miércoles, 22 de junio de 2016

MATEO 13:1-43. Enseña con Parábolas

A partir del momento en que se afirmó el rechazo de los religiosos hacia Jesús, el Señor comenzó a usar más el tipo de enseñanza por parábolas.

Jesús enseña con parábolas

“Parábola” es una narración alegórica que busca una verdad usando imágenes que son familiares a la audiencia.  En hebreo es: “Mashal”, que también se puede traducir como: proverbio (plural en hebreo: Mishlei). Las parábolas son historias que tienen una enseñanza. Esta forma de enseñar usando alegorías era muy común en el tiempo de Jesús. 

A partir de este momento, Jesús comenzó a usar más parábolas, como se hará evidente en este capítulo. Los discípulos lo notaron…
(Mateo 13:10) Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 

Jesús les explicó la razón:
(Mateo 13:11-13) El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.  Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven,  y oyendo no oyen, ni entienden. 

Jesús hizo referencia a una profecía de Isaías (Isa. 6:9-10) que hace referencia a la sordera y ceguera espiritual que viene como consecuencia de un corazón duro…
(Mateo 13:14-15) De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane. 

Uno de los propósitos principales de las parábolas es explicar con ejemplos concretos verdades abstractas. Supuestamente las parábolas de Jesús debían ayudar al oyente. Pero Jesús explica que la falta de entendimiento no viene por la dificultad intelectual sino por la dureza del corazón. La falta de entendimiento (ceguera y sordera espiritual) proviene de un corazón duro, que no es moldeable sino rebelde (Eze. 2:3-7).  El profeta lo llama: “un corazón engrosado”, es decir, lleno de carnalidad. No se somete a Dios para hacer la voluntad divina, sino que se empecina en seguir sus propios deseos y pensamientos.

Contrario a los de corazón duro, están los humildes de corazón, cuyos ojos son abiertos por estar dispuestos a oír y hacer: “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:9).  Recordemos que en hebreo la palabra para oir es: Shema, que implica oír + hacer. Aquellos de corazón suave escuchan las palabras de Dios, y las hacer; es decir, tienen oídos para OIR (heb. Shema).

Jesús bendijo a sus discípulos porque ellos eran de aquellos que oyen y hacen:
(Mateo 13:16-17) Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. 

En el Evangelio de Mateo queda claro que Jesús usa sus parábolas para explicar a sus seguidores la forma en que opera el Reino de Dios.

Vayamos ahora a leer las parábolas que dijo Jesús en esa ocasión.  En ese día, Jesús se dirigió a las orillas del Lago de Galilea.  Para que lo pudiera oír la multitud que le seguía, él se subió a una barca en la orilla, y la usó como tarima. 
(Mateo 13:1-2) Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.  Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa


PARABOLA DEL SEMBRADOR
La primera parábola que compartió a la audiencia fue la historia del Sembrador…
(Mateo 13:3-8) Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.  Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga. 

Los discípulos de Jesús no entendieron a qué se refería con esa parábola, y le preguntaron en lo privado sobre su significado, ante lo cual el Señor les explicó:
(Mateo 13:18-23) Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.  El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. 

Nótese que la semilla es la misma en todos los casos, y representa la Palabra de Dios. Lo que cambia es el lugar donde ésta cae, y eso hace la diferencia. 

Hagamos ahora un resumen de los diferentes lugares, y lo que representan:
En el camino: La persona que no entiende la Palabra de Dios
Entre las piedras: la persona que recibe con gozo la Palabra, pero no echa raíz, y al poco tiempo se la olvida ante la aflicción o persecución
Entre los espinos: la persona que oye, pero no la lleva a la práctica pues se distrae con los afanes de la vida o el amor al dinero
En buena tierra: la persona que oye la Palabra y la pone en obra. Está da mucho fruto.

La lección de esta parábola la podemos conectar con lo que escribió Santiago:
(Santiago 2:26) Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta.

Una persona demuestra que asimiló la Palabra cuando no sólo la oye sino también la aplica en su vida.


PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA
Jesús contó otra parábola ese día, usando la imagen de la semilla, pero dándole otro giro…
(Mateo 13:24-30) Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero. 

trigo vrs. cizaña
En un sentido natural, el trigo y la cizaña son físicamente muy similares. La diferencia se deja ver hasta el momento de la cosecha, ya que el trigo saca fruto, pero la cizaña no.

Más tarde, los discípulos volvieron a preguntarle también el significado de esta parábola. Jesús explicó, dando una revelación de los últimos tiempos:
(Mateo 13:36-43) Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. 

En este último versículo Jesús hace referencia a unos versículos en Daniel que hablan del juicio final:
(Daniel 12:2-3)  Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno. Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás.

Así como el trigo y la cizaña, lo que diferencia a los hijos de Dios es que ellos dan fruto de vida, mientras que los otros no. Como dijo Jesús en el Sermón del Monte: “Por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:20).



Más estudios de este Evangelio en la pestaña: MATEO
También disponible en audio: AUDIO de MATEO  

4 comentarios:

  1. Definitivamente como hablo Dios con tanta claridad. Pero aún así hay personas que no escuchan su palabra

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  2. Vemos como el pecado no nos deja ver con claridad las cosas que Dios tiene para cada uno de nosotros tenemos que pedirle a Dios que restaure nuestro corazónes

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