sábado, 5 de diciembre de 2015

DEVARIM 30: Retorno a Dios

(Deuteronomio)

El tema central de este capítulo es el retorno a Dios, en hebreo: Teshuvá, que también se traduce como: arrepentimiento.


Dios sabe que Su Pueblo va a fallar, pero eso no quiere decir que todo esté perdido.  Hay 
esperanza porque pueden “regresar”.  Dios no espera que Su Pueblo sea perfecto, pero sí espera que cuando fallen, entonces se arrepientan y regresen al Buen Camino.
(Deu. 30:1-3)  Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy,  tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 

Como vimos en el capítulo 28 (Bendiciones y Maldiciones), la última consecuencia del pecado es el exilio.  Pero aún cuando se llegue a ese colmo, puede haber restauración.  Todo lo que se requiere es arrepentimiento. 
(Deu. 30:4-5)  Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. 

Ezequiel profetizó de esta restauración luego que el pueblo judío fue llevado al exilio en Babilonia. 
(Eze 36:24-28)  Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.  Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.  Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.

El cambio de corazón que Dios le reveló a Ezequiel también está escrito en Devarim…
(Deu. 30:6) Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. 

Cuando volvamos al Señor, Él hará un milagro interno: transformará nuestro corazón para que ya no deseemos pecar más. 

El Señor le reveló a Ezequiel la razón por la cual hará el milagro: no por causa del pueblo (porque no lo merecen, ya que todos han fallado).  Lo hará por amor a Su Nombre…
(Ezequiel 36:22-28)  Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado.  Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. 

El retorno a Dios no es mérito del pueblo mismo, sino de Dios.  El Señor transformará a Su Pueblo, cambiando sus corazones. Ya no harán lo que cada uno quiere, sino que vivirán como Dios manda…
(Deu. 30:8) Y tú volverás,  y oirás la voz de Jehová,  y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. 

El resultado de ese cambio será bendición para todos—y esto servirá de buen testimonio de Dios ante las otras naciones.
(Deu. 30:9) Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. 


NO ES DEMASIADO DIFÍCIL
¿Es difícil guardar los mandamientos o no?  Muchas personas dirán que es difícil…pero la Biblia dice lo contrario…
(Deu. 30:11-14)  Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.  No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?  Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos?  Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. 

La obediencia a la Torá es más fácil de lo que creemos, porque viene del corazón.  Si nuestro corazón ha sido circuncidado, ya se habrá quitado el obstáculo a obedecer.  La obediencia saldrá natural porque viene de adentro para afuera. Y la palabra también estará cerca de la boca, porque como está escrito: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).

El apóstol Juan señala la relación entre amar a Dios y obedecerlo. 
(1 Juan 5:3)  Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

Jesús también expresó que la obediencia es fácil, pero lo expresó usando otra figura: el yugo.  En la tradición judía, el yugo representa la sujeción a la Torá.  Jesús dijo que esto es fácil…
(Mateo 11:29-30)  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Jesús nos invita a que sigamos su ejemplo.  Si somos mansos y humildes como Él, entonces el yugo de la Ley de Dios será fácil y ligero.


ES UNA DECISIÓN
Volviendo a Devarim, veremos que la obediencia es tan fácil como una decisión:
(Deu. 30:15-16)  Mira,  yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. 

La elección es fácil: obedecer para recibir bendición y vida.  La decisión es fácil: ser humilde y obedecer.  Pero, como en toda elección, existe la posibilidad que alguien opte por la opción equivocada.  En ese caso, la Biblia nos advierte que vendrán consecuencias…
(Deu. 30:17-18)  Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. 


LOS TESTIGOS
En la declaración de “la bendición y la maldición”, Dios llama a dos testigos:
(Deu. 30:19-20)  A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros,  que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge,  pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.

Los dos testigos son: los cielos y la Tierra. No sólo son testigos oculares, sino también participantes.  Ellos actuarán como ejecutores del juicio, trayendo bendición a los que obedecen, y maldición a los que se rebelen contra Dios.
(Salmo 50:4)  Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo.


*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)
*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO


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