Luego de enterrar a los codiciosos ese día, dejaron ese lugar de muerte, y siguieron avanzando hacia la Tierra Prometida.
(Números 11:35) De Kibrot-hataava partió el pueblo a Hazerot, y se quedó en Hazerot.
PROTESTA DE LOS HERMANOS MOISÉS
En Hazerot, los hermanos de Moisés, María (heb. Miriam) y Aarón, se reunieron para comentar sobre dos asuntos que les preocupaba sobre Moisés:
1. La esposa de Moisés;
2. El liderazgo de Moisés en Israel.
Veamos ahora, punto por punto, estos asuntos que preocupaban a la familia…
1. LA MUJER CUSITA
El primero punto es que los hermanos de Moisés no estaban de acuerdo con la mujer que Moises había tomado por esposa.
(Números 12:1-2) María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.
Sabemos que Moisés tenía una esposa llamada Séfora, pero parece que no era ella a quien se referían. Séfora era hija de Jetro, y ellos eran de Madián, donde Moisés se refugió por 40 años. Hay ciertos detalles en la historia que indican que Séfora no acompañó a Moisés en el proceso de liberación de los israelitas. Luego del incidente en el camino, relacionado a la circuncisión del hijo mayor (Exo. 4:18-26), parece que Séfora regresó a Madián, con su padre. Esto se confirma cuando Jetro encuentra a Moisés al pie del Monte Sinaí (Exo. 18:1-5).
(Éxodo 18:5) Y vino Jetro, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés al desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios.
Esta es la última vez que la Biblia menciona a Séfora, lo cual abre la duda si ella regresó de nuevo a Madián con su padre. No queda claro en el texto. Pero si Séfora abandonó a Moisés, eso pudo abrir la puerta para que buscara a otra mujer.
No sabemos si los hermanos se oponían a que Moisés tuviera otra mujer, o por el hecho de que la mujer que él escogió no era israelita, sino “cusita”, es decir, proveniente de Cus, que hoy es Etiopía, en África, al sur de Egipto. Tal vez ella también era esclava en Egipto, y se unió al pueblo de Israel en su liberación. En realidad, sólo podemos suponer, porque el texto no lo deja claro. Lo curioso es que la Biblia no menciona el nombre de la mujer cusita, ni se vuelve a mencionar más.
Hay un detalle interesante en los primeros versículos, que vale la pena mencionar porque es revelador, y tiene que ver con la identificación de quién fue la persona que criticó. Esto es algo visible en hebreo, pero no siempre en las traducciones. En el primer versículo, el verbo “hablar” está conjugado en singular femenino, lo cual revela que la crítica venía de María. Aunque Aarón no habló, también debemos reconocer que no la detuvo. Pero en el versículo dos, el verbo está conjugado en plural, lo que implica que ambos dijeron lo mismo, y esto es lo que analizaremos a continuación…
2. LIDERAZGO DE MOISÉS
La crítica de los hermanos hacia Moisés no era sólo sobre la elección de su esposa, sino algo aún más delicado: su liderazgo.
(Números 12:2) Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.
María y Aarón eran mayores que Moisés, y seguramente lo miraban como el pequeño de la familia. Este menosprecio de los hijos mayores hacia los menores es un caso que ha repetido en la Biblia, tal como sucedió con José y David. También los hermanos de Moisés lo menospreciaron. Lo que olvidaron es que fue Dios quien lo puso en esa posición de autoridad, y tal vez sin darse cuenta, estaban yendo en contra del orden que Dios había establecido.
Esta crítica no fue pública, sino hecha en la privacidad de la familia. Nadie lo oyó, pero Dios sí, y Él intervino, porque el asunto era delicado, y se necesitaba dejar una advertencia para los que se atrevieran a rebelarse contra la autoridad de Moisés y Aarón (como lo veremos más adelante en Números 16 & 26).
RESPUESTA DE MOISÉS
Algo que la Biblia resalta es que Moisés no defendió su posición, ni peleó con sus hermanos por su crítica. Él estaba en liderazgo porque Dios lo puso allí, y no porque él buscara protagonismo. Esto lo afirma la Palabra de Dios cuando dice:
(Números 12:3) Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.
Existe la posibilidad que Moisés estaba presente cuando María y Aarón lo criticaron. A pesar de eso, Moisés fue humilde y no se defendió. El siguiente versículo nos da a entender que Moisés estaba presente, porque Dios habla a los tres…
REACCION DE DIOS ANTE LA CRITICA
Dios consideró esta crítica a Moisés tan seria, que no dejó que pasara ni siquiera un día sin tratar el asunto. En ese mismo momento, Dios convocó a los tres hermanos al tabernáculo de reunión para juzgar el conflicto:
(Números 12:4-5) Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos.
El primer punto que Dios trató fue el de la crítica a la autoridad de Moisés. Este fue el mensaje que Dios les dio:
(Números 12:6-8) Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?
Por su humildad, Moisés no se defendió, pero Dios si lo hizo. Resaltó la relación especial que Moisés tenía con Dios, mucho más cercana que cualquier otro profeta. Dios le hablaba “cara a cara”, y claramente (no por sueños o profecías que hay que interpretar). No sólo es alguien que habla con Dios todo el tiempo, sino que le obedece. Esto es algo que los hermanos no habían apreciado de su hermano menor.
El castigo por esto fue que Dios se apartó de ellos.
(Números 12:9) Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.
No hay peor castigo para un creyente que Dios se aparte, y eso fue lo que pasó en ese momento. Y con ello vino el castigo del otro punto, que es la crítica sobre la mujer de Moisés.
(Números 12:10) Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.
Debemos notar que la lepra vino sólo sobre María. No obstante, Aarón sintió el golpe, y clamó por misericordia.
(Números 12:11) Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.
Aquí comenzamos a ver el cambio en Aarón, porque habló con humildad a su hermano menor, diciendo “señor mío”. Aarón reaccionó como se debe ante una llamada de atención del Señor: se arrepintió. Él reconoció su pecado, y pidió perdón. Curiosamente, no oímos nada de María. Tal vez ella necesitaba un tiempo para procesar lo que le estaba pasando, y lo que ella había hecho.
LEPRA Y MURMURACIÓN
Podríamos preguntarnos: ¿por qué sólo a María le sobrevino la lepra? Como ya mencionamos, quien habló mal de la mujer cusita fue María, pero Aarón no dijo nada. Esto podría explicar la razón.
La tradición judía cataloga la murmuración como “lengua mala” (heb. Lashon haRa), lo cual se considera como un pecado que causa mucho daño social. Si alguien murmura, puede causar ruptura en las relaciones y división en la comunidad. Ante esto, la lepra bíblica parece ser el castigo por este pecado.
Pero no sólo debe ser visto como “castigo”, sino que también es la solución adecuada para el problema. La Biblia manda que el leproso sea apartado, y eso trae dos consecuencias:
- Si alguien tiene lepra, debe alejarse de la sociedad, y esto ayuda a evitar la propagación del mal—tanto el contagio de la enfermedad como la propagación de la murmuración;
- Por otro lado, el aislamiento también brinda la oportunidad al leproso de meditar sobre lo que ha hecho y arrepentirse.
La instrucción de apartar a los leprosos ya la habíamos estudiado en el capítulo cinco:
(Números 5:2-3) Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso… Echaréis tanto a hombres como a mujeres; los echaréis fuera del campamento para que no contaminen su campamento, donde yo habito en medio de ellos.
Pero es importante saber que esta expulsión no tiene que ser para siempre. Si el leproso es sanado por Dios, la persona podrá regresar a la comunidad, luego de pasar una inspección realizada por los sacerdotes. (Nota: todas las instrucciones sobre la lepra se encuentran en Levítico 13).
INTERCEDEN AARÓN Y MOISÉS
Al ver a su hermana María llena de lepra, Aarón intercedió por ella.
(Números 12:12) No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne.
También Moisés intercedió, y le pidió a Dios que la sanara.
(Números 12:13) Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.
Moisés sabía que Dios la podía sanar de inmediato, porque algo similar le sucedió a él. Cuando Dios lo llamó desde la zarza ardiente, una de las señales que recibió fue que su propia mano se llenó de lepra, pero Dios lo sanó de inmediato (Exodo 4:6-7). Esa era una señal que serviría para autenticar el liderazgo de Moisés ante los israelitas (Éxodo 4:8). Ahora sus propios hermanos debían recibir ese mismo mensaje, confirmando que Moisés era el líder elegido por Dios.
El Señor pudo haber sanado a María en el instante, pero no lo hizo, y el Señor explica por qué:
(Números 12:14) Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la congregación.
La imagen de “escupir en el rostro” es un mensaje muy fuerte, porque eso sólo sucedería en un caso extremo en el que la hija ponga en vergüenza al padre. En cierta forma, eso fue lo que hizo María con el Señor. Dios estaba dispuesto a perdonarla, como un padre lo haría con su hija, pero ella debía pasar un tiempo apartada para darle la oportunidad de arrepentirse. La misericordia de Dios es grande, pero el retorno no aplica sino para los que se han arrepentido, porque nadie puede burlarse de Dios (Éxodo 34:6-7; Gálatas 6:7).
SIETE DÍAS FUERA DEL CAMPAMENTO
El dictamen de Dios fue que María debía salir fuera del campamento por una semana. Siete días es el tiempo en que alguien con lepra debía permanecer fuera del campamento (Num. 5:2-3).
La Biblia cuenta que todo el campamento esperó hasta que María fuera restaurada.
(Números 12:15) Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.
En Deuteronomio se menciona la ley de la lepra, y hace referencia al caso de María. Lo que le pasó fue una lección para todo el pueblo.
(Deuteronomio 24:8-9) En cuanto a la plaga de la lepra, ten cuidado de observar diligentemente y hacer según todo lo que os enseñaren los sacerdotes levitas; según yo les he mandado, así cuidaréis de hacer. Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en el camino, después que salisteis de Egipto.
PUEDEN AVANZAR
Como mencionamos al principio, todo esto ocurrió en Hazerot. Pero cuando se resolvió este problema, el pueblo pudo seguir avanzando.
(Números 12:16) Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán.
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