Entonces
dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí
cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al
campo. Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón, y le dijo: ¿Por qué
han prendido fuego tus siervos a mi campo?
Ya teniendo la atención de Joab,
le pidió que intercediera en su favor, pues esa no era forma de vivir.
(2 Samuel 14:32) Y Absalón
respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con
el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera
estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme.
Joab accedió hablar con David, y
el rey aceptó finalmente recibir a su hijo.
(2 Samuel 14:33 Vino, pues,
Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey,
e inclinó su rostro a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.
A primera vista, podríamos llegar
a creer que la reconciliación entre Absalón y David marcaría un nuevo inicio
para la familia del rey. Pero, como descubriremos en los próximos capítulos, las
cosas se complicarán aún más, porque la sanidad no fue de fondo…
Valiosa explicación
ResponderEliminargracias por las enseñanzas que se desprenden de estos capitulos
ResponderEliminar