En el capítulo 11 de Devarim todavía seguimos
con los mandamientos que tienen que ver con nuestra relación con Dios…
(Deu. 11:1)
Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos,
sus decretos y sus mandamientos, todos los días.
Amar a Dios requiere fe, ya que no podemos ver
a Dios cara a cara. Sin duda es difícil
creer sin ver. Pero aunque no podamos
ver a Dios ciertamente podemos ver sus obras, las cuales nos dan testimonio de
Él…
TUS OJOS HAN VISTO
Cuando Dios pide absoluta fe de Su Pueblo, es
porque les ha demostrado quién es Él. Tal
vez los hijos pequeños o los impíos no han podido ver las obras Dios, pero si
uno ha sido creyente por un tiempo, comenzará a ver la mano de Dios en su vida.
Este es el mensaje que Moisés dio a la
generación de israelitas que vieron los grandes milagros en el desierto…
(Deu. 11:2-6)
Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido
ni visto el castigo de Jehová vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su
brazo extendido, y sus señales, y sus obras que hizo en medio de Egipto a
Faraón rey de Egipto, y a toda su tierra; y lo que hizo al ejército de Egipto, a
sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las aguas del Mar Rojo sobre ellos,
cuando venían tras vosotros y Jehová los destruyó hasta hoy; y lo que ha hecho
con vosotros en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar; y lo que
hizo con Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la
tierra, y los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo su ganado, en medio
de todo Israel.
En esta parte de su discurso, Moisés recuerda
varios eventos milagrosos que los israelitas presenciaron: la liberación de la
esclavitud y la salida de Egipto con plagas (Éxodo caps. 1 al 12; Salmo
105:27-45); la destrucción del Faraón y su ejército en el Mar Rojo (Exo. 14-15);
los milagros en el desierto al darles agua y comida diaria, al igual que los
castigos por la desobediencia (Num. 16 & 26:9-10).
No vamos a leer las escrituras que narran estos
eventos porque son muy extensas, pero sí leeremos un buen resumen escrito en
los Salmos:
(Salmo 105:26-45) Envió a su siervo Moisés, y a Aarón,
al cual escogió. Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en
la tierra de Cam. Envió tinieblas que lo oscurecieron todo; no fueron rebeldes
a su palabra. Volvió sus aguas en sangre, y mató sus peces. Su tierra produjo
ranas hasta en las cámaras de sus reyes. Habló, y vinieron enjambres de moscas,
y piojos en todos sus términos. Les dio granizo por lluvia, y llamas de fuego
en su tierra. Destrozó sus viñas y sus higueras, y quebró los árboles de su
territorio. Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número; y comieron toda
la hierba de su país, y devoraron el fruto de su tierra. Hirió de muerte a
todos los primogénitos en su tierra, las primicias de toda su fuerza. Los sacó
con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo. Egipto se alegró de que
salieran, porque su terror había caído sobre ellos. Extendió una nube por
cubierta, y fuego para alumbrar la noche. Pidieron, e hizo venir codornices; y los sació de pan
del cielo. Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como
un río. Porque se acordó de su santa palabra dada a Abraham su siervo. Sacó a
su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos. Les dio las tierras de las
naciones, y las labores de los pueblos heredaron; para que guardasen sus
estatutos, y cumpliesen sus leyes. Aleluya.
Ante todos estos milagros que Dios hizo (y aún
hace en nuestras vidas el día de hoy), no hay excusa para no creer. Y parte
esencial de creer es obedecer…
(Deu. 11:7-9)
Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho.
Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis
fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; y
para que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la cual juró Jehová a
vuestros padres, que había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que
fluye leche y miel.
La idea de darle la Tierra Prometida a Israel
no es para que hagan lo que quieran, sino para que ellos vivan como Dios manda
y sirvan así de ejemplo a todas las naciones...
(Deu. 8:10-11) Y comerás y te saciarás, y
bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de
no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y
sus estatutos que yo te ordeno hoy.
Esta es la esencia del mensaje que Moisés le dio a Josué antes de entrar a
conquistar la Tierra Prometida.
(Josué 1:6-7) Esfuérzate y sé valiente; porque tú
repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que
la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni
a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que
emprendas.
Dios no espera que seamos “perfectos”, porque
nadie lo es; pero lo que Él espera es que nos esforcemos y
demos lo mejor de nosotros, pues el resto lo hará Dios—y para Él será la
gloria.
DESCRIPCIÓN DE LA TIERRA PROMETIDA
En este capítulo, Moisés vuelve a describir la
Tierra Prometida, pero desde otra perspectiva…
(Deu. 11:10-12)
La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Egipto
de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como
huerto de hortaliza. La tierra a la cual
pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la
lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová
tu Dios, desde el principio del año
hasta el fin.
Moisés compara la Tierra Prometida con la
tierra de Egipto que, además del desierto, era su único punto de referencia.
Una de las comparaciones que hace es en relación a la forma en que se hacen los
cultivos. Moisés señala que en
Egipto “se riega con el pie, como huerto de hortalizas”. Los egipcios usaban el agua del río Nilo para
regar sus campos usando un sistema de irrigación por canales. Para regar sus plantíos, los egipcios
solamente tenían que abrir “con el pie” un canal de irrigación, y luego volver
a mover tierra para cerrarlo.
Moisés explica que los cultivos en la Tierra
Prometida son muy diferentes ya que el terreno es montañoso y la fuente de agua
no es un río sino el Cielo (10:11).
En Israel se encuentra el río Jordán, pero éste está localizado en un valle a 300 metros debajo del nivel del mar, por lo que en aquel tiempo no era útil para riego más que para
el valle al oriente. Por ello, los
cultivos en la tierra de Canaán dependían completamente de la lluvia.
En Israel llueve seis meses del año (de octubre
a marzo), y el resto del año es temporada seca (abril a septiembre). Si no llueve mucho en el invierno, entonces
se dan sequías que pueden llevar a hambrunas.
¿De qué depende que la lluvia caiga o no? Moisés explicó que la lluvia
dependería de la obediencia del pueblo…
(Deu. 11:13-15)
Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo
hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y
con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu
grano, tu vino y tu aceite. Daré también
hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás.
En Levítico también se habla de esta relación
entre la obediencia y la lluvia…
(Levítico 26:3-4) Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis
mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y
la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.
Este es el mismo principio de la bendición: Dios
desea darle todo tipo de bendiciones a su pueblo, pero ellas están condicionadas
a la obediencia. Este es un mensaje que queda claro a lo largo del libro de
Devarim.
(Deu. 28:1-2)
Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para
guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre
todas las naciones de la tierra. Y
vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de
Jehová tu Dios.
PARA MANTENER LA BENDICIÓN
Habiendo señalado que la bendición viene por la
obediencia, Moisés les explica que para mantener esa bendición deben cuidarse
de no olvidar a Dios…
(Deu. 11:16-17) Guardaos, pues, que vuestro corazón
no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos;
y se encienda el furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya
lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os
da Jehová.
Tal como lo vimos en el capítulo 6, Moisés
vuelve a repetirles cómo pueden guardarse de no olvidar…
(Deu. 11:18-21)
Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra
alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre
vuestros ojos. Y las enseñaréis a
vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes
por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en
los postes de tu casa, y en tus puertas;
para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos
sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como
los días de los cielos sobre la tierra.
La forma de evitar olvidar es enseñar a los
hijos y tener un recordatorio a plena vista en la casa (tal como la Mezuza
y los tzitzit—para más detalles, ver estudio del cap. 6).
Algunas personas han llegado a creer que estos
“recordatorios” son la fuente de la bendición (como amuletos de suerte), y esto
puede ser un peligro. No debemos olvidar
que la bendición viene por la obediencia, y los recordatorios simplemente
sirven para ayudarnos a recordar eso.
La obediencia es central y determinante. Si obedecemos a Dios, Él nos bendecirá—y esto
incluye ayudarnos a vencer a los enemigos y darnos todo lo que Él nos ha
prometido…
(Deu. 11:22-25)
Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os
prescribo para que los cumpláis, y si amareis a Jehová vuestro Dios, andando en todos sus caminos, y siguiéndole a
él, Jehová también echará de delante de vosotros a todas estas naciones, y
desposeeréis naciones grandes y más poderosas que vosotros. Todo lugar que pisare la planta de vuestro
pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates
hasta el mar occidental será vuestro territorio. Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo
y temor de vosotros pondrá Jehová vuestro Dios sobre toda la tierra que
pisareis, como él os ha dicho.
TÚ ELIGES: LA BENDICIÓN O LA MALDICIÓN
Sin duda alguna, Dios quiere bendecir a Su
Pueblo; eso es lo que está en su corazón.
Sin embargo, no todo depende de Él, ya que la opción es de cada persona:
(Deu. 11:26-28) He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la
bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová
vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los
mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os
ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido.
Dios dio libre albedrío al ser humano; nos dejó
la posibilidad de escoger entre obedecerle o no. Lo que debemos estar conscientes es que esta
decisión tendrá repercusiones. Si
obedecemos, vendrá bendición; pero si desobedecemos, nos alcanzará la
maldición. Éstas son las reglas de la
vida.
Para hacerlo gráfico, el Señor pidió a Moisés
que pusiera unas señales en ciertos montes de Israel…
DOS MONTES POR SEÑAL
Como recordatorio de las consecuencias de la
obediencia y la desobediencia, el Señor le pidió a los israelitas que pusieran
unas señales en dos montes: Ebal y Gerizim.
(Deu. 11:29-30)
Y cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual vas
para tomarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre
el monte Ebal, los cuales están al otro lado del Jordán, tras el camino del
occidente en la tierra del cananeo, que habita en el Arabá frente a Gilgal,
junto al encinar de More.
En el capítulo 27 se darán instrucciones más
detalladas sobre esto, por lo tanto dejaremos este tema para ese momento. Baste ahora mencionar que las señales en
estos montes servirían como recordatorios a nivel nacional para que Israel no
olvide obedecer a Dios.
(Deu. 11:31-32)
Porque vosotros pasáis el Jordán para ir a poseer la tierra que os da
Jehová vuestro Dios; y la tomaréis, y habitaréis en ella. Cuidaréis, pues, de
cumplir todos los estatutos y decretos que yo presento hoy delante de vosotros.
Dios le dio la Tierra Prometida a Israel, no
para que ellos hicieran lo que quisieran allí sino para que vivieran como Dios
manda y sirvieran así de ejemplo a todas las naciones del mundo. Ese es su llamado: ser luz al mundo (Mateo
5:14-19).
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