Luego de hacer el recuento
histórico que los llevó hasta ese momento, Moisés regresó al tema central de su
discurso final: la instrucción de Dios (conocido en hebreo como Torá).
(Deu. 4:1) Ahora pues, oh
Israel, escucha los estatutos y los juicios que yo os enseño para que los
ejecutéis, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el
SEÑOR, el Dios de vuestros padres, os da.
Una y otra vez leeremos esta
frase en Devarim: “Oye, Israel” (heb. Shema Yisrael). El concepto en hebreo de “oír” es más
completo que en español; “Shemá” no
sólo implica escuchar sino también aplicar, hacer. Tal vez una traducción más cercana sería
“atender”, que implica prestar atención y luego hacer lo que se le dijo.
Shemá = Escuchar + hacer
El propósito de enseñar la
Torá a la nueva generación es que la pongan en práctica en sus vidas, y no sólo
que la escuchen…
(Deu. 4:5) Mirad, yo os he
enseñado estatutos y juicios tal como el SEÑOR mi Dios me ordenó, para que
hagáis así en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla.
VENTAJAS DE LA TORÁ
Moisés expone cuáles son las
ventajas de tener la Torá, que otras naciones no tienen…
(Deu 4:6-8) Así que
guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra
inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos
estatutos, dirán: Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e
inteligente. Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella
como está el SEÑOR nuestro Dios siempre que le invocamos? ¿O qué nación grande
hay que tenga estatutos y juicios tan justos como toda esta ley que yo pongo
hoy delante de vosotros.
Ventajas sobre los otros
pueblos:
- Tendrán más sabiduría e inteligencia, pues conocen los principios de la vida y cómo funciona el mundo
- Pueden tener una relación cercana con Dios
- Las leyes de Dios promueven una verdadera justicia
Algunas personas ven las
leyes como “frenos” que los limitan. ¡Esto
es contrario a lo que dice la Biblia! Lejos de ser un obstáculo, la Ley de Dios
es una ventaja, que trae bendición a quien la cumple.
En el Salmo 19 leemos lo que
David escribió sobre la Ley de Dios:
(Salmo 19:7-11) La ley de Jehová
es perfecta, que restaura el alma; el testimonio de Jehová es seguro, que hace
sabio al sencillo. Los preceptos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
el mandamiento de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es
limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdaderos, todos
ellos justos; deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces
que la miel y que el destilar del panal. Además, tu siervo es amonestado por
ellos; en guardarlos hay gran recompensa.
También Pablo habla de los
beneficios de la Palabra de Dios (que en su tiempo se refería a la Torá y los
profetas, en hebreo: Tanaj).
(2 Timoteo 3:16-17) Toda Escritura
es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado
para toda buena obra.
Entre las ventajas que Moisés
presenta, está la bendición de tener un Dios que esté cercano a su pueblo
(4:7). Más adelante, Moisés aclara que
la relación que Dios tiene con Su pueblo
es mejor que la que otros pueblos puedan tener con sus dioses…
(Deu. 4:32-35) Ciertamente, pregunta ahora acerca de los tiempos
pasados que fueron antes de ti, desde el día en que Dios creó al hombre sobre
la tierra; inquiere desde un extremo de los cielos hasta el otro. ¿Se ha hecho
cosa tan grande como ésta, o se ha oído algo como esto? ¿Ha oído pueblo alguno
la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, y ha
sobrevivido? ¿O ha intentado dios alguno tomar para sí una nación de en medio
de otra nación, con pruebas, con señales y maravillas, con guerra y mano fuerte
y con brazo extendido y hechos aterradores, como el SEÑOR tu Dios hizo por ti
en Egipto delante de tus ojos? A ti te fue mostrado, para que supieras que el
SEÑOR, El es Dios; ningún otro hay fuera de El.
Este último punto es muy
importante: No sólo Yehová es mejor que cualquier otro dios, sino que es el
único…porque “no hay otro fuera de Él”.
Los demás dioses son todos falsos; Yehová es el único verdadero Dios. Esto lo vuelve a afirmar al final del
capítulo.
(Deu. 4:39-40) Por tanto,
reconoce hoy y reflexiona en tu corazón, que el SEÑOR es Dios arriba en los
cielos y abajo en la tierra; no hay otro. Así pues, guardarás sus estatutos y
sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el
SEÑOR tu Dios te da para siempre.
NO TE OLVIDES
Sabiendo los beneficios que
tiene la Torá, Moisés insta al pueblo a que guarden las mandamientos, y no sólo
eso sino que se aseguren de enseñarlo a sus hijos.
(Deu. 4:9) Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos.
(Deu. 4:9) Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos.
Las palabras que se traducen como: “cuídate” y “guarda” vienen ambas de la misma raíz en hebreo: Shamar,
que literalmente significa: poner un cerco alrededor, como protección. También puede traducirse como: proteger,
preservar. Esta es la misma palabra que
se usa para “guardar los mandamientos”.
Debemos aclarar que “guardar la Ley” no significa “meterla en una gaveta
o es una caja de seguridad”; más bien significa: ponerla en práctica. Cuando vivimos y practicamos la Ley de Dios,
ésta nos protege.
Otra forma de “cuidarnos y
guardar la ley” es:
- NO OLVIDAR. Esto implica que debemos leerla y estudiarla constantemente, pero sobre todo ponerla en práctica. Esto hará que la Palabra de Dios quede impresa en nuestras mentes y corazones.
- ENSEÑARLA a los hijos. La Palabra de Dios debe ser transmitida de generación en generación, para que no se pierda en el olvido.
La transmisión
multigeneracional de la Ley es un punto importante que Moisés repite a lo largo
del libro de Devarim (Deuteronomio), y ampliaremos este punto cuando lleguemos
al cap. 6.
Más adelante en el capítulo,
Moisés vuelve a decir que se cuiden de no olvidar… y advierte sobre el riesgo
que implica no hacerlo:
(Deu. 4:23) Guardaos, pues,
no sea que olvidéis el pacto que el SEÑOR vuestro Dios hizo con vosotros, y os
hagáis imagen tallada en forma de cualquier cosa que el SEÑOR tu Dios te ha
prohibido.
El hombre está diseñado para
adorar, y si no adora a Dios lo hará con algo más. Esto no sólo se refiere a otras religiones,
sino otras cosas; hoy en día se ve muy claro, pues la gente “adora” a sus
ídolos musicales, deportistas, actores, héroes, etc. También el dinero puede convertirse en un
ídolo. La idolatría es algo en contra de
lo cual debemos luchar constantemente.
CELO DIVINO
Si nosotros hemos hecho un
pacto con Yehová, y lo hemos reconocido como nuestro Dios, entonces Él no
permitirá que compartamos nuestra devoción con ningún otro “ídolo”.
(Deu. 4:24) Porque el SEÑOR
vuestro Dios es fuego consumidor, un Dios celoso.
La imagen de “Dios celoso” es
algo que nos cuesta comprender, porque los celos del hombre son muy diferentes
al celo de Dios.
Hay una gran diferencia entre
“celos” y “celo”:
1. CELOS. El
diccionario lo define de dos formas:
- El sentimiento de inquietud y pesar que se tiene al saber o sospechar que la persona amada siente preferencia por otra.
- Recelo o envidia por los logros ajenos.
2. CELO. En contraste, la definición de “celo” es: el cuidado, diligencia e interés con que alguien hace las cosas que tiene a su cargo.
Mientras que “los celos”
tienen que ver con un sentido de inseguridad, “el celo” es prácticamente lo
contrario, ya que es la pasión
de defender lo que una persona cree que es lo correcto, por convicción.
Cuando la Biblia habla de que
“Dios es celoso”, se refiere al concepto de “celo”, no celos. El sabe lo que es correcto, y lo
defiende. Aun cuando habla de la
traición de su pueblo con otros dioses, el celo de Dios obra en defensa de la
justicia y no por sospechas ni por inseguridad propia.
Moisés explica al pueblo que
Dios no pasará por alto su traición con falsos dioses (Deu. 32:15-23); y no
sólo eso, sino que no tolerará que se hagan una falsa imagen de Él.
(Deu. 4:15-20) Así que guardaos bien, ya que no visteis ninguna
figura el día en que el SEÑOR os habló en Horeb de en medio del fuego; no sea
que os corrompáis y hagáis para vosotros una imagen tallada semejante a
cualquier figura: semejanza de varón o hembra, semejanza de cualquier animal
que está en la tierra, semejanza de cualquier ave que vuela en el cielo,
semejanza de cualquier animal que se arrastra sobre la tierra, semejanza de
cualquier pez que hay en las aguas debajo de la tierra. No sea que levantes los
ojos al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército del
cielo, y seas impulsado a adorarlos y servirlos, cosas que el SEÑOR tu Dios ha
concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros el
SEÑOR os ha tomado y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que
seáis pueblo de su heredad como lo sois ahora.
Sobre este tema, termina
diciendo:
(Deu. 4:23-24) Guardaos, pues,
no sea que olvidéis el pacto que el SEÑOR vuestro Dios hizo con vosotros, y os
hagáis imagen tallada en forma de cualquier cosa que el SEÑOR tu Dios te ha
prohibido. Porque el SEÑOR vuestro Dios es fuego consumidor, un Dios celoso.
Moisés consideró muy
importante comenzar con este punto, pues fue uno de los grandes pecados de la
generación pasada: el pecado del Becerro de Oro (Éxodo 32).
Este punto es tan importante
para Dios que está entre los primeros mandamientos que le habló a Su Pueblo:
(Deu. 5:6-10) Yo soy el SEÑOR
tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No
tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ningún ídolo, ni semejanza
alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el SEÑOR
tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los
hijos, y sobre la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen, pero
que muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis
mandamientos.
El Señor espera que nos
entreguemos a El de TODO corazón (Deu. 6:5), y no a medias pues eso no es amor
verdadero.
Dios no es celoso por envidia
ni por inseguridad; más bien, el celo divino es porque sabe lo que Él
vale. Si hacemos pacto con Dios, Él lo
tomará en serio y no permitirá que lo tomemos a la ligera. Él nos dará todos los beneficios de ser Su
Pueblo, pero también nos pedirá cuentas.
Este mensaje lo explica muy bien Josué a los israelitas luego de haber
terminado la conquista de la Tierra Prometida.
(Josué 24:14-24) Ahora pues,
temed al SEÑOR y servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que
vuestros padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid al SEÑOR.
Y si no os parece bien servir al SEÑOR, escoged hoy a quién habéis de servir:
si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del
río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa,
serviremos al SEÑOR. Y el pueblo respondió, y dijo: Lejos esté de nosotros
abandonar al SEÑOR para servir a otros dioses; porque el SEÑOR nuestro Dios es
el que nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de la tierra de Egipto, de la
casa de servidumbre, el que hizo estas grandes señales delante de nosotros y
nos guardó por todo el camino en que anduvimos y entre todos los pueblos por entre
los cuales pasamos. Y el SEÑOR echó de delante de nosotros a todos los pueblos,
incluso a los amorreos, que moraban en la tierra. Nosotros, pues, también
serviremos al SEÑOR, porque El es nuestro Dios. Entonces Josué dijo al pueblo:
No podréis servir al SEÑOR, porque El es Dios santo, El es Dios celoso; El no
perdonará vuestra transgresión ni vuestros pecados. Si abandonáis al SEÑOR y
servís a dioses extranjeros, El se volverá y os hará daño, y os consumirá
después de haberos hecho bien. Respondió el pueblo a Josué: No, sino que
serviremos al SEÑOR. Y Josué dijo al pueblo: Vosotros sois testigos contra
vosotros mismos de que habéis escogido al SEÑOR para servirle. Y dijeron:
Testigos somos. Ahora pues, quitad los dioses extranjeros que están en medio de
vosotros, e inclinad vuestro corazón al SEÑOR, Dios de Israel. Y el pueblo
respondió a Josué: Al SEÑOR nuestro Dios serviremos y su voz obedeceremos.
EL PUEBLO FALLARÁ…
Luego de hablar del Celo de
Dios, Moisés dice algo que podría sorprendernos, ya que profetiza que el pueblo
le va a fallar a Dios. La profecía no
quiere decir que “Dios quiere que esto suceda”; más bien, lo que transmite es
que el Señor ya sabe lo que va a pasar (tanto porque sabe el futuro y también
porque conoce la naturaleza del ser humano).
(Deu.4:25-28) Cuando hayáis
engendrado hijos y nietos, y hayáis permanecido largo tiempo en la tierra, y os
corrompáis y hagáis un ídolo en forma de cualquier cosa, y hagáis lo que es
malo ante los ojos del SEÑOR vuestro Dios para provocarle a ira, pongo hoy por
testigo contra vosotros al cielo y a la tierra, que pronto seréis totalmente
exterminados de la tierra donde vais a pasar el Jordán para poseerla. No
viviréis por mucho tiempo en ella, sino que seréis totalmente destruidos. Y el
SEÑOR os dispersará entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las
naciones adonde el SEÑOR os llevará. Allí serviréis a dioses hechos por manos
de hombre, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.
El ser humano puede
fallar. Dios lo sabe, y quiere que el
pueblo lo sepa para que estén preparados.
La buena noticia es que: aunque caigamos, podemos volvernos a levantar…
(Deu. 4:29) Pero de allí buscarás al SEÑOR tu Dios, y lo
hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Después de estas palabras de
ánimo, Moisés dice algo muy interesante:
El menciona que esta profecía del retorno de su pueblo al Buen Camino
sucederá en “los postreros días” (heb. Ajarit haYamim: los últimos días).
(Deu. 4:30-31) En los
postreros días, cuando estés angustiado y todas esas cosas te sobrevengan,
volverás al SEÑOR tu Dios y escucharás su voz. Pues el SEÑOR tu Dios es Dios
compasivo; no te abandonará, ni te destruirá, ni olvidará el pacto que El juró
a tus padres.
El Señor sabe que Su Pueblo
le va a fallar; pero también sabe que van a regresar. Estas palabras deben animarnos, pues aunque
le fallemos a Dios, siempre tenemos la posibilidad de arrepentirnos y regresar
a Él, quien está dispuesto a perdonarnos y a restaurarnos.
NO AÑADIRÁN NI QUITARAN
Otro punto importante que
Moisés señala en esta introducción es lo siguiente:
(Deu. 4:2) No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del SEÑOR vuestro Dios que yo os mando.
(Deu. 4:2) No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del SEÑOR vuestro Dios que yo os mando.
Más adelante también está
escrito:
(Deu. 12:32) Cuidarás de
hacer todo lo que te mando; nada le añadirás ni le quitarás.
La Torá está perfecta tal
como Dios la dictó a Moisés. Si alguien pretende “añadirle” sería considerar
que le falta algo; “quitarle” implicaría que hay algo de más. A la Palabra de Dios, nada le falta ni nada
le sobra. Lo extra viene del hombre, y
así lo debemos definir; son opiniones, pero NO la Palabra de Dios.
Durante siglos, hombres han
estado quitando y añadiendo palabras a la Ley de Dios. Algunos han añadido mandamientos de hombre
(Mateo 15:2-9; Marcos 7:1-13), y han formado religiones. Otros han quitado a la Palabra de Dios
diciendo que parte de la Biblia ya no es válida. Ninguno de los extremos es bueno.
En Proverbios dice:
(Prov. 30:5-6) Probada es toda palabra de Dios; El es escudo para
los que en El se refugian. No añadas a sus palabras, no sea que El te reprenda
y seas hallado mentiroso.
Jesús enseñó sobre no añadir
ni quitar a la Torá:
(Mateo 5:17-19) No penséis que
he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino
para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la
tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que
toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun
de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el
reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será
llamado grande en el reino de los cielos.
Gracias,he aprendido mucho.Diod les bendiga!!
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