8°
PLAGA: Langostas
(Exo. 10:1-20)
Dado
que el Faraón no dejó ir a los israelitas, el Señor le advierte a Moisés sobre
la próxima plaga. Pero en esta ocasión revela que el mensaje no es sólo para
los egipcios sino también para los israelitas…
(Éxodo
10:1-2) Jehová dijo
a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y
el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, y para
que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis
señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.
Después
de 400 años de esclavitud, muchos israelitas habían perdido su fe, y aún habían
adoptado las costumbres de Egipto. Por eso, también el pueblo de Israel
necesitaba conocer a Jehová, el Dios de sus padres y Dios verdadero.
Sabiendo
cuál era el mensaje de la plaga, Moisés y Aarón se presentaron ante el Faraón
para advertirle de nuevo que si no los dejaba ir vendría otra plaga…
(Éxodo
10:3-6) Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le
dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás
humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si aún
rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la
langosta, la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la
tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá
asimismo todo árbol que os fructifica en el campo. Y llenará tus casas, y las
casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca
vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta
hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón.
Ante
las experiencias de las plagas anteriores, muchos egipcios ya habían aprendido
la lección; por lo tanto, al oír la advertencia, los siervos del Faraón le
sugirieron ceder.
(Éxodo
10:7) Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta
cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para
que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya
destruido?
Realmente
era un consejo sabio, y el Faraón lo sabía. Sin embargo, no estaba dispuesto a ceder
por completo. El rey mostró su voluntad de dejarlos ir, pero con una condición…
(Éxodo
10:8-11) Y Moisés y
Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a
Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? Moisés respondió: Hemos de
ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras
hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra
fiesta solemne para Jehová. Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo
os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está
delante de vuestro rostro! No será así; id ahora vosotros los varones, y servid
a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia
de Faraón.
El Faraón cedió a que los hombres fueran, pero no las mujeres ni los
niños. El rey quería que los israelitas tuvieran una razón por la cual regresar
a Egipto. Pero ése no era el plan de Dios, por lo tanto se desató la octava
plaga.
(Éxodo 10:12-17) Entonces Jehová
dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la
langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el
granizo dejó. Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová
trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y
al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. Y subió la langosta
sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan
gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; y cubrió la faz de
todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y
todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde
en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.
La
plaga de langostas consumió toda la vegetación y la producción agrícola de ese
momento, lo que no había sido destruido por el granizo. La consecuencia de eso
sería escasez de alimentos y hambruna.
Faraón
se dio cuenta del error de no haber cedido ante el Dios de Israel, y lo
admitió…
(Éxodo
10:16-17) Entonces
Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová
vuestro Dios, y contra vosotros. Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado
solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos
esta plaga mortal.
Ante
esta muestra de arrepentimiento, la plaga fue quitada.
(Éxodo 10:18-20) Y salió Moisés
de delante de Faraón, y oró a Jehová. Entonces Jehová trajo un fortísimo viento
occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta
quedó en todo el país de Egipto.
Sin
embargo, el arrepentimiento del faraón no era completo, ni había llegado aún al
punto necesario (10:20). Al verse aliviado, volvió a la necedad de su corazón.
(Éxodo
10:20) Pero Jehová
endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.
Recordemos que la palabra que se traduce acá como “endureció” en hebreo
es: Jazak, que literalmente significa: fortalecer. Dios
fortaleció lo que ya había en el corazón del Faraón.
9°
PLAGA: Tinieblas
(Exo. 10:21-29)
Para
la penúltima plaga no le fue dada advertencia al Faraón ni a los egipcios. Dios
sólo instruyó a Moisés sobre lo que tenía que hacer…
(Éxodo
10:21-23) Jehová dijo
a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la
tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe. Y extendió Moisés su mano
hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por
tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres
días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
Esta
plaga tocó a una de las principales deidades de los egipcios: Ra, el
dios sol. Éste era considerado el rey de los dioses en el panteón de los
egipcios, y como tal era el patrón del Faraón. Según la mitología egipcia, el
dios Ra moría cada día al caer el sol. Durante toda la noche lucha contra Apep,
dios de las tinieblas. Al final, Ra vencía y resucitaba, trayendo consigo el
amanecer sobre Egipto. Apep era un dios caótico e impredecible, por lo que
todos los egipcios lo temían. Ante estas creencias, podemos imaginar el pavor
que provocó en los egipcios la plaga de las tinieblas, y el Faraón no fue la
excepción; por eso el rey de Egipto estuvo dispuesto a ceder ante Israel…pero
todavía se atrevió a poner “una condición”…
(Éxodo
10:24) Entonces
Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden
vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con
vosotros.
El
Faraón todavía quería dejar un ancla a los israelitas para que regresaran a
servirle en Egipto. Pero el Dios de Israel quería que le sirvieran a él, y ya
no más al Faraón. Por supuesto, Moisés no aceptó la condición del rey.
(Éxodo
10:25-29) Y Moisés
respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos
para Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no
quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová
nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos
allá.
De
nuevo Dios endureció el corazón del rey.
(Éxodo
10:27-29) Pero Jehová
endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. Y le dijo Faraón:
Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que
vieres mi rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu
rostro.
Sólo
faltaba una lección más antes de ser liberado el pueblo de Israel, la cual
estudiaremos en los próximos capítulos…
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