En el capítulo tres comenzamos a hablar sobre Juan
el Bautista (ver estudio de: Mateo 3:1-6), y en el capítulo once se vuelva a
hablar de su ministerio. Juan (heb. Yojanan)
fue elegido aún antes de nacer con un propósito especial: preparar al pueblo de
Israel para la llegada del Mesías (Isaías 40:3; Juan 1:23; Malaquías 3:10;
Lucas 7:27; Lucas 1:15-17; Malaquías 4:5-6).
(Lucas 1:76-77)
Y
tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la
presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de
salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados,
Jesús y Juan eran primos, lo cual nos hace
suponer que se conocían como parientes, pero hasta el día del bautismo él
reconoció que Jesús era el Mesías.
(Juan 1:29-31)
El
siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es
antes de mí; porque era primero que yo.
Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto
vine yo bautizando con agua.
Lo reconoció por una señal que el Señor ya le
había indicado…
(Juan 1:32-34)
También
dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como
paloma, y permaneció sobre él. Y yo no
le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre
quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le
vi, y he dado testimonio de que éste es el
Hijo de Dios.
Desde ese momento, Juan empezó a animar a sus
discípulos a que buscaran a Jesús.
Algunos lo hicieron, como es el caso de Andrés (Juan 1:35-42). Otros se apegaron a su maestro hasta el
final. De hecho, algunos discípulos de
Juan pensaron que Jesús le estaba haciendo “competencia” a su maestro.
(Juam 3:26-28)
Y
vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado
del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. Respondió Juan y dijo: No puede el hombre
recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino
que soy enviado delante de él.
Juan tenía claro que Jesús era aquel a quien él
preparó el camino. Por eso dijo:
(Juan 3:30) Es necesario que él crezca, pero que
yo mengüe.
Un tiempo después de esto, Juan fue
aprisionado. No fue porque él hubiera
hecho algo malo o ilegal; al contrario, fue porque Juan habló la verdad...
(Marcos 6:17-18) Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a
Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe
su hermano; pues la había tomado por mujer.
Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu
hermano.
PREGUNTA DE JUAN
Estando en la cárcel, Juan envió a dos de sus
discípulos a preguntarle algo a Jesús:
(Mateo 11:2-3) Y al oír Juan, en la cárcel, los
hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú
aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
Algunos ven esto una duda o una crisis de fe de
Juan; pero tal vez no era él quien tenía la duda sino sus discípulos. Es probable que Juan los enviara para que
tuvieran testimonio de primera mano de Jesús [pues algunos seguidores de Juan habían
cuestionado el comportamiento de Jesús—Mat. 9:14-15].
Ahora veamos lo que Jesús respondió. Él no dijo “sí” o “no”, sino que respaldó su
respuesta con hechos:
(Mateo 11:4-6) Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y
haced saber a Juan las cosas que oís y veis.
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos
oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y
bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.
Aquí Jesús estaba haciendo referencia a la
profecía mesiánica que habla de los milagros que se verán cuando el Señor mismo
venga a salvar a Su Pueblo…
(Isaías 35:4-6)
Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro
Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos de los ciegos serán
abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.
Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo;
porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.
Otras profecías mesiánicas no sólo hablan de
sanidad, sino también de “sacar a los presos de la cárcel”. Tal vez eso era lo que querían saber Juan y
sus discípulos. ¿Acaso el Señor lo
liberaría de esa injusta prisión? Pero
Jesús no mencionó nada de eso. Más bien,
terminó diciéndoles: “Bendito el que no halle tropiezo en mí”; en otras
palabras: Benditos los que no se ofendan por la persecución y la adversidad que
pasarán al servir al Señor.
Servir al Señor es el más alto llamado que
cualquier persona pudiera tener, pero eso no es garantía de que “nada le pasará”. Ya leímos con anterioridad que Jesús advirtió
que los creyentes serán “aborrecidos de todos por causa de Su Nombre” (Mat.
10:22). Y también dijo: “Dichosos son
los que padecen persecución por causa de la justicia” (Mat 5:10-12). Aunque no entendamos por qué Dios permite
estas cosas, lo importante es que no tomemos ofensa contra Él y que no perdamos
la fe en Dios, porque Él es bueno y justo y está en control—y todo obrará para
bien (Rom. 8:28). [Nota: esta
ofensa la pueden tomar muchos en la segunda venida de Jesús, cuando se presente
con ojos de fuego y pies de bronce y venga a juzgar al mundo, Apoc. 1:14-16]
JESÚS HABLA SOBRE JUAN
Luego de la visita de los discípulos de Juan,
Jesús aprovechó a comentar sobre este gran hombre…
(Mateo 11:7)
Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué
salisteis a ver al desierto? ¿Una caña
sacudida por el viento?
La respuesta es: ¡No! Juan no era alguien que se dejara influir por
las corrientes del mundo y la opinión de la gente.
(Mateo 11:8)
¿O qué salisteis a ver? ¿A un
hombre cubierto de vestiduras delicadas?
He aquí, los que llevan
vestiduras delicadas, en las casas de
los reyes están.
De nuevo la respuesta es negativa. Aunque tenía derecho al sacerdocio en el
Templo, él lo dejó todo para dedicarse a Dios.
En lugar de vivir con lujos, él llevó una vida sumamente simple en el
desierto. La gente no lo buscó por eso,
sino por su mensaje, y esto es lo que Jesús señaló…
(Mateo 11:9-11)
Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque éste es de quien está escrito: He
aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino
delante de ti.
Con estas palabras, Jesús honró a Juan el
Bautista delante de todos. Lo reconoció
como el profeta que preparó el camino al Señor, tal como estaba profetizado
(Malaquías 3:1; Isaías 40:3). Con esto,
Jesús estaba diciendo “entre líneas” que Él era el Mesías. Por
eso Jesús dijo que no había otro mayor que él (Mat. 11:11), ya que Juan tuvo el
privilegio de preparar el camino al Señor.
aprisco de rocas |
Para entender el próximo versículo, debemos
primero leer una profecía mesiánica en Miqueas a la cual evidentemente Jesús está
haciendo referencia. Esta profecía habla
que el Señor reunirá a su pueblo como rebaño, y también hace referencia a un
“abridor de camino” (heb. Haporetz). Cuando el pastor lleva a sus ovejas a pastar
a los montes, él crea un aprisco, que era una especie de establo para resguardarlas
en la noche, el cual solía estar rodeado de rocas apiladas. Allí pasaban la noche las ovejas, apretadas
para guardar calor. Temprano en la
mañana el “abridor de brechas” botaba unas piedras para abrir un espacio que
permitiera a las ovejas salir. Las
ovejas que estaban cerca, comenzaban a empujar al lado de la apertura, haciendo
caer más piedras, y así abriendo un camino mayor para el resto del rebaño. Sabiendo esto, podremos entender mejor las
palabras de esta profecía mesiánica:
(Miqueas 2:12-13) De cierto te juntaré todo, oh Jacob; recogeré
ciertamente el resto de Israel; lo reuniré como ovejas de Bosra, como rebaño en
medio de su aprisco; harán estruendo por la multitud de hombres. Subirá el que
abre caminos delante de ellos; abrirán camino y pasarán la puerta, y saldrán
por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos Jehová.
El Rey es el Mesías, quien irá a la cabeza. Jesús explicó que el abridor de brechas es
Juan el Bautista:
(Mateo 11:12) Desde los días de Juan el Bautista
hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo
arrebatan.
La palabra “violencia” en griego es: Biazo,
que también puede traducirse como: “meterse a la fuerza”. Juan el Bautista hizo el rompimiento en su
generación, llamando al pueblo al arrepentimiento, porque el Reino de Dios está
a la mano. Los que atienden el mensaje
del profeta son también “rompedores de brecha” en favor de su generación.
Las palabras de Jesús confirmaban lo que el
Ángel del Señor profetizó al padre de Juan, Zacarías, cuando le anunció el
nacimiento de su hijo:
(Lucas 1:16-17)
Y
hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de
ellos. E irá delante de él con el
espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a
los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto.
Jesús explicó que Juan cumplió la profecía de
Malaquías (Mal. 4:5), viniendo en el “espíritu de Elías”, llamando al
arrepentimiento:
(Mateo 11:14)
Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga.
Un tiempo después los discípulos de Jesús
volvieron a preguntarle al Maestro sobre Juan:
(Mat. 17:10-13) Entonces sus discípulos le
preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que
Elías venga primero? Respondiendo Jesús,
les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le
conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo
del Hombre padecerá de ellos. Entonces
los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.
En la próxima entrada terminaremos de estudiar
el capítulo 11…
Amén Amén. Gracias Gracias por compartir de sus enseñanzas
ResponderEliminarAmén gracias por la enseñanza pude tener claridad de que Juan no era Elías lo que pasó es que en Juan estaba el espíritu y el poder de Elias, pero muchos no lo entendieron y se quedaron esperando a que Elías apareciera físicamente y por esto no reconocieron al Señor Jesús
ResponderEliminarGracias deseaba saber q es un rompedor de brechas ahora se q es uno q le cree a Dios y hace diferencia en su generacion q actua de acuerdo a los principios y propositos de Dios para q su familia conozca a Jesus como Juan
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