jueves, 20 de agosto de 2015

DEVARIM 18: Levitas y Profetas

(Deuteronomio)

LA HEREDAD DE LOS LEVITAS
Todas las tribus de Israel recibieron territorio como heredad.  Las tierras no sólo les servían como lugar donde habitar, sino que también como fuente de sustento al trabajarla.  Sin embargo, una de las tribus no recibió tierras como heredad…
(Deu. 18:1-2)  Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán.  No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho. 

Ya se había mencionado el rol especial que cumplirían los levitas en el cap. 10...
(Deu. 10:8-9)  En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví  para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo.

Si no tenían tierras para producir, ¿de qué vivirían los levitas?  El Señor les dio una provisión especial: a ellos les sería dado el diezmo y las primicias de la producción de las demás tribus de Israel, además de los alimentos provenientes de los sacrificios y ofrendas animales y vegetales.
(Deu. 18:3-5)  Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar.  Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás; porque le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para administrar en el nombre de Jehová,  él y sus hijos para siempre. 

También en el libro Números se habla de esta porción especial para los levitas…
(Num. 18:20-21)  Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel.  Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.

Pablo hizo referencia a la porción de los ministros de Dios en el Templo, y explicó que su servicio era equivalente al de los ministros creyentes en su tiempo.
(1 Corintios 9:13-14) ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?  Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

La mayoría de los levitas no vivían en Jerusalén, sino en las 48 ciudades levitas repartidas en todo el territorio de Israel (Num 35:7-8).  Eran ciudades de habitación con ejidos alrededor para cultivos de subsistencia.  En esas ciudades, los levitas servían al pueblo local como jueces y maestros de la Ley (heb. Torá); pero su principal trabajo era servir a Dios en el Templo en Jerusalén. 
(Deu. 18:6-7) Y cuando saliere un levita de alguna de tus ciudades de entre todo Israel, donde hubiere vivido, y viniere con todo el deseo de su alma al lugar que Jehová escogiere, ministrará en el nombre de Jehová su Dios como todos sus hermanos los levitas que estuvieren allí delante de Jehová. 

Aunque los levitas no recibieron heredad en tierras, ellos se quedaron con la mejor porción: servir al Señor. El servicio de los levitas en el Templo se repartía entre 24 grupos, cada uno de los cuales servían dos semanas al año (1 Crónicas 24:4-18).  En Jerusalén se le daba posada y alimento a los levitas que llegaran a servir a Dios (Deu. 18:8).


NO IMITARÁN LAS ABOMINACIONES
Cuando los israelitas entraran a la Tierra Prometida, ellos no iban a encontrar una tierra desierta, sino habitada.  Una y otra vez, la Torá les advierte que deben limpiar el territorio de la idolatría y de todas las abominaciones de los pueblos anteriores.
(Deu. 18:9-12)  Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da,  no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones.  No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.  Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.

La definición de estas abominaciones es la siguiente:
·         Pasar a los hijos por fuego: esta práctica estaba asociada a la adoración al dios pagano Moloc, quien  demandaba el sacrificio de un hijo.
·         Adivinación: es buscar conocer el futuro por medio de la magia u otros medios que no tienen que ver con la ciencia ni la razón.
·         Agorero: que presagia males o desgracias
·         Sortilegio: adivinación que no se basa en la ciencia o en la razón, sino en la magia.
·         Hechicería: poderes mágicos y maléficos que se usan para dominar la voluntad de una persona o controlar el curso de los acontecimientos.
·         Encantamientos: pronunciar ciertas palabras con poder mágico para cambiar las cosas a su favor
·         Magia: ciencia oculta que pretende producir efectos sorprendentes con la ayuda de fuerzas secretas de la naturaleza
a.    magia blanca”: uso de medios naturales que parecen sobrenaturales
b.    magia negra”: hacer cosas extraordinarias con ayuda de un demonio
·         Consulta de muertos o nigromancia: adivinación del futuro por medio de la invocación al espíritu de los muertos

Las naciones cananeas solían practicar esas abominaciones, pero la Torá advierte claramente a Israel que no imiten esas malas costumbres.
(Deu. 18:14)  Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen;  mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios. 


PERFECTO
En contraste con las costumbres paganas de las demás naciones, la Biblia dice que Israel está llamado a ser “perfecto”…
(Deu. 18:13)  Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. 

¿A qué se refiere con “ser perfecto”? 
Evidentemente no se refiere a “no tener defectos”, pues ningún ser humano es perfecto.  Más bien se refiere a ser íntegro y recto.  La palabra que se traduce como “perfecto” en hebreo es: Tamim, que también puede traducirse como: íntegro (o entero), recto, verdadero, sincero.

Una persona íntegra es la que actúa con rectitud.  Busca en todo momento hacer las cosas como Dios manda; y en caso que se equivocara, rectifica.  Esto es lo que se consideraría como alguien “perfecto” o íntegro en el concepto bíblico (heb. Tamim).

El llamado a “ser perfecto” o íntegro se remonta a Abraham…
(Génesis 17:1)  Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.

En el Sermón del Monte, Jesús también nos llamó a ser perfectos… 
(Mateo 5:48)  Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Ser prefecto está relacionado con imitar a Dios. 
(Lucas 6:40)  El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.

El perfeccionamiento debe ser la meta de los creyentes (2 Cor. 7:1), y es un proceso que dura toda la vida.  Pablo es un ejemplo de ello…
(Filipenses 3:12-15)  No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.  Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.  Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

Todo creyente debe apuntar a ser perfecto.  Cada uno debe dar lo mejor de sí, y el Señor hará el resto (Col. 1:28-29).

Lo contrario a buscar ser perfecto sería ser de “doble ánimo”, y de esto habla Santiago:
(Santiago 1:8)  El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

La persona de “doble ánimo” a veces es buena, y otras veces actúa mal sin arrepentimiento.  Suele juzgar a los demás con dureza, pero con él mismo es clemente.  El doble ánimo es una cuestión del corazón que se refleja en las acciones.  Por eso Santiago dice:
(Santiago 4:8)  Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.  Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.

La Biblia menciona el concepto de integridad (“ser perfecto” heb. Tamim) en contraposición con las abominaciones que hacen las demás naciones.  Dios llama a su pueblo Israel a ser diferente, apartado…a ser santo como Dios es santo (Lev. 20:23-27)


PROFETA EN MEDIO DE TI
En contraste con las artes mágicas, la Biblia presenta la figura del profeta…  

Algunos tal vez tengan la tentación de ver al “profeta” como la versión bíblica del mago o hechicero, pero nada puede estar más lejos de la realidad.  Mientras que los magos buscan manipular el presente y futuro a su antojo, el profeta bíblico nos lleva a someternos a la voluntad de Dios.

El profeta bíblico es simplemente una voz que Dios usa para revelarnos Su voluntad.  Muchos identifican al profeta con el concepto de “predecir el futuro”, pero esa no es la esencia de su propósito.  En realidad el profeta es aquel que habla lo que Dios quiere decir a Su pueblo, ya sea con respecto al futuro, al presente y aún en relación al pasado. Profeta en hebreo es: Navi, que viene del verbo “Navá” que significa: hablar por inspiración (o profetizar). 

Veamos ahora lo que la Biblia dice con respecto al profeta en Devarim 18…
(Deu. 18:15-18)  Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.  Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. 

El profeta es un intermediario entre Dios y Su pueblo.  Lo que él habla es porque Dios se lo dijo, y por ello debemos atender lo que el profeta dice.
(Deu. 18:19)  Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta. 

El pueblo debe obedecer al profeta.  Pero, ¿aplica esto a todos los profetas?  Mientras que el profeta hable de parte de Dios, sí debemos atender a sus palabras; pero la Biblia también nos advierte que tengamos cuidado de los profetas falsos…

PROFETAS FALSOS
La Biblia define al “profeta falso” como aquel que habla algo que Dios no le ha dicho.  Y la consecuencia de tal falta es muy seria…
(Deu. 18:20)  El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre,  a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos,  el tal profeta morirá. 

La pena es severa porque el peligro es muy serio, ya que puede desviar al pueblo de Dios.  Lo difícil es distinguir quién es un profeta falso o uno verdadero. La Torá nos enseña una forma de determinarlo…
(Deu. 18:21-22)  Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?  Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.

LEVANTARÉ UN PROFETA
La descripción del profeta de Dios en este capítulo tiene escondida una profecía mesiánica. 
(Deu. 18:15)  Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…

Dando testimonio de Jesús como Mesías, Pedro señaló que él era el profeta prometido en Devarim…
(Hechos 3:22-23)  Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;  y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.

Jesucristo (en hebreo, Yeshua HaMashiaj) es el profeta enviado, que nos habla lo que Dios Padre ha dicho, y a Él debemos obedecer. 

(Juan 12:49-50)  Porque yo no he hablado de mí mismo; mas el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.  Y sé que su mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo.



*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)

*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO


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