(Deuteronomio)
El último tema de las Leyes Sociales en Devarim
es sobre las Primicias (heb. Bikurim).
PRIMICIAS
(Deu. 26:1-2) Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu
Dios te da por herencia, y tomes posesión
de ella y la habites, entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que
sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da,
y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová tu Dios
escogiere para hacer habitar allí su nombre.
La Torá ya había mencionado el tema de los
diezmos y las ofrendas, pero deja para último el tema de las Primicias. Y el hecho que venga de último no quiere decir
que sea el menos importante. En
realidad, el principio que deja esta ley es en realidad la más importante y
funciona como un tipo de conclusión.
El principio de las Primicias es: Poner a Dios
en primer lugar. Y la entrega de las
primicias o primeros frutos es un ejercicio de este principio.
(Proverbio 3:9-10) Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias
de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares
rebosarán de mosto.
En los siguientes versículos, la Torá explica
lo que se debe hacer cuando se presentan las primicias…
(Deu. 26:3-4)
Y
te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro
hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros
padres que nos daría. Y el sacerdote
tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar de Jehová tu
Dios.
Las primicias se llevaban al Templo, y allí las
recibía un sacerdote, quien las presentaba delante de Dios.
El oferente debía hacer una oración que incluye
un paso por la historia…
(Deu. 26:5-9) Entonces hablarás y dirás delante de Jehová tu
Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y
habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte
y numerosa; y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron, y pusieron sobre
nosotros dura servidumbre. Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y
Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra
opresión; y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con
grande espanto, y con señales y con milagros;
y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche
y miel.
Es importante recordar de donde hemos venido,
porque así no nos olvidaremos de lo que le Dios ha hecho por nosotros. Las primicias son sólo una muestra de todo lo
que le debemos a Dios.
(Deu. 26:10-11)
Y
ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh
Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová
tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.
Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a
tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti.
DIEZMO DEL TERCER AÑO
En este momento, la Torá vuelve a recordar al Su
Pueblo sobre la designación especial del segundo diezmo…
(Deu. 26:12)
Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero,
el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la
viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán.
Cada tres años, no deben llevar el diezmo de sus
cosechas al Templo sino repartirlo localmente entre los levitas, los
extranjeros, las viudas y los huérfanos. [Nota: Los detalles de este diezmo lo
encuentran en el estudio de: Devarim 14: Dieta y Diezmo]
Así como en las Primicias, también en el caso
del “Diezmo del 3° Año” la Torá enseña qué oración proclamar al entregarlo:
(Deu. 26:13-15)
Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y
también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme
a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos. No he comido de ello en mi luto, ni he
gastado de ello estando yo inmundo, ni de ello he ofrecido a los muertos; he
obedecido a la voz de Jehová mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has
mandado. Mira desde tu morada santa, desde
el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como
juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel.
Estas oraciones son inusuales en la Torá, pues
no siempre nos enseña “cómo orar” en cada caso…pero sí lo hace con las
Primicias y el Diezmo del Tercer Año por su importancia.
CONCLUSIÓN
Al final de este capítulo vemos la conclusión
de la “repetición de la Ley”. También
cierra el segmento de los estatutos y decretos que comenzaron en Devarim 12.
(Deu. 26:16-17)
Jehová tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida,
pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. Has declarado solemnemente hoy que Jehová es
tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus
mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz.
Los mandamientos de la Torá es lo que
diferencia al pueblo de Dios de todos los demás pueblos de la Tierra.
(Deu. 26:18-19) Y Jehová ha declarado hoy que tú
eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que
guardes todos sus mandamientos; a fin de
exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para
que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
Esta fue la invitación que Jehová hizo a Israel
al pie del Monte Sinaí…
(Exo 19:5-6)
Ahora, pues,
si diereis oído a mi voz, y
guardareis mi pacto, vosotros seréis mi
especial tesoro sobre todos los pueblos;
porque mía es toda la tierra. Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes,
y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel.
Este es el mismo llamado que Dios también hace
a todos aquellos gentiles que quieren formar parte del pueblo de Dios…
(1 Pedro 2:9-12) Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en
otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia. Amados, yo os ruego como a
extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para
que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la
visitación, al considerar vuestras buenas obras.
Dios nos da la oportunidad a todos de
pertenecer a Su Pueblo. Pero luego de
abrirnos las puertas del Reino de Dios, nos dice que debemos hacer las cosas
como Dios manda, siguiendo las normas del Rey.
podrian ampliar mas el estudio con respecto a las primicias de antemano muchas gracias por compartir DIOS LES SIGA BENDICIENDO
ResponderEliminar