DOEG EN NOB
Como mencionamos anteriormente, David fue a la
ciudad sacerdotal de Nob por considerarlo un lugar seguro y apartado, al cual
el rey no solía frecuentar. Pero estando allí se dio cuenta que allí estaba
otra visita que podría delatarlo ante Saúl.
(1 Samuel 21:7) Y estaba allí aquel día detenido
delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el
principal de los pastores de Saúl.
No se menciona la razón por la que Doeg estaba
detenido allí, pero lo más probable es que la razón de su detención era de
orden religioso. Doeg era edomita (descendiente de Esaú), pero era uno de los
principales siervos de Saúl, teniendo a su cargo el cuidado del ganado del rey.
Al verlo, David supo que corría el riesgo de que informara a Saúl que él había
estado allí.
Ante esto, David pudo advertirle a Ahimelec
sobre la verdadera razón que lo llevó a Nob—no por una misión secreta, sino
porque estaba huyendo del rey. Pero David no le dijo nada al sacerdote; más
bien, siguió mintiéndole para protegerse a sí mismo, pero poniendo en riesgo a
toda la comunidad de Nob, como lo veremos en el capítulo siguiente (1 Sam. 22).
ESPADA DE GOLIAT
Antes de marcharse de Nob, David hizo una
última petición:
(1 Samuel 21:8) Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes
aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas,
por cuanto la orden del rey era apremiante.
David vuelve a mentir, encubriendo la
verdadera razón por la que no tenía armas. En este momento, instintivamente él se
dejó llevar más por su miedo que por su fe en Dios. David trató de tomar
control de la situación con sus propias fuerzas, y va a aprender que lejos de
arreglar las cosas, el hombre puede complicarlas. No podemos culpar a David por
reaccionar así, porque la mayoría haríamos lo mismo; pero vale la pena
mencionarlo porque todos tenemos mucho que aprender acerca de poner la
confianza en Dios en lugar de nuestra propia fuerza.
El sacerdote Ahimelec le ofreció a David la
única arma que había en todo Nob, que estaba allí como un testimonio y no como
un arma de defensa.
(1 Samuel 21:9) Y el sacerdote respondió: La espada
de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí
envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no
hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.
En forma subliminal, Dios le estaba hablando a
David en Nob: (1) Pidió alimento, y sólo encontró “el Pan de la Presencia”,
como si Dios le estuviera diciendo que buscara Su Presencia; (2) Pidió un arma
para defenderse, y se le dio la espada de Goliat, como si Dios le estuviera recordando
que la victoria viene del Señor, y no de las armas humanas.
DAVID EN GAT
El miedo de ser atrapado por Saúl llevó a David
en dirección contraria. Pero el miedo es mal consejero, y puede llevarnos a
perder la razón y el sentido común. Por huir del enemigo más reciente, David
terminó corriendo hacia las garras de un enemigo antiguo.
(1 Samuel 21:10) Y levantándose David aquel
día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat.
Recordemos que Gat era la ciudad natal de
Goliat, el gigante al que venció por el cual los filisteos perdieron la batalla
contra Israel. Podemos imaginarnos que los habitantes de Gat no se olvidarían
del pastorcito que los venció, y seguramente le guardaban rencor.
(1 Samuel 21:11) Y los siervos de Aquis le
dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban
en las danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles?
David corrió a “refugiarse” entre los enemigos
de Saúl, pero no se puso a pensar que él también era enemigo de ellos, y aún
peor. Cuando se dio cuenta de ello, ya era muy tarde, pues no podría salir
desapercibido.
(1 Samuel 21:12) Y David puso en su corazón
estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat.
David en Gat |
Los guardas de Gat atraparon a David, y lo
llevaron ante el rey Aquis. Allí se le ocurrió otra treta que logró salvarlo de puro milagro.
(1 Samuel 21:13-15) Y cambió su manera de
comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en
las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba. Y dijo
Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo
habéis traído a mí? ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste
que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?
Por la gracia de Dios, David se
salvó ese día. Sin embargo, a través de esa experiencia él aprendió una gran
lección, la cual dejó plasmada en un salmo que habla de refugiarse en el Señor
y no en la astucia propia.
(Salmo 34:6-8) Este pobre
clamó, y el SEÑOR le oyó, y lo salvó de todas sus angustias. El ángel del
SEÑOR acampa alrededor de los que le temen, y los rescata. Probad y ved
que el SEÑOR es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia!
(Salmo 34:11-15) Venid, hijos,
escuchadme; os enseñaré el temor del SEÑOR. ¿Quién es el hombre que desea
vida y quiere muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y
tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien, busca la paz
y síguela. Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos
a su clamor.
Más adelante en la historia
veremos que David tendrá otro encuentro con el rey Aquis de Gat, pero en
circunstancias muy diferentes (1 Samuel 27 & 29).
[Salmo 34: Salmo de David cuando se
fingió loco delante de Abimelec, quien lo echó, y él se fue; Salmo 56: Salmo de
David, cuando los filisteos le prendieron en Gat]
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