Para enseñarnos a
orar, Jesús usó como ejemplo una oración que hoy se conoce como: “Padre
Nuestro”. Irónicamente, hoy se usa
como una oración para ser repetida de memoria, a pesar que Jesús nos instruyó
que no usáramos vanas repeticiones (Mat.
6:7-8). El “Padre Nuestro” no es para que
lo recitarlo de memoria, sino para que nos sirva de inspiración y ejemplo de
cómo podemos orar.
A continuación iremos leyendo cada frase de
esta oración para descubrir lo que Jesús nos estaba enseñando…
a. “Padre
nuestro que estás en los cielos” (6:9)
Jesús nos enseña a ver a Dios como nuestro
Padre celestial (Isa. 63:16; Isa. 64:8), que es una de las relaciones humanas
más cercanas. No sólo transmite cercanía
sino trae consuelo y un sentimiento de seguridad, porque sabemos que nuestro
Padre está pendiente de nosotros y nos cuida.
Reconocer a Jehová como Padre también nos trae
la conciencia de que le debemos honra y obediencia (Jer. 3:19; Mal. 2:10; Deu.
32:6). [Nota: Si en nuestras
vidas hemos tenido malas experiencias con el padre terrenal, es importante que
procuremos sanar nuestros corazones de esas heridas, porque eso puede afectar
cómo apreciamos y nos relacionamos con Dios.]
b. “Santificado
sea tu Nombre” (6:9)
Lo opuesto a “santificar” es profanar. La Biblia dice que el pueblo de Dios profana
Su Nombre al comportarse mal, y no como es digno de los hijos del Rey.
(Rom. 2:23-24) Tú que te jactas de la ley, ¿con
infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de
Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.
Cuando los hijos de Dios no viven como el Señor
manda, no sólo quedan mal ellos sino que también hacen quedar mal a Dios, ya
que llevan su nombre (i.e. “pueblo de Dios”).
De esto se queja el Señor en Ezequiel:
(Ezequiel 36:21) Pero he tenido dolor al ver mi santo
nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.
En esta profecía, el Señor dice que limpiará Su
Nombre, y explica cómo lo hará…
(Ezequiel 36:22-27) Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho
Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de
mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis
llegado. Y santificaré mi grande nombre,
profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas;
y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea
santificado en vosotros delante de sus ojos.
Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os
traeré a vuestro país. Esparciré sobre
vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de
todos vuestros ídolos os limpiaré. Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y
haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra.
Al decir: “Santificado sea tu Nombre”, Jesús
está manifestando su deseo de que toda su vida sea para la gloria y honra de
Dios—y esta debe ser también nuestra oración.
c. “Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (6:10)
Notemos que Jesús no oró pidiendo ser llevado
al Cielo, donde está el Reino de Dios (Salmo 103:19-21); más bien, pidió que el
Reino de Dios descienda y sea establecido en la Tierra. El Reino de Dios no es un lugar sino una forma
de vida en la cual Dios es reconocido como el Rey, y sus súbditos viven como Él
manda.
La oración de Jesús no es sólo un buen deseo o
una profecía que se cumplirá hasta que vengan los últimos tiempos (Jer. 23:5;
Dan. 2:44; Apoc. 11:15); más bien, es una declaración y un compromiso de vivir
como Dios manda, y así traer el Reino de los Cielos a la Tierra.
Cuando Jesús oró por sus discípulos, él no
pidió que fueran llevados al Cielo, sino que sus vidas aquí en la Tierra fueran
transformadas por la verdad del Reino:
(Juan 17:15-17)
No
ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del
mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
La forma de traer el Reino de Dios a la Tierra
es haciendo Su Voluntad, viviendo como Él manda.
La primera mitad del “Padre Nuestro” se enfoca
en la voluntad de Dios. No es sino hasta
la segunda parte que Jesús a hacer peticiones personales…
d. “El
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (6:11)
Con esta frase Jesús no sólo está pidiendo alimento,
sino que está reconociendo que el Padre es el proveedor de todo lo que
necesita, cada día.
La frase “pan de cada día” nos trae a memoria
la imagen del maná (Éxodo 16). Ése era
el alimento que Dios proveyó a los israelitas en el desierto. Pero no era una provisión que guardaran en
graneros, ya que si recolectaban más de la provisión diaria ésta se llenaba de
gusanos. Dios les daba la provisión día
a día, con el fin que aprendieran a confiar en Él (Salmo 34:10).
e. “Y perdónanos nuestras deudas, como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (6:12)
Otra oración personal es pedir perdón a Dios
por nuestras faltas. Aunque tratemos de
ser hijos obedientes, debemos reconocer que no somos perfectos y podemos
fallar. Gracias a la misericordia de Dios,
podemos encontrar perdón y restauración en Él.
Aquí Jesús aprovecha a enseñar a sus discípulos
que también ellos deben perdonar a los que les han ofendido, siguiendo el
ejemplo del Señor…
(Mateo 6:14-15)
Porque
si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro
Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro
Padre os perdonará vuestras ofensas.
Pablo entendió este concepto, y por eso
escribió:
(Efesios 4:31-32) Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos
con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Si queremos recibir el perdón de Dios, nosotros
debemos también perdonar a quienes nos han fallado.
f. “Y no nos metas en tentación, mas
líbranos del mal” (6:13)
La última petición personal es pedir ser
librados del mal y de las tentaciones.
Esto es algo a lo cual todos estamos vulnerables.
(Mateo 26:41)
Velad
y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
g. “Porque tuyo es el reino, y el poder, y
la gloria, por todos los siglos. Amén.” (6:13)
El cierre de la oración es reconocer que Dios
es poderoso y soberano, y a Él debe ser dada toda la gloria (1 Tim. 1:17; 1 Tim.
6:15-16).
En la próxima entrada terminaremos de estudiar
el capítulo seis de Mateo…
El pan nuestro de cada dia, danoslo hoy. (Mateo 6:11). Tambien el pan espiritual es muy indipensable para nuestras vidas, la Palabra de Dios.
ResponderEliminarEl respondió y dijo: Escrito está: no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mateo 4:4). Bendiciones.
Buena Adición a este versículo hermano Lopez.
ResponderEliminarRecordemos la biblia fue escrita. Literal, histórica y simbólica. Y El pan nuestro de cada día se refiere alas necesidades básicas para la existencia humana. Recordemos que el Señor habló sobre el afán y ansiedad. Nosotros debemos aprender a confiar solo en El. Es por eso que es la oración modelo.
EliminarEstudio como estos a mi me edifican y ayudan mucho, muchas gracias:Bendiciones a todos departe de Dios.Hasta pronto....
ResponderEliminarExcelente estudio, sin acotaciones correctivas. En el aspecto de santificado sea tu nombre, la explicación fue muy relevante y oportuna a mi conocimiento aclarándome así algunas dudas. Dios bendiga su vida grandemente!
ResponderEliminarGloria a Dios!!! Gracias por el estudio
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