En la entrada
anterior, terminamos el estudio de 1 Samuel, comenzamos ahora el estudio
de 2 Samuel, que es la continuación de la narrativa. Aunque las Biblias
modernas separan los dos libros, en realidad es uno solo, como estaba
originalmente en el texto hebreo.
En el capítulo
anterior leímos sobre la muerte de Saúl y Jonatán, y en este capítulo veremos
cuál será la reacción de David al enterarse…
REACCIÓN DE
DAVID
David regresó a
Siclag luego de haber rescatado a sus familiares que habían sido raptados por
los amalecitas. Y al tercer día de haber regresado, llegó alguien con noticias
de la guerra (entre filisteos e israelitas).
(2 Samuel 1:1-2) Aconteció
después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas,
estuvo dos días en Siclag. Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento
de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se
postró en tierra e hizo reverencia.
Amalecita reporta sobre la muerte de Saúl |
El visitante no
llegó a Siclag por casualidad, sino a propósito, con el fin de hablar con
David. Él llevaba sus vestidos rotos y tierra sobre su cabeza, que son señales
de luto.
Cuando David se
enteró que el visitante venía del campo de guerra (2 Sam. 1:3), le preguntó por
noticias de lo que había sucedido.
(2 Samuel 1:4-5) David le
dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo
huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también
Saúl y Jonatán su hijo murieron. Dijo David a aquel joven que le daba las
nuevas: ¿Cómo sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo?
Habiendo ya leído
el reporte bíblico de los últimos momentos de Saúl (1 Samuel 31), notaremos que
hay discrepancias con la descripción del joven:
(2 Samuel 1:6-10) El joven
que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé
a Saúl que se apoyaba sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a
caballo. Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme
aquí. Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy
amalecita. El me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me
mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en
mí. Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía
vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la
argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor.
Las aparentes
contradicciones de las dos narrativas (1 Sam. 31 y 2 Sam. 1) se pueden explicar
de dos maneras:
1. El amalecita mintió,
pretendiendo haber matado a Saúl para obtener una recompensa de David, pues
todos sabían del conflicto entre él y Saúl.
2. Saúl intentó
suicidarse, pero sólo logró darse una herida mortal. Estando moribundo, pidió
al amalecita que acabara con su sufrimiento antes que lo hicieran los
filisteos. Si éste fue el caso, hay una gran lección, pues Saúl habría perdido
su reino y su vida a causa de los amalecitas, a quienes él debía eliminar—pero
no lo hizo (1 Sam. 15).
De cualquier
manera, David actuó en justicia mandando a matar al amalecita, ya sea porque él
se condenó con su propio testimonio falso o por haber matado al ungido de Dios.
(2 Samuel 1:13-16) Y David
dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él
respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. Y le dijo David: ¿Cómo no
tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? Entonces llamó
a David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y
murió. Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca
atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová.
LAMENTO POR
SAÚL Y JONATÁN
David tenía en
alta estima al rey Saúl, pero sobre todo amaba a su hijo Jonatán, quien fue su
mejor amigo. Por lo tanto, la noticia de su muerte le golpeó fuerte. De todo
corazón, David lamentó la muerte de Saúl y Jonatán como si se tratara de su
propio padre y hermano.
(2 Samuel 1:11-12) Entonces
David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que
estaban con él. Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y
por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque
habían caído a filo de espada.
Luego de año y
medio de no cantar (mientras estuvo en Siclag), David compuso un canto en honor
de Saúl y Jonatán.
(2 Samuel 1:17-18) Y endechó
David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha, y dijo que debía enseñarse a
los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser.
Este canto fue
incorporado al “Libro de Jaser” (o Libro del Justo), el cual no es un
libro bíblico sino una recopilación de escritos poéticos que describen
acontecimientos importantes en la historia de Israel, recopilados en la época
de David y Salomón.
[Nota: no se debe confundir éste con otro “falso libro
de Jaser” que pretende ser una versión alterna de Génesis]
Esta es la letra
del canto que David compuso en honor de Saúl y Jonatán (2 Sam. 1:19-27):
¡Ha perecido la gloria de Israel
sobre tus alturas!
¡Cómo han caído los valientes!
No lo anunciéis en Gat,
Ni deis las nuevas en las plazas de
Ascalón;
Para que no se alegren las hijas de los filisteos,
Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
Para que no se alegren las hijas de los filisteos,
Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
Montes de Gilboa, Ni rocío ni lluvia
caiga sobre vosotros,
ni seáis tierras de ofrendas;
Porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
Porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
Sin sangre de los muertos, sin
grosura de los valientes,
El arco de Jonatán no volvía atrás,
Ni la espada de Saúl volvió vacía.
El arco de Jonatán no volvía atrás,
Ni la espada de Saúl volvió vacía.
Saúl y Jonatán, amados y queridos;
Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados;
Más ligeros eran que águilas,
Más fuertes que leones.
Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados;
Más ligeros eran que águilas,
Más fuertes que leones.
Hijas de Israel, llorad por Saúl,
Quien os vestía de escarlata con deleites,
Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
Quien os vestía de escarlata con deleites,
Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
¡Cómo han caído los valientes en
medio de la batalla!
¡Jonatán, muerto en tus alturas!
¡Jonatán, muerto en tus alturas!
Angustia tengo por ti, hermano mío
Jonatán,
Que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor
Que el amor de las mujeres.
Que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor
Que el amor de las mujeres.
¡Cómo han caído los valientes,
Han perecido las armas de guerra!
Han perecido las armas de guerra!
En este canto de
endecha, David lamenta la pérdida de Saúl y Jonatán—no solo en un sentido
personal, sino también nacional. En tres ocasiones, David escribe: “¡Cómo
han caído los valientes!” (2 Sam. 1:19,25,27). Saúl y Jonatán fueron
valientes guerreros que ganaron muchas batallas para el Señor. David recuerda
los buenos tiempos de victoria; pero también lamenta que hayan caído, pues eso
trajo consecuencias a todo el pueblo de Israel. Al final, David lamenta la pérdida
de su mejor amigo, con quien tuvo una conexión de alma y espíritu.
El Eterno te bendiga
ResponderEliminarExcelente estudio bien aplicado Dios les siga llenando se sabiduría
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