AMISTAD CON EL REY DE TIRO
(Referencia:
1 Crónicas 14:1-2)
Parte
de la gracia que David recibió durante este tiempo fue con una nación vecina.
El rey de Tiro estableció relaciones diplomáticas con David. Como señal de buena
voluntad, el rey de Tiro le envió a David madera y trabajadores para la
construcción de su casa en Jerusalén. Esta fue solamente la semilla inicial,
pues posteriormente este mismo rey de Tiro será quien volverá a proveer
materiales para la construcción del Templo en Jerusalén, en tiempos de Salomón
(1 Reyes 5).
(2
Samuel 5:11) También Hiram rey de
Tiro envió embajadores a David, y madera de cedro, y carpinteros, y canteros
para los muros, los cuales edificaron la casa de David.
Tanto
la gracia para conquistar Jerusalén como la provisión milagrosa para la
construcción de su palacio sirvieron de señal a David para entender que su
reino estaba siendo confirmado y afirmado.
(2
Samuel 5:12) Y entendió David que Jehová le había
confirmado por rey sobre Israel, y que había engrandecido su reino por amor de
su pueblo Israel.
La
gracia de Dios fluye cuando estamos haciendo la voluntad de Dios. Toda la
gracia que David estaba recibiendo era por ello. La bendición no era sólo por
David, sino porque Dios ama a su pueblo Israel.
DERROTA DE LOS FILISTEOS
(Referencia:
1 Crónicas 14:8-17)
Otra
forma en que la gracia de Dios se manifestó en favor de David fue en la derrota
del principal enemigo de Israel en ese tiempo: los filisteos. Tan pronto David
fue reconocido como rey sobre todo Israel, los filisteos se levantaron en
guerra contra él.
(2
Samuel 5:17) Oyendo los filisteos
que David había sido ungido por rey sobre Israel, subieron todos los filisteos
para buscar a David; y cuando David lo oyó, descendió a la fortaleza.
Para
ese entonces, David ya vivía en Jerusalén, y allí se refugió. Mientras tanto,
los filisteos invadieron un valle vecino a Jerusalén, conocido como Emek
Refaim.
(2
Samuel 5:18) Y vinieron los
filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim.
Actuando
en sabiduría, David consultó a Dios lo que debía hacer.
(2
Samuel 5:19) Entonces consultó David a
Jehová, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y
Jehová respondió a David: Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en
tu mano.
Teniendo
la dirección de Dios, David obtuvo la victoria.
(2
Samuel 5:20-21) Y vino David a
Baal-perazim, y allí los venció David, y dijo: Quebrantó Jehová a mis enemigos
delante de mí, como corriente impetuosa. Por esto llamó el nombre de aquel
lugar Baal-perazim. Y dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los
quemaron.
“Perazim”
puede traducirse en español como: “rompimiento”. David logró un rompimiento
militar, ya que luego de tantas derrotas en manos de los filisteos durante el
tiempo de Saúl, ahora Dios dio la victoria a Israel en manos de David. También
hubo un rompimiento espiritual, porque cuando huyeron los filisteos, ellos no
lograron llevarse sus ídolos paganos, y David aprovechó para destruirlos.
Aún
así, los filisteos no se dieron por vencidos, y volvieron a atacar.
(2
Samuel 5:22) Y los filisteos volvieron a
venir, y se extendieron en el valle de Refaim.
De
nuevo, David consultó a Dios, y le dio otra estrategia para una nueva victoria.
(2
Samuel 5:23-25) Y consultando
David a Jehová, él le respondió: No subas, sino rodéalos, y vendrás a ellos
enfrente de las balsameras. Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas
de las balsameras, entonces te moverás; porque Jehová saldrá delante de ti a
herir el campamento de los filisteos. Y David lo hizo así, como Jehová se lo
había mandado; e hirió a los filisteos desde Geba hasta llegar a Gezer.
Esta
victoria hizo retroceder a los filisteos hasta su territorio en la costa,
dejando las tierras israelitas.
DAVID TIENE MAS HIJOS
(Referencias:
1 Crónicas 3:5-9; 1 Crónicas 14:3-7)
Dos
capítulos atrás vimos la lista de hijos que David tuvo en su tiempo en Hebrón
(2 Sam. 3:2-5), y en capítulo leemos la lista de hijos que nacieron en
Jerusalén, ya que allí tomó más mujeres y concubinas.
(2
Samuel 5:13-16) Y tomó David más
concubinas y mujeres de Jerusalén, después que vino de Hebrón, y le nacieron
más hijos e hijas. Estos son los nombres de los que le nacieron en
Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Nefeg,
Jafía, Elisama, Eliada y Elifelet.
La
gran cantidad de mujeres y concubinas hace evidente que David tenía falta de
control en esta área de su vida, lo cual le traerá problemas serios más
adelante. Los problemas no sólo serán con las mujeres, sino también con los
hijos.
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