A partir del momento en que se afirmó el rechazo de los religiosos hacia Jesús, el Señor comenzó a usar más el tipo de enseñanza por parábolas.
Jesús enseña con parábolas |
“Parábola” es una narración alegórica que busca
una verdad usando imágenes que son familiares a la audiencia. En hebreo es: “Mashal”, que
también se puede traducir como: proverbio (plural en hebreo: Mishlei).
Las parábolas son historias que tienen una enseñanza. Esta forma de enseñar usando
alegorías era muy común en el tiempo de Jesús.
A partir de este momento, Jesús comenzó a usar
más parábolas, como se hará evidente en este capítulo. Los discípulos lo
notaron…
(Mateo 13:10) Entonces, acercándose los
discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
Jesús les explicó la razón:
(Mateo 13:11-13) El respondiendo, les dijo: Porque a
vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no
les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al
que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
Jesús hizo referencia a una profecía de Isaías (Isa.
6:9-10) que hace referencia a la sordera y ceguera espiritual que viene como
consecuencia de un corazón duro…
(Mateo 13:14-15) De manera que se cumple en ellos la
profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo
veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y
con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con
los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y
yo los sane.
Uno de los propósitos principales de las
parábolas es explicar con ejemplos concretos verdades abstractas. Supuestamente
las parábolas de Jesús debían ayudar al oyente. Pero Jesús explica que la falta
de entendimiento no viene por la dificultad intelectual sino por la dureza del
corazón. La falta de entendimiento (ceguera y sordera espiritual) proviene de
un corazón duro, que no es moldeable sino rebelde (Eze. 2:3-7). El profeta lo llama: “un corazón engrosado”, es
decir, lleno de carnalidad. No se somete a Dios para hacer la voluntad divina,
sino que se empecina en seguir sus propios deseos y pensamientos.
Contrario a los de corazón duro, están los
humildes de corazón, cuyos ojos son abiertos por estar dispuestos a oír y
hacer: “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:9). Recordemos que en hebreo la palabra para oir
es: Shema, que implica oír + hacer. Aquellos de corazón suave
escuchan las palabras de Dios, y las hacer; es decir, tienen oídos para OIR
(heb. Shema).
Jesús bendijo a sus discípulos porque ellos
eran de aquellos que oyen y hacen:
(Mateo 13:16-17) Pero bienaventurados vuestros ojos,
porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y
no lo oyeron.
En el Evangelio de Mateo queda claro que Jesús
usa sus parábolas para explicar a sus seguidores la forma en que opera el Reino
de Dios.
Vayamos ahora a leer las parábolas que dijo
Jesús en esa ocasión. En ese día, Jesús
se dirigió a las orillas del Lago de Galilea. Para que lo pudiera oír la multitud que le
seguía, él se subió a una barca en la orilla, y la usó como tarima.
(Mateo 13:1-2) Aquel día salió Jesús de la casa y
se sentó junto al mar. Y se le juntó
mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la
playa
PARABOLA DEL SEMBRADOR
La primera parábola que compartió a la
audiencia fue la historia del Sembrador…
(Mateo 13:3-8) Y les habló muchas cosas por
parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras
sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la
comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó
pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y
porque no tenía raíz, se secó. Y parte
cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en
buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por
uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
Los discípulos de Jesús no entendieron a qué se
refería con esa parábola, y le preguntaron en lo privado sobre su significado,
ante lo cual el Señor les explicó:
(Mateo 13:18-23) Oíd, pues, vosotros la parábola del
sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el
malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado
junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la
palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es
de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la
palabra, luego tropieza. El que fue
sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este
siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas
el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra,
y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
Nótese que la semilla es la misma en todos los
casos, y representa la Palabra de Dios. Lo que cambia es el lugar donde ésta
cae, y eso hace la diferencia.
Hagamos ahora un resumen de los diferentes
lugares, y lo que representan:
En el camino: La persona que no
entiende la Palabra de Dios
Entre las piedras: la persona que recibe con gozo la Palabra, pero no echa raíz, y al
poco tiempo se la olvida ante la aflicción o persecución
Entre los espinos: la persona que oye, pero no la lleva a la práctica pues se distrae
con los afanes de la vida o el amor al dinero
En buena tierra: la persona que oye la Palabra y la pone en obra. Está da mucho
fruto.
La lección de esta parábola la podemos conectar
con lo que escribió Santiago:
(Santiago 2:26) Porque así como el cuerpo sin el
espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta.
Una persona demuestra que asimiló la Palabra
cuando no sólo la oye sino también la aplica en su vida.
PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA
Jesús contó otra parábola ese día, usando la
imagen de la semilla, pero dándole otro giro…
(Mateo 13:24-30) Les refirió otra parábola,
diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena
semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró
cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces
apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia
y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues,
tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al
arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a
los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla;
pero recoged el trigo en mi granero.
trigo vrs. cizaña |
En un sentido natural, el trigo y la cizaña son
físicamente muy similares. La diferencia se deja ver hasta el momento de la
cosecha, ya que el trigo saca fruto, pero la cizaña no.
Más tarde, los discípulos volvieron a
preguntarle también el significado de esta parábola. Jesús explicó, dando una
revelación de los últimos tiempos:
(Mateo 13:36-43) Entonces, despedida la gente, entró
Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la
parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la
buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son
los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la
sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los
ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será
en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán
de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y
los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que
tiene oídos para oír, oiga.
En este último versículo Jesús hace referencia
a unos versículos en Daniel que hablan del juicio final:
(Daniel 12:2-3)
Y
muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la
vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. Los
entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a
muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás.
Así como el trigo y la cizaña, lo que
diferencia a los hijos de Dios es que ellos dan fruto de vida, mientras que los
otros no. Como dijo Jesús en el Sermón del Monte: “Por sus frutos los
conoceréis” (Mat. 7:20).
Definitivamente como hablo Dios con tanta claridad. Pero aún así hay personas que no escuchan su palabra
ResponderEliminarExelente palabra
ResponderEliminarBuena palabra
ResponderEliminarVemos como el pecado no nos deja ver con claridad las cosas que Dios tiene para cada uno de nosotros tenemos que pedirle a Dios que restaure nuestro corazónes
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