lunes, 15 de octubre de 2018

2 SAMUEL 14. Apelación en favor de Absalón

Rey David y el general Joab


Joab era una de las personas más cercanas a David, a lo largo de toda su vida. No sólo eran parientes (1 Cro. 2:13-16; 2 Sam. 2:18), sino que Joab siempre fue la mano derecha de David, hasta llegar a ser reconocido como el general del ejército de Israel (2 Sam. 8:16). Si alguien conocía bien a David, éste era Joab; y él sabía que el rey extrañaba a su hijo.
(2 Samuel 14:1) Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón…

Absalón se encontraba exiliado. Como vimos en el capítulo anterior (2 Sam.13), Absalón mandó a asesinar a Amnón como venganza por la violación de su hermana Tamar. Luego de eso, Absalón salió huyendo, y desde entonces no había visto a David, su padre.

El exilio era el mínimo castigo por haber procurado la muerte de su hermano, y por eso David no podía recibir a Absalón. Por otro lado, podemos suponer que David también tenía cargo de conciencia, porque en el pasado también él había procurado la muerte de un hombre (el esposo de Betsabé).

David estaba en gran conflicto con respecto a su hijo, y Joab se dispuso a “ayudarlo”. Lastimosamente, para ello escogió el camino de la manipulación.
(2 Samuel 14:2-3) Envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que desde mucho tiempo está de duelo por algún muerto; y entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca.

Es probable que Joab se inspiró en el ejemplo del profeta Natán (2 Sam. 12:1-14), cuyo mensaje tuvo un gran impacto en David. El plan de Joab era presentar a través de la mujer de Tecoa una historia similar a la que estaba viviendo David, y mover así su corazón.
(2 Samuel 14:4-11) Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey! El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató. Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra. Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti. Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa. Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más. Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y el respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.

Cuando la mujer tenía a David en la posición de misericordia que procuraba, ella dio vuelta al argumento, apuntando al caso del rey mismo.
(2 Samuel 14:12-17) Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado. Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado. Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré ahora al rey; quizá él hará lo que su sierva diga. Pues el rey oirá, para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y a mi hijo juntamente, de la heredad de Dios. Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.

En ese momento, David supo que la historia de la mujer era una manipulación, y le preguntó quien estaba detrás de ello—aunque él ya tenía sus sospechas.
(2 Samuel 14:18-20) Entonces David respondió y dijo a la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey. Y el rey dijo: ¿No anda la mano de Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y dijo: Vive tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado; porque tu siervo Joab, él me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras. Para mudar el aspecto de las cosas Joab tu siervo ha hecho esto; pero mi señor es sabio conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra.

Joab estaba presente, y a él se dirigió David directamente para decirle cuál era su decisión con respecto a Absalón:
(2 Samuel 14:21) Entonces el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón. Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho.

Aunque el rey David autorizó que Absalón regresara a Jerusalén, no le dio permiso de presentarse ante el rey.
(2 Samuel 14:23-24) Se levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén. Mas el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa, y no vio el rostro del rey.

David trató de hacer justicia, pero la hizo a medias; también mostró misericordia a medias. Las consecuencias de esto se dejarán ver más adelante.

ABSALÓN
La Biblia hace una pausa en la narrativa para informarnos ciertos detalles personales y familiares de Absalón.
(2 Samuel 14:25-27) Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.
Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real. Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante.

No es muy común que la Biblia se enfoque en la apariencia física, pero aquí lo hace porque en eso se fija la gente. El texto dice que Absalón era “alabado” por el pueblo, precisamente por su bella apariencia. El énfasis en lo externo contrasta con la perspectiva de Dios, quien se enfoca en el interior de las personas.
(1 Samuel 16:7) Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

Más adelante veremos que la belleza exterior de Absalón contrasta con un corazón que no era puro ni limpio, sino lleno de resentimiento y venganza.

DOS AÑOS MAS TARDE
La Biblia cuenta que Absalón dejó de ver a su padre por un período de cinco años (tres años en exilio, y dos años en Jerusalén pero sin permiso de ver al rey).
(2 Samuel 14:28) Y estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del rey.

Cansado de esa situación, Absalón trató de contactarse con Joab para pedirle que intercediera en su favor ante David.
(2 Samuel 14:29) Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al rey, pero él no quiso venir; y envió aun por segunda vez, y no quiso venir.

Dado que Joab estaba evadiendo a Absalón, el joven dispuso llamar su atención de tal manera que no pudiera ignorarlo.
(2 Samuel 14:30-31) Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo. Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón, y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo?

Ya teniendo la atención de Joab, le pidió que intercediera en su favor, pues esa no era forma de vivir.
(2 Samuel 14:32) Y Absalón respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme.

Joab accedió hablar con David, y el rey aceptó finalmente recibir a su hijo.
(2 Samuel 14:33 Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, e inclinó su rostro a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.

A primera vista, podríamos llegar a creer que la reconciliación entre Absalón y David marcaría un nuevo inicio para la familia del rey. Pero, como descubriremos en los próximos capítulos, las cosas se complicarán aún más, porque la sanidad no fue de fondo…


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