lunes, 29 de octubre de 2018

2 SAMUEL 16. Partida de David y Llegada de Absalón


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En el camino de salida de Jerusalén, el rey David tuvo otros dos encuentros:

ENCUENTRO CON SIBA
El primer encuentro fue amigable. Siba, el siervo de Mefi-boset, le llevó a David alimentos.
(2 Samuel 16:1-2) Cuando David pasó un poco más allá de la cumbre del monte, he aquí Siba el criado de Mefi-boset, que salía a recibirle con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos doscientos panes, cien racimos de pasas, cien panes de higos secos, y un cuero de vino. Y dijo el rey a Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió: Los asnos son para que monte la familia del rey, los panes y las pasas para que coman los criados, y el vino para que beban los que se cansen en el desierto.

A David le pareció extraño no ver a Mefi-boset con Siba, y preguntó por él:
(2 Samuel 16:3) Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y Siba respondió al rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.

Según el reporte de Siba, Mefi-boset había traicionado a David; pero unos capítulos más tarde, la Biblia nos informa que Siba había mentido para hacer quedar mal a su amo ante el rey (2 Samuel 19:24-30). Lamentablemente, David le creyó y dijo lo siguiente:
(2 Samuel 16:4) Entonces el rey dijo a Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mefi-boset. Y respondió Siba inclinándose: Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.



ENCUENTRO CON SIMEI
El siguiente encuentro en el camino fue con un pariente de Saúl, quien tenía mal ánimo hacia David por haberse quedado con el trono.
(2 Samuel 16:5-8) Y vino el rey David hasta Bahurim; y he aquí salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera; y salía maldiciendo, y arrojando piedras contra David, y contra todos los siervos del rey David; y todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su derecha y a su izquierda. Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso! Jehová te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario.

Era evidente que este pariente de Saúl estaba resentido en contra de David por haberse quedado con el trono, luego de la caída de la Casa de Saúl. Lastimosamente, Simei no tomó en cuenta que fue Dios quien levantó a David como rey, no los hombres.

El primero en reaccionar a los insultos fue Abisai, hermano de Joab.
(2 Samuel 16:9) Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza.

Sin duda alguna, Simei estaba actuando mal al insultar de esa manera al rey. Pero también Abisai estaba reaccionando desmedidamente, y David se lo hizo saber. (Nota: desde que Joab y Abisai asesinaron a Abner, general de Saúl, David no tomó su consejo porque los hermanos eran demasiado violentos—2 Sam. 3:31-39).
(2 Samuel 16:10-11) Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así? Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho. Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.

David reaccionó con mucha humildad. No tomó los insultos en una forma personal, sino vio a Simei como el instrumento de Dios para disciplinarlo. David se enfocó en Dios, considerando que la rebelión de Absalón era la consecuencia de sus malas decisiones.
(2 Samuel 16:13) Y mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y esparciendo polvo. Y el rey y todo el pueblo que con él estaba, llegaron fatigados, y descansaron allí.

Jesús vivió esta misma humildad, marcando el ejemplo de vida que debemos seguir.
(1 Pedro 2:23) …quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.

La reacción humana es devolver el mal, pero la Biblia nos enseña que debemos dejar la venganza en manos de Dios, quien juzga justamente (Deu. 32:35; Romanos 12:19; Hebreos 10:30). En esa misma línea, Jesús enseñó en el Sermón del Monte a bendecir a los que nos maldicen.
(Mateo 5:44) Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.

La humildad de David tendrá un buen fruto. Como veremos unos capítulos más adelante (2 Sam. 19:16-23), pronto habrá un cambio de actitud en Simei.

RECEPCIÓN DE ABSALÓN
Mientras que David se alejaba de Jerusalén, Absalón llegó a la ciudad sin resistencia. Así lo quiso David, para evitar una guerra civil y el innecesario derramamiento de sangre.
(2 Samuel 16:15) Y Absalón y toda la gente suya, los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, y con él Ahitofel.

Husai salió a darle la bienvenida a Absalón.
(2 Samuel 16:16) Aconteció luego, que cuando Husai arquita, amigo de David, vino al encuentro de Absalón, dijo Husai: ¡Viva el rey, viva el rey!

Absalón sabía que Husai era amigo de David, y por eso lo cuestionó. 
(2 Samuel 16:17) Y Absalón dijo a Husai: ¿Es este tu agradecimiento para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?

En realidad, Husai seguía siendo fiel a su amigo David, pero pretendió estar del lado de Absalón con el propósito de servir como una influencia positiva, tal como se lo había pedido David (2 Sam. 15:32-35).
(2 Samuel 16:18-19) Y Husai respondió a Absalón: No, sino que de aquel que eligiere Jehová y este pueblo y todos los varones de Israel, de aquél seré yo, y con él me quedaré. ¿Y a quién había yo de servir? ¿No es a su hijo? Como he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.

CONSEJO DE AHITOFEL
Husai va a tratar de influir sobre Absalón, pero quien realmente tenía el oído del príncipe era Ahitofel. Pero el consejo que él le dio evidentemente estaba manchado por el resentimiento que aún llevaba en su corazón por lo que David hizo con Betsabé.
(2 Samuel 16:20-22) Entonces dijo Absalón a Ahitofel: Dad vuestro consejo sobre lo que debemos hacer. Y Ahitofel dijo a Absalón: Llégate a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre, y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo. Entonces pusieron para Absalón una tienda sobre el terrado, y se llegó Absalón a las concubinas de su padre, ante los ojos de todo Israel.

Con esta acción se cumplió la profecía que Natán dio a David luego del pecado con Betsabé (2 Samuel 12:11-2).

Hasta ese momento, Ahitofel había sido un hombre muy sabio. Cuando él hablaba, sus palabras eran consideradas como si vinieran de Dios.
(2 Samuel 16:23) Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón.

Pero se hizo evidente que el entendimiento de Ahitofel se entenebreció a causa del odio (Rom. 1:21-22). En Hebreos explica lo que sucede cuando alguien deja que la amargura se enraíce:
(Hebreos 12:15) Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.

Tanto el resentimiento de Absalón como el de Ahitofel causó un mal fruto en sus vidas. La venganza no trajo justicia, sino que multiplicó el mal.


Más estudios de este libro en: 
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