Uno de los principales motivadores en el mundo
es la riqueza, ya que muchos creen que el dinero trae seguridad y “lo compra
todo”. Por eso, el corazón de muchos se invade de avaricia y codicia;
quieren más y más, sin límite, a cualquier costo. Este pensamiento es muy común en la
actualidad, y lamentablemente se ha infiltrado en la Iglesia. Pero en el
Reino de Dios se nos enseña completamente lo opuesto, y de esto habló Jesús en
el Sermón del Monte.
(Mateo 6:19-21) No os acumuléis
tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde
ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque
donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
¿Dónde está tu corazón? ¿Qué consideras
importante en tu vida? ¿A qué le dedicas la mayor parte de tu tiempo y
atención? Las repuestas a estas preguntas te revelarán cuál es tu tesoro.
El tema de las riquezas se ha prestado a mucha
confusión, ya que algunos han interpretado las palabras de Jesús como si Él
estuviera hablando mal de la prosperidad—pero no es así. Dios quiere que nos vaya bien y seamos
prósperos (3 Juan 1:2; Deu. 10:13; Deu. 12:28; Sal. 1:3)…pero lo que no quiere
es que pongamos nuestra confianza en las riquezas en lugar de confiar en Él. Dios quiere que prosperemos, pero esa no debe
ser nuestra meta. La prosperidad vendrá
como fruto de la obediencia y la bendición de Dios, pero lo más importante es
estar bien con Dios.
SERVIR A DIOS O A LAS RIQUEZAS
El problema con las riquezas es que se ha convertido
en un dios. A esto hizo referencia
Jesús:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos señores;
porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al
otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
La palabra que se traduce como “riquezas”, en
griego es: “Mamón”, que literalmente significa: confianza o
avaricia. Mamón era el nombre de un dios pagano del Medio Oriente. En
Egipto, había una esfinge gigante dedicada a este dios, conocida como el “Coloso
de Mamón”. En Grecia y Roma, su equivalente era el dios Plutón (cuyo
nombre significa: enriquecerse). Ese dios también recibía el nombre de “Hades”,
a quien se consideraba como el custodio de las abundancias de la tierra, además
de ser el guardián del inframundo.
Mamón no es equivalente al “dinero”. El dinero puede
ser visto como un simple instrumento, pero lo malo es el “amor al dinero”. La pregunta con respecto al dinero es: ¿dónde
está nuestro corazón? Cuando la riqueza se convierte en lo más
importante, entonces servimos a Mamón, que es el espíritu de avaricia.
Leamos lo que Pablo escribió al respecto…
(1 Timoteo 6:7-11) Porque nada hemos traído al
mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué
cubrirnos, con eso estaremos contentos. Pero los que quieren enriquecerse caen
en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los
hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el
amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se
torturaron con muchos dolores. Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas,
y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.
Todos debemos usar dinero tarde o temprano,
pero Pablo nos exhorta a que evitemos caer en la trampa del amor del
dinero. Cuando el dinero es un “ídolo”,
éste se convierte en una fuerza que nos lleva a dedicar la vida y entregarla a
la búsqueda del dinero, a cualquier costo.
El diccionario define la “codicia” como:
el deseo excesivo de poseer muchos bienes y riquezas. Es el amor al
dinero y el deseo insaciable de tener más y más. En el mundo, la codicia es el modus
vivendi, pero tiene un alto costo.
(Proverbios 28:22) El hombre avaro
corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria vendrá sobre él.
Cuando uno se enriquece por el afán de la vida,
el fruto no es de bendición. Mucha gente sacrifica principios y valores con tal
de obtener ganancias. Esas riquezas vienen acompañadas de tristeza.
(Proverbios 10:22) La bendición de
Jehová es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella.
De principio a fin, la Biblia nos revela que
Dios quiere bendecirnos y que prosperemos. Esto lo interpretamos como
prosperidad material, pero es mucho más que eso: también es estar bien con la
familia, socialmente, emocionalmente, etc. Aun más importante que la
bendición material es la espiritual.
Este es el mensaje que nos deja el apóstol Juan:
(3 Juan 1:2) Amado, ruego que seas
prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud.
Aun la bendición que el Señor nos da no es para
“acumularla” sino para usarla bien y compartirla. Esto es lo que nos dice Pablo, enseñándonos
el correcto uso de las riquezas:
(1 Timoteo 6:17-19) A los ricos en
este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la
incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente
todas las cosas para que las disfrutemos. Enséñales que hagan bien, que
sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir, acumulando para sí
el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de
lo que en verdad es vida.
El Señor nos insta a que pongamos nuestra vista
en las cosas eternas. Lo temporal se
arruina y pasa, pero lo eterno dura para siempre.
EJEMPLO DE JOB
Job fue un hombre sumamente próspero, y tuvo el
cuidado de preguntarse dónde estaba su corazón con respecto a las riquezas…
(Job 31:24-25,28) Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi
confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que
mi mano hallase mucho… Esto también sería maldad juzgada; porque habría negado
al Dios soberano.
Job hizo la pregunta que todos debemos
hacernos: ¿Dónde está puesta mi confianza…en Dios o en las riquezas? Si su confianza estaba en las riquezas,
entonces él sabía que no estaba confiando en Dios.
El mundo sirve al dios del dinero, pero los
creyentes en Dios estamos llamados a servir a Dios, a confiar en Él y a vivir
como Dios manda, siguiendo las virtudes del Reino de Dios (1 Tim.
6:7-11).
EL AFAN DE LA
VIDA
Luego que Jesús preguntara si servimos a Dios o
a las riquezas, Él habló sobre el miedo y el afán de la vida.
(Mateo 6:25) Por eso os digo, no os
preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro
cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que
la ropa?
Los temas del “amor al dinero” y el “afán de la
vida” están vinculados, ya que ambos tienen como raíz principal el miedo.
El espíritu de avaricia (Mamón) opera a través
del miedo, creando inseguridad sobre el futuro y lo que pueda pasar. Luego de provocar miedo, Mamón ofrece “una
solución”: alcanzar seguridad a través de la avaricia y la acumulación. Ganar dinero y acumularlo se convierte en el
objetivo, en la meta y la pasión. Si uno
vive para acumular, en lugar de disfrutar y compartir, entonces uno sirve a
Mamón y no a Dios.
Lo contrario a acumular es dar y compartir, y
de esto habla Jesús en este capítulo. …Pero antes de leer lo que Jesús dijo al
respecto, primero debemos comentar sobre el concepto hebreo de “buen ojo” y
“mal ojo”…
OJO BUENO O MALO
En la tradición hebrea, el concepto de “buen
ojo” (heb. Ayin Tova) se refiere a alguien que es generoso.
(Prov. 22:9)
El
ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente.
Por el contrario, cuando alguien tiene “mal
ojo” (heb. Ayin Raa), se refiere a alguien que es tacaño y poco
generoso.
(Prov. 23:6-8)
No
comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares; porque cual es su pensamiento
en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón no está
contigo. Vomitarás la parte que comiste,
y perderás tus suaves palabras.
Veamos ahora lo que Jesús dijo del ojo…
(Mateo 6:22-23) La lámpara del
cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz.
Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si
la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!
Noten que esta explicación la dio en torno al
tema de las riquezas. La avaricia y
codicia nos llevan a tomar malas decisiones en la vida. Por el contrario, un corazón generoso trae
bendición. Pablo escribió:
(Efesios 5:8-10) porque antes erais tinieblas, pero
ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz (porque el fruto de la
luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), examinando qué es lo que
agrada al Señor.
En otra carta, Pablo también nos exhorta a que
pongamos la vista en las cosas eternas, y no en este mundo…
(2 Corintios 4:18) al no poner
nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las
cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
¿En dónde está
puesta tu vista? ¿En dónde está puesta
tu confianza?
CONFIANZA EN DIOS
En teoría, todos
los creyentes dicen creer en Dios, pero la prueba de oro está en las decisiones
diarias. A continuación, Jesús presenta un
ejemplo de lo que generalmente preocupa a todos y nos puede quitar la paz…
(Mateo 6:25) Por tanto os digo: No os afanéis
por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo
más que el vestido?
Aquí Jesús menciona las necesidades básicas de
todo individuo: alimento y vestido.
Jesús nos lleva a
apreciar que la preocupación por estas cosas es equivalente a: no confiar en
Dios. Con esto no quiere decir que no
nos “ocupemos” por cubrir nuestras necesidades básicas; más bien, el Señor nos
dice que “no nos afanemos”.
“Ocuparse” es equivalente a hacer lo que uno tiene
que hacer, es decir, trabajar. Esto es
muy diferente a: “preocuparse”, que es inquietarse o angustiarse de antemano
por algo que aún no ha sucedido. Lo
delicado de la “preocupación” es que es mala consejera, y nos lleva a tomar
malas decisiones—no basadas en lo que Dios dice sino en lo que nosotros creemos
que nos conviene. Allí está el meollo
del asunto.
NO OS AFANÉIS
En esta sección del Sermón del Monte, Jesús
repite cuatro veces que no nos afanemos.
La “preocupación” es el sentimiento de inquietud, temor o
intranquilidad por una situación determinada. Según esta definición, la
preocupación depende de las circunstancias. Pero lo que Jesús dice es que
debemos ponernos “sobre” las circunstancias.
Jesús comparte varios casos que nos sirven de
ejemplo:
(Mateo 6:26-32)
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se
afane, añadir a su estatura un
codo? Y por el vestido, ¿por qué os
afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni
hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como
uno de ellos. Y si la hierba del campo
que hoy es, mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a
vosotros, hombres de poca fe? No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas.
Tal vez se pregunten: Ante la incertidumbre,
¿cómo puede uno dejar de preocuparse? Jesús da la respuesta: Confiando en
Dios. Esto no se refiere a una “fe ciega” que quiere creer cualquier cosa, sino
a la fe en lo que Dios ha dicho y en quién es Él. “Confiar en Dios” no es esperar que Él lo
haga todo, mientras que uno se queda con los brazos cruzados; más bien, confiar
implica conocer la Voluntad de Dios, y hacerla.
(Mateo 6:33)
Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
El Señor quiere que hagamos nuestra parte, y Él
hará la suya; nosotros debemos trabajar y hacer lo correcto, y Él dará la
gracia y la bendición. Esto es “buscar
el Reino de Dios y Su justicia”.
El Señor nos insta a que busquemos el Reino de
Dios, es decir, a aprender cómo se vive según el orden de Dios. Ya sabiendo esto, debemos ponerlo en
práctica, es decir: hacer justicia. Si hacemos las cosas como Dios manda,
nos irá bien…
(Deu. 12:28)
Guarda
y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo
recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después
de ti para siempre.
Si cumplimos con nuestra parte, tenemos la
seguridad que Dios cumplirá con la suya; por lo tanto, no tenemos por qué
preocuparnos por el mañana.
(Mateo 6:34)
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de
mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Esto requiere de fe, pero ¿acaso no es
eso lo que Dios espera de nosotros? (Heb. 11:6). Nuestra confianza no debe estar puesta en
nosotros mismos, sino en Dios, sabiendo que Él es bueno y justo, y todo está
bajo Su control.
Bueno
ResponderEliminarDios bendiga muy bueno y alentador este estudio. Muy edificante.
ResponderEliminarAmen gloraia a Dios ..... fue de bendición este estudio
ResponderEliminarBuen estudio biblico la gloria se para nuestro Dios amén
ResponderEliminarWow muchas gracias aprendi.mucho Dios les Bendiga muchas gracias por el estudio buenísimo.
ResponderEliminarAmén
ResponderEliminarwaooo muy bueno me edifica mi Alma gracias bendiciones a todos
ResponderEliminarAmen Dios los bendiga
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS, CREO QUE NO PUEDE ESTAR MAS CLARO EL TEMA... DIOS BENDIGA.
ResponderEliminarMuchas bendiciones para sus vidas y Ministerio, saludos desde Quito-Ecuador
ResponderEliminarMuy buena explicación gracias
ResponderEliminarGLORIA Y HONRA A NUESTRO SALVADOR JESUCRISTO. GRACIAS
ResponderEliminarPERU HUANCAYO
BENDICIONES SIERVOS DE NUESTRO DIOS TODOPODEROSO
Amén Aleluya al Dios poderozoo
EliminarAmén Gloria a Dios
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