(Deuteronomio)
El tema central
de este capítulo es el retorno a Dios, en hebreo: Teshuvá, que
también se traduce como: arrepentimiento.
Dios sabe que Su
Pueblo va a fallar, pero eso no quiere decir que todo esté perdido. Hay
esperanza porque pueden “regresar”. Dios no espera que Su Pueblo sea perfecto, pero
sí espera que cuando fallen, entonces se arrepientan y regresen al Buen Camino.
(Deu. 30:1-3)
Sucederá
que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la
maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las
naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová
tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con
toda tu alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia
de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere
esparcido Jehová tu Dios.
Como vimos en el
capítulo 28 (Bendiciones y Maldiciones), la última consecuencia del pecado es
el exilio. Pero aún cuando se llegue a
ese colmo, puede haber restauración.
Todo lo que se requiere es arrepentimiento.
(Deu. 30:4-5) Aun cuando tus desterrados estuvieren en las
partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu
Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que
heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a
tus padres.
Ezequiel profetizó de esta restauración luego
que el pueblo judío fue llevado al exilio en Babilonia.
(Eze 36:24-28)
Y
yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a
vuestro país. Esparciré sobre vosotros
agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos
vuestros ídolos os limpiaré. Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis
preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros
padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.
El cambio de corazón que Dios le reveló a
Ezequiel también está escrito en Devarim…
(Deu. 30:6) Y
circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para
que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que
vivas.
Cuando volvamos
al Señor, Él hará un milagro interno: transformará nuestro corazón para que ya
no deseemos pecar más.
El Señor le
reveló a Ezequiel la razón por la cual hará el milagro: no por causa del pueblo
(porque no lo merecen, ya que todos han fallado). Lo hará por amor a Su Nombre…
(Ezequiel 36:22-28) Por tanto, di a
la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh
casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis
vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado
entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán
las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en
vosotros delante de sus ojos.
El retorno a Dios
no es mérito del pueblo mismo, sino de Dios.
El Señor transformará a Su Pueblo, cambiando sus corazones. Ya no harán
lo que cada uno quiere, sino que vivirán como Dios manda…
(Deu. 30:8) Y tú
volverás, y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que
yo te ordeno hoy.
El resultado de
ese cambio será bendición para todos—y esto servirá de buen testimonio de Dios
ante las otras naciones.
(Deu. 30:9) Y te hará
Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en
el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová
volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus
padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus
mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te
convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
NO ES DEMASIADO DIFÍCIL
¿Es difícil
guardar los mandamientos o no? Muchas
personas dirán que es difícil…pero la Biblia dice lo contrario…
(Deu. 30:11-14) Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy
no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.
No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al
cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas:
¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a
fin de que lo cumplamos? Porque muy
cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.
La obediencia a
la Torá es más fácil de lo que creemos, porque viene del corazón. Si nuestro corazón ha sido circuncidado, ya se
habrá quitado el obstáculo a obedecer.
La obediencia saldrá natural porque viene de adentro para afuera. Y la
palabra también estará cerca de la boca, porque como está escrito: “de la
abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).
El apóstol Juan señala
la relación entre amar a Dios y obedecerlo.
(1 Juan 5:3)
Pues
este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no
son gravosos.
Jesús también
expresó que la obediencia es fácil, pero lo expresó usando otra figura: el
yugo. En la tradición judía, el yugo
representa la sujeción a la Torá. Jesús
dijo que esto es fácil…
(Mateo 11:29-30) Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga.
Jesús nos invita
a que sigamos su ejemplo. Si somos
mansos y humildes como Él, entonces el yugo de la Ley de Dios será fácil y
ligero.
ES UNA DECISIÓN
Volviendo a
Devarim, veremos que la obediencia es tan fácil como una decisión:
(Deu. 30:15-16) Mira, yo he puesto
delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy
que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus
mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado,
y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión
de ella.
La elección es fácil:
obedecer para recibir bendición y vida. La
decisión es fácil: ser humilde y obedecer.
Pero, como en toda elección, existe la posibilidad que alguien opte por
la opción equivocada. En ese caso, la
Biblia nos advierte que vendrán consecuencias…
(Deu. 30:17-18) Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y
te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os
protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la
tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella.
LOS TESTIGOS
(Deu. 30:19-20) A los cielos y a la tierra llamo por testigos
hoy contra vosotros, que os he puesto
delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu
descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él;
porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites
sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les
había de dar.
Los dos testigos
son: los cielos y la Tierra. No sólo son testigos oculares, sino también participantes. Ellos actuarán como ejecutores del juicio,
trayendo bendición a los que obedecen, y maldición a los que se rebelen contra
Dios.
(Salmo 50:4) Convocará a los
cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo.
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