Luego de hacer la
introducción de la Ley (con los 10 Mandamientos), Moisés entrará a ampliar los
detalles de la Torá:
(Deu. 6:1) Estos, pues,
son los mandamientos, los estatutos y los juicios que el SEÑOR vuestro Dios me
ha mandado que os enseñe, para que los pongáis por obra en la tierra que vais a
poseer…
Comencemos por definir los tipos
de ley mencionados:
- Mandamiento: Es la orden que da un superior a sus subordinados para que sea obedecida y ejecutada. En la Torá, es todo lo que manda Dios.
- Estatuto: Son leyes fijas, establecidas, que no cambian. Muchas de ellas van más allá de la razón humana, pero tienen un propósito espiritual.
- Juicio: Literalmente significa veredicto. En la Torá, es todo lo que Dios considera justo (bueno o malo).
Algunos comentaristas señalan
que la primera parte de la Ley (en Devarim) consiste de mandamientos y la segunda parte de estatutos y juicios.
a.
Mandamientos (Caps. 6-11): norman nuestra relación con Dios.
Curiosamente, la palabra
“mandamientos” en el versículo 6:1, en hebreo se encuentra en singular: Mitzvá.
El primer mandamiento se
define al principio de esta sección: Amar a Dios.
(Deu. 6:4-6) Escucha, oh
Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estas palabras
que yo te mando (heb. M’tzaveja) hoy, estarán sobre tu corazón.
Al final de esta sección
encontramos el cierre y la definición del tema de esta primera parte:
(Deu. 11:22) Porque si guardáis
cuidadosamente todo este mandamiento (heb.
Mitzvá) que os ordeno para cumplirlo, amando
al SEÑOR vuestro Dios, andando en todos sus caminos y allegándoos a El…
b.
Estatutos y Juicios (Caps.
12-26): norman nuestra relación con el prójimo.
[Nota: a veces los conceptos
de ley se traducen de diferente forma en español, pero en hebreo se usan las
mismas palabras en esta sección: Jukim y Mishpatim)
(Deu. 11:31-32) Porque vais a
pasar el Jordán para ir a poseer la tierra que el SEÑOR vuestro Dios os da, y
la tomaréis y habitaréis en ella; y tendréis cuidado de cumplir todos los estatutos
y decretos (heb. Jukim
v’Mishpatim) que hoy pongo delante de vosotros.
(Deu. 12:1) Estos son los
estatutos y los decretos (heb. Jukim v’Mishpatim) que observaréis cuidadosamente en la tierra que el SEÑOR, el Dios de tus
padres, te ha dado para que la poseáis todos los días que viváis sobre su
suelo.
El siguiente versículo cierra
esta sección:
(Deu. 26:16) El SEÑOR tu
Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y ordenanzas (heb. Jukim v’Mishpatim). Cuidarás, pues, de cumplirlos con todo tu corazón y con toda tu alma.
LA RAZÓN
Antes de iniciar la primera
sección, Moisés señala la razón por la que debemos guardar los mandamientos,
estatutos y juicios:
(Deu. 6:2-3) …para que
temas al SEÑOR tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo
te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus
días sean prolongados. Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que
te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y
miel, tal como el SEÑOR, el Dios de tus padres, te ha prometido.
De nuevo, Moisés recalca que
el propósito de enseñarles la Torá (Ley) es para que la pongan por obra, y así
les vaya bien.
EL PRIMER MANDAMIENTO
Como vimos, el primer
“mandamiento” es reconocer que “Yehová
es Dios” (Deu. 5:6). El capítulo
seis está relacionado con este primer mandamiento. En este capítulo veremos que este mandamiento
no sólo implica “reconocer” que Yehová es Dios, sino también consiste en amar a
Dios sobre todas las cosas. Esto mismo
fue lo que Jesús enseñó:
(Mat. 22:37-38) Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu
corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande
mandamiento.
AMARÁS A DIOS
Muchos relacionamos el “amor”
con sentimientos y emociones. Por ello,
cuando se menciona el mandamiento: “Amarás a Dios”, muchos lo relacionan con las
emociones que uno puede tener con respecto a Dios. Pero en el lenguaje de la Biblia, el amor
tiene poco que ver con las emociones y mucho que ver con la voluntad y la
obediencia. Esto es lo que se ve claramente en este capítulo.
(Deu. 6:4-5) Escucha, oh
Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.
En el lenguaje de Dios, el
amor se expresa con hechos. El amor no
es un “sentimiento” sino una “decisión”. Jesús nos enseñó que el amor a Dios se expresa
con la obediencia a los mandamientos.
(Juan 14:21) El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es
el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me
manifestaré a él.
(Juan 14:23-24) Jesús
respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo
amará, y vendremos a él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda
mis palabras; y la palabra que oís no es mía, sino del Padre que me envió.
La evidencia que amamos a
Dios es que le obedecemos…en TODO lo que Él diga y nos pida.
ENSEÑA A TUS HIJOS
Luego de aprender la Ley de
Dios (heb. Torá), debemos asegurarnos
de enseñarla a nuestros hijos, para que también ellos la guarden y les vaya
bien…
(Deu. 6:6-7) Y estas
palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las
enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y
cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
La frase: “Diligentemente las
enseñarás” también se pude traducir como: inculcar (del verbo en hebreo, Shanan,
que literalmente significa: afilar, atravesar).
Enseñar diligentemente
implica hacerlo en todo momento, y también de “palabra y hecho”. La mejor forma de enseñar no es sólo con
“explicaciones”, sino sobre todo con el ejemplo. Los hijos aprenden más de lo que ven hacer a
sus padres… “cuando se sientan en la casa y cuando van por el camino” (6:7).
PARA NO OLVIDAR
Para ayudarnos a que no se
nos olviden los mandamientos, el Señor da la siguiente instrucción:
(Deu. 6:8-9) Y las atarás
como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las
escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.
En el mundo vemos ejemplos de
esto todo el tiempo: una cinta amarrada al dedo puede servir para recordar algo—la
versión moderna sería una alarma en el aparato electrónico. También vemos anillos en el dedo que
recuerdan de un compromiso matrimonial.
En muchas culturas, la gente coloca imágenes de sus dioses en la puerta
principal de su casa. Ciertamente Dios
no quiere que hagamos imagen de Él, pero sí quiere que recordemos el Pacto que
hemos hecho con Él. Los judíos han
tomado literalmente este mandamiento, y por ello colocan mezuzas en sus puertas
y se ponen filacterias en sus manos y frentes cuando oran cada día.
Aunque estos instrumentos
pueden ser útiles recordatorios, lo más importante es el mensaje espiritual que
conlleva: Las señales en la mano representan nuestras acciones, y en la frente representa
nuestros pensamientos. Dios quiere que
nuestros pensamientos y nuestras acciones reflejen el Pacto que hemos hecho con
Él, haciendo las cosas como Dios manda.
De igual forma, la Palabra de Dios escrita en los postes de la casa la
vemos cuando entramos y salimos, y esto nos recuerda que debemos vivir como
Dios manda tanto en la calle como en la intimidad del hogar.
Jesús hizo referencia a las
filacterias.
(Mateo 23:2-5) Los escribas y
los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. De modo que haced y
observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque
ellos dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen
sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan
sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos.
Jesús no criticó el
instrumento en sí sino la hipocresía de quienes la usaban, porque ostentaban de
ellas pero no guardaban los mandamientos de Dios.
Aquí Jesús hace referencia a
otro recordatorio: los flecos (heb. Tzit-tzit):
(Num. 15:38-41) Habla a los hijos de Israel y diles que se hagan
flecos en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y que pongan en el
fleco de cada borde un cordón azul. Y os servirá el fleco, para que cuando lo
veáis os acordéis de todos los mandamientos del SEÑOR, a fin de que los
cumpláis y no sigáis vuestro corazón ni vuestros ojos, tras los cuales os
habéis prostituido, para que os acordéis de cumplir todos mis mandamientos y
seáis santos a vuestro Dios. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios que os saqué de la
tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios.
Los instrumentos que
utilicemos para recordar los mandamientos no son el objetivo, sino que lo
importante es la obediencia.
LA BENDICIÓN COMO RESULTADO
En su discurso, Moisés resalta
el beneficio de guardar los mandamientos de Dios: la obediencia trae
bendición. Este mensaje aparece de
principio a fin del libro de Devarim.
Ante esta bendición, Dios
hace una advertencia:
(Deu. 6:10-12) Y sucederá que
cuando el SEÑOR tu Dios te traiga a la tierra que juró a tus padres Abraham,
Isaac y Jacob que te daría, una tierra con grandes y espléndidas ciudades que
tú no edificaste, y casas llenas de toda buena cosa que tú no llenaste, y
cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivos que tú no plantaste, y
comas y te sacies; entonces ten cuidado, no sea que te olvides del SEÑOR
que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.
No debemos olvidar que la
bendición viene de Dios. Cualquier bendición que podamos lograr obtener se lo
debemos TODO a Dios. Este mensaje se
ampliará aun más en los capítulos 7 y 8.
SOLO YEHOVÁ
Moisés toca otros puntos que
están relacionados con el primer mandamiento…
a. No tendrán otros dioses.
(Deu. 6:13-15) Temerás sólo al SEÑOR tu Dios; y a El adorarás, y
jurarás por su nombre. No seguiréis a otros dioses, a ninguno de los dioses de
los pueblos que os rodean, porque el SEÑOR tu Dios, que está en medio de ti, es
Dios celoso, no sea que se encienda la ira del SEÑOR tu Dios contra ti, y El te
borre de la faz de la tierra.
b. No tentarán a Dios.
(Deu. 6:16) No tentaréis al
SEÑOR vuestro Dios, como le tentasteis en Masah.
En Hebreos encontramos una explicación de lo que implica este
mandamiento:
(Hebreos 3:7-12) Por lo cual,
como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros
corazones, como en la provocación, como en el día de la prueba en el desierto,
donde vuestros padres me tentaron al ponerme a prueba, y vieron mis obras por
cuarenta años. Por lo cual me disgusté
con aquella generación, y dijo: Siempre se desvían en su corazón, y no han
conocido mis caminos; como juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Tened
cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de
incredulidad, para apartarse del Dios vivo.
c. Harán lo que es justo y bueno
(Deu. 6:17-19) Debéis guardar diligentemente los mandamientos del
SEÑOR vuestro Dios, y sus testimonios y estatutos que te ha mandado. Y harás lo
que es justo y bueno a los ojos del SEÑOR, para que te vaya bien, y para que
entres y tomes posesión de la buena tierra que el SEÑOR juró que daría a tus
padres, echando fuera a todos tus enemigos de delante de ti, como el SEÑOR ha
dicho.
ENSEÑA A TUS HIJOS
En este capítulo se hace
evidente el énfasis que Dios pone en que les enseñemos a nuestros hijos el
orden de Dios. Si los padres no enseñan
a sus hijos, en palabra y hecho, la conexión con Dios se puede perder en el
cambio generacional.
Cuando los hijos son
pequeños, ellos creen todo lo que sus padres les dicen, pero cuando llegan a la
adolescencia, los chicos comienzan a poner en tela de juicio todo. El Señor anticipa que los hijos pondrán en
duda la validez de la Torá en sus vidas, pues en un mundo de pecado el orden de
Dios no viene “natural”; por otro lado, la forma en que se vive en el mundo
muchas veces va en contra del orden de Dios.
Este capítulo contempla las preguntas que harán los hijos…
(Deu. 6:20) Cuando en el
futuro tu hijo te pregunte, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y los
estatutos y los juicios que el SEÑOR nuestro Dios os ha mandado?
La Biblia ofrece la respuesta
que los padres deben dar:
(Deu. 6:21-24) entonces dirás
a tu hijo: Éramos esclavos de Faraón en Egipto, y el SEÑOR nos sacó de Egipto
con mano fuerte. Además, el SEÑOR hizo grandes y temibles señales y maravillas
delante de nuestros ojos contra Egipto, contra Faraón y contra toda su casa; y
nos sacó de allí para traernos y darnos la tierra que El había jurado dar a
nuestros padres. Y el SEÑOR nos mandó que observáramos todos estos estatutos, y
que temiéramos siempre al SEÑOR nuestro Dios para nuestro bien y para
preservarnos la vida, como hasta hoy.
Primero explica que le
debemos la libertad a Dios, y por ello le debemos obediencia. Pero también debemos obedecer para que nos
vaya bien y tengamos una buena vida.
En un sentido espiritual,
esta explicación habla también de la salvación: éramos esclavos al pecado, pero
el Señor nos redimió, y ahora debemos vivir como Dios manda para que nos vaya
bien.
JUSTICIA
El versículo final de este
capítulo revela un principio que es importante aprender:
(Deu. 6:25) Y habrá justicia para nosotros si nos cuidamos en
observar todos estos mandamientos delante del SEÑOR nuestro Dios, tal como El
nos ha mandado.
¿Queremos que se nos haga
justicia? Entonces cada uno de nosotros debemos
cumplir con la justicia de Dios, obedeciendo sus mandamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Son bienvenidos las dudas y comentarios (con el entendido que se hagan con respeto)...