ENDEMONIADO CIEGO Y MUDO
Aunque los fariseos comenzaron a oponerse a
Jesús, las multitudes seguían buscándolo por los milagros que Él hacía. Entre ellos fue llevado un hombre endemoniado
para ser liberado…
(Mateo 12:22) Entonces fue traído a él un
endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de
tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba.
La causa de la ceguera y la mudez de ese hombre
era el demonio que lo tenía poseído; al ser liberado, él pudo ver y
hablar. Esto es muy significativo ya que
en un sentido espiritual la gente que está poseída pierde la capacidad de
percibir la realidad y también la capacidad de expresarse bien porque el
demonio lo controla.
Al presenciar esta liberación, además de otros milagros,
muchas personas comenzaron a llegar a la conclusión que Jesús debía ser el
Mesías, quien estaba profetizado que sería del linaje de David (Jeremías 23:5; Isaías
9:7).
(Mateo 12:23) Y toda la gente estaba atónita, y
decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?
A los fariseos no les gustó lo que la gente opinaba
de Jesús, porque ellos no lo aceptaban como el Mesías; sin embargo, no podían
negar los milagros. Por lo tanto, buscaron
desacreditarlo explicando los hechos de otra manera:
(Mateo 12:24) Mas los fariseos, al oírlo, decían:
Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los
demonios.
[Nota: Beelzebú (heb. Baal-Zivuv)
significa literalmente: “Señor de las moscas”. Está vinculado con Baal (lit.
amo), el principal dios pagano de la región, dios de la agricultura y la
fertilidad]
¿Qué respondió Jesús a esta absurda acusación?
(Mateo 12:25-26) Sabiendo Jesús los pensamientos de
ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad
o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido;
¿cómo, pues, permanecerá su reino?
Jesús dio vuelta al argumento, y los acusó a
ellos de estar del lado del enemigo.
(Mateo 12:27-28) Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú,
¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado a vosotros el reino de Dios.
Al final, los hizo pensar que si Él tenía la
autoridad de Dios, entonces a quien se estaban oponiendo era al Señor mismo.
(Mateo 12:30)
El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge,
desparrama.
A partir de este momento se hace claro el
rechazo a Jesús de parte de los líderes religiosos de ese tiempo.
¿Cómo tomó Jesús ese rechazo? Aparentemente no lo tomó por sorpresa, sino que
tal vez hasta lo esperaba.
Proféticamente, él dijo que el rechazo a su persona podía ser
perdonado…pero otro pecado no tenía perdón:
(Mateo 12:31-32)
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres;
mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra
el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu
Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
Blasfemar es hacer una ofensa o insulto contra
la dignidad o el honor de alguien.
Ofender al Espíritu de Dios implica ir en contra de la esencia de Dios
mismo; es un reto directo y abierto en contra de Dios Altísimo, Jehová de los
ejércitos.
Esta explicación de Jesús es importante para
los judíos porque cubre el rechazo que muchos de ellos tuvieron hacia Jesús,
porque no entendieron que era el Hijo de Dios.
Ése fue el caso de Pablo, quien persiguió a los cristianos creyendo que
así “defendía la verdad”…hasta que tuvo la revelación de Jesús en el camino de
Damasco. Pablo entendía perfectamente
esto, y por eso explica en Romanos 11 que el Señor permitió que muchos judíos
no reconocieran al Mesías (por un tiempo) para que la salvación llegara también
a los gentiles:
(Romanos 11:8)
como
está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos
con que no oigan, hasta el día de hoy.
(Romanos 11:11)
Digo,
pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero
por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.
(Rom 11:25)
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos: que ha acontecido a
Israel endurecimiento en parte, hasta
que haya entrado la plenitud de los gentiles;
Sin embargo, si el rechazo va en contra del
Espíritu de Dios, Jesús señala que no habrá perdón para ello, ya que el repudio
es hacia Dios mismo.
LOS FRUTOS Y EL CORAZÓN
¿Cómo puede saberse si una persona es de Dios o
no? Jesús lo explica:
(Mateo 12:33)
O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su
fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.
La forma de reconocer si alguien es bueno o
malo es por sus frutos…y también por lo que sale de la boca, ya que revela lo
que hay en el corazón…
(Mateo 12:34-35) ¡Generación de víboras! ¿Cómo
podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla
la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el
hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.
Jesús hizo ver el peso que tienen las palabras:
(Mateo 12:36-37)
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de
ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado.
Las palabras no sólo serán pesadas en el juicio
final, sino que tienen un efecto en esta vida.
Leamos lo que un proverbio nos enseña sobre el poder que tiene la
lengua:
(Proverbios 18:21) Muerte y vida están en poder de la
lengua, y los que la aman comerán su fruto.
Las palabras que salen de nuestra boca tienen
el poder para destruir con maldiciones o de edificar con bendiciones (Santiago
3:2-12; Proverbios 10:19-21,
PIDEN SEÑAL
Jesús hizo muchos milagros en medio del pueblo
de Israel, los cuales servían como señal de que era el Hijo de Dios, el Mesías
prometido—tal como lo explicó Juan al final de su Evangelio:
(Juan 20:30-31) Y muchas otras señales hizo también
Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y
para que al creer, tengáis vida en su nombre.
Pero, a pesar de los milagros, los líderes
religiosos aún dudaban de él. Por eso le
pidieron lo siguiente:
(Mateo 12:38) Entonces respondieron algunos de
los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti
señal.
Ante sus ojos había sanado al hombre de la mano
seca y liberado al endemoniado ciego y mudo, además de muchos otros milagros. ¿Qué
más señal querían? Leamos la respuesta que les dio Jesús:
(Mateo 12:39)
El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal;
pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.
Las señales no son malas, pues el Señor las usó
para que dieran testimonio de él (Juan 20:30-31). El problema es la incredulidad—no sólo de los
fariseos, sino de la gente incrédula de todos los tiempos, que son testigos de
muchos milagros de Dios, pero siguen dudando del Señor.
Jesús les dijo a los fariseos que no caería en
su juego, pero les daría una sola señal: la del profeta Jonás. ¿En qué consiste esa señal? A continuación lo
explicó:
(Mateo 12:40-41)
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres
noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y
tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta
generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de
Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.
La “señal de Jonás” se refiere a la muerte de
Jesús y su resurrección al tercer día. Esa
señal debió sacudirlos y llevarlos a reconocerlo como el Mesías; pero en lugar
de eso, le hicieron la guerra, ocultando del público ese milagro. Jesús señala
la ironía que los gentiles (Nínive) se arrepintieron al ver una señal
semejante.
Por otro lado, también da el ejemplo de una
mujer gentil que buscó la sabiduría de Salomón (la Reina de Saba; 1 Reyes
10:1-13).
(Mateo 12:42)
La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la
condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de
Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.
Esta puede ser una imagen profética de cómo Jesús
fue mejor recibido por los gentiles que entre los judíos.
PRINCIPIO DE LIBERACIÓN
Regresando al milagro que produjo toda esta
discusión (la liberación del endemoniado), Jesús aprovechó a explicar un
principio espiritual:
(Mateo 12:43-45) Cuando el espíritu inmundo sale del
hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice:
Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y
adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y
entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que
el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.
Cuando alguien ha sido liberado de un demonio,
debe llenarse con el Espíritu de Dios.
De lo contrario, corre el riesgo de volver a ser poseído por demonios, y
en peores circunstancias. Jesús explicó
que esto aplica también a nivel comunitario.
La gran mayoría de la generación de Jesús lo rechazaron…y su estado fue
peor que el anterior. Cuarenta años
después Jerusalén fue destruida, el Templo quemado y todos los judíos fueron
dispersados en lo que se conoce como la Diáspora.
MADRE Y HERMANOS DE JESÚS
Estando Jesús hablando todo esto con los
fariseos y con sus seguidores, de repente llegó una visita especial a buscar a
Jesús:
(Mateo 12:46-47)
Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos
estaban afuera, y le querían hablar. Y
le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren
hablar.
Desde que comenzó su ministerio, no se había
mencionado nada de la familia de Jesús (excepto su primo Juan). ¿Acaso no los iba a visitar? Aparentemente no. La respuesta de Jesús explica la razón:
(Mateo 12:48-50)
Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y
quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He
aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi
Padre que los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Con esto, Jesús no quería decir que no amara a
su familia, pues seguramente sí lo hacía; más bien, significa que las
prioridades de su vida cambiaron cuando inició su ministerio. El tenía una misión muy importante que
cumplir en un tiempo limitado. El estaba abriendo paso al Reino de Dios en la
Tierra. Y los que se le unieron a esa
misión se convirtieron en su nueva familia.
En lo personal, me imagino que Jesús fue a
saludar con mucho cariño a María y a sus hermanos, pero Él aprovechó las
circunstancias para dar esa gran lección a sus discípulos, la cual nos ha
llegado también a nosotros a través del Evangelio.
QUE PUEDO DECIR, QUE DIOS PADRE LES BENDIGA, Y SIGAN CON ESTE PRECIOSO MATERIAL QUE ES DE GRANDISIMA BENDICION,,,, AMEN
ResponderEliminarExcelente
ResponderEliminarLA PALABRA DE DIOS, ES PRECIOSA.TE AMO, MI SEÑOR JESÚS Y TE AMO PRECIOSA TRINIDAD .
ResponderEliminarPreciosa,dulce es la palabra de Dios para mi vida.gracias mí señor Jesucristo,te amo.
ResponderEliminarGracias hermanos,son de mucha edificación para mí Alma, saludos
ResponderEliminarMuchas gracias queridos hermanos,son de mucha edificación para mí Alma, saludos
ResponderEliminarMuy edificante!!!!
ResponderEliminarExelente Dios los siga usando para revelar su Reino
ResponderEliminarExcelente reflexión .
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