miércoles, 29 de abril de 2015

DEVARIM 3: Al otro lado del Río Jordán


Como vimos en el capítulo anterior (Deu. 2), antes de entrar a la Tierra Prometida (Canaán), los israelitas tuvieron que pasaron por varios territorios poblados: Edom, Moab, Amón y las tierras de los amorreos.  Ellos no debían conquistar esas tierras, pero sí debían pasar por ellas para poder llegar a Canaán (vía el Río Jordán).
Antes de cruzar por esas tierras, el Señor les instruyó que no pelearan con los edomitas, moabitas y amonitas, pero no dijo lo mismo de los amorreos.  Si los amorreos no les permitían pasar por sus tierras, Dios les autorizaba a pelear con ellos…y entrar en guerra implicaba que quien ganara se quedaría con el botín…
(Deu. 3:8-10)  Así tomamos entonces la tierra de mano de los dos reyes de los amorreos que estaban del otro lado del Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón (los sidonios llaman a Hermón, Sirión, y los amorreos lo llaman Senir): todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán.

La tierra al otro lado del Jordán (hoy Jordania) no estaba contemplada en el plan original de “conquista de Canaán”.  Pero dado que los amorreos los atacaron, ellos se defendieron y ganaron esos territorios.  A final, estos terminaron siendo asignados a tres tribus: Rubén, Gad y Manasés (media tribu). 
(Deu. 3:12-13)  Tomamos posesión, pues, de esta tierra en aquel tiempo. Desde Aroer, que está en el valle del Arnón, y la mitad de la región montañosa de Galaad y sus ciudades, se la di a los rubenitas y a los gaditas. Y el resto de Galaad y todo Basán, el reino de Og, toda la región de Argob, se la di a la media tribu de Manasés…

Esta asignación de tierras fue por pedido de las tribus de Rubén y Gad, pues les pareció buena tierra para sus ganados.  La solicitaron a Moisés, pero él les puso una condición:
(Deu. 3:18-20)  Y en aquel tiempo yo os ordené, diciendo: El SEÑOR vuestro Dios os ha dado esta tierra para poseerla; todos vosotros, hombres valientes, cruzaréis armados delante de vuestros hermanos, los hijos de Israel. Pero vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestro ganado (yo sé que tenéis mucho ganado), permanecerán en las ciudades que os he dado, hasta que el SEÑOR dé reposo a vuestros compatriotas como a vosotros, y posean ellos también la tierra que el SEÑOR vuestro Dios les dará al otro lado del Jordán. Entonces podréis volver cada hombre a la posesión que os he dado.

Las tribus de Rubén, Gad y Manasés podrían quedarse en las tierras con pastos del otro lado del río Jordán, pero antes los guerreros de estas tribus debían luchar a la par de sus hermanos en la conquista de toda la tierra de Canaán, como un solo pueblo (leer capítulo 32 del libro de Números).


MOISÉS NO ENTRARÁ
Luego de haber conquistado la tierra de los amorreos en el lado este del río Jordán, Moisés sabía que les quedaba poco tiempo para entrar a la Tierra Prometida.  Pero el Señor le había dicho que él personalmente no cruzaría por algo que había sucedido poco tiempo atrás…

Leamos primero la historia en Números 20:  
Los israelitas llegaron a Cades, donde no encontraron agua para beber. 
(Números 20:1-5)  Los hijos de Israel, toda la congregación, llegaron al desierto de Zin en el mes primero; y el pueblo se quedó en Cades. Allí murió Miriam y allí la sepultaron. Y no había agua para la congregación; y se juntaron contra Moisés y Aarón. El pueblo contendió con Moisés y le habló, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos perecido cuando nuestros hermanos murieron delante del SEÑOR! ¿Por qué, pues, has traído al pueblo del SEÑOR a este desierto, para que nosotros y nuestros animales muramos aquí? ¿Y por qué nos hiciste subir de Egipto, para traernos a este miserable lugar? No es lugar de sementeras, ni de higueras, ni de viñas, ni de granados, ni aun hay agua para beber.

En lugar de clamar a Dios con humildad (esperando si Dios quiere responder o no), el pueblo comenzó a murmurar (reclamando lo que creían “merecer”). 

Esta era una prueba para la nueva generación, para ver donde tenían su corazón y si confiaban en Dios.  Lamentablemente, se portaron de forma similar a sus padres.

Los únicos que buscaron a Dios con humildad fueron Moisés y Aarón …
(Num. 20:6)  Entonces Moisés y Aarón fueron de delante de la asamblea a la puerta de la tienda de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y se les apareció la gloria del SEÑOR.

Cuando buscamos a Dios en humildad, podemos ver su gloria.  También nos abrimos a oír Su Voluntad.  En ese momento, el Señor les dijo lo siguiente:
(Num. 20:7-8)  Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Toma la vara y reúne a la congregación, tú y tu hermano Aarón, y hablad a la peña a la vista de ellos, para que la peña dé su agua. Así sacarás para ellos agua de la peña, y beban la congregación y sus animales.

Las instrucciones eran las siguientes:
  1. Toma la vara
  2. Reúne a la congregación
  3. Habla a la peña a la vista de ellos
  4. Resultado > saldrá agua de la peña

Veamos ahora lo que hizo Moisés…
(Num. 20:9-11)  Tomó Moisés la vara de la presencia del SEÑOR, tal como El se lo había ordenado; y Moisés y Aarón reunieron al pueblo ante la peña. Y él les dijo: Oíd, ahora, rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros? Entonces Moisés levantó su mano y golpeó la peña dos veces con su vara, y brotó agua en abundancia, y bebió el pueblo y sus animales.

  1. Tomó la vara
  2. Reunió al pueblo
  3. Habló mal al pueblo
  4. Golpeó la peña con la vara (2x)
  5. Resultado > salió agua de la peña, pero Moisés fue castigado


Moisés obedeció “a medias”.  En parte hizo lo que Dios ordenó, y en parte hizo lo que a él le pareció mejor.  Pero...en lugar de hablar a la roca, la golpeó.  En lugar de hablar a la peña, le habló al pueblo, pero no palabras de bendición, sino todo lo contrario: les maldijo diciendo que eran unos rebeldes que no merecían el agua que Dios les mandaba.  Aunque eso no estuviera muy lejos de la verdad (humanamente hablando), esto no era lo que Dios tenía en su corazón decir.  Moisés habló de su propio corazón, y no lo que Dios dijo. 
 
Veamos ahora cuál es la opinión de Dios con respecto a la “media-obediencia” de Moisés:
(Num. 20:12)  Y el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: Porque vosotros no me creísteis a fin de tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto no conduciréis a este pueblo a la tierra que les he dado.

Esta fue la razón por la que Moisés no entró a la Tierra Prometida junto con los hijos de Israel.  Al principio Moisés hizo todo lo que Dios dijo, pero al final regañó al pueblo, en lugar de hablar a la roca. Podríamos pensar que esto era un error leve, y que ese castigo era muy fuerte para lo que hizo, pero la Biblia explica la razón de fondo:

a.  Habló sin pensar, dejándose llevar por sus emociones.
(Salmo 106:32-33)  También le hicieron enojarse en las aguas de Meriba, y le fue mal a Moisés por culpa de ellos, puesto que fueron rebeldes contra su Espíritu, y él habló precipitadamente con sus labios.

“habló precipitadamente”: habló sin pensar, movido por la ira.

b.  No santificó a Dios delante del pueblo: Dio una mala imagen de Dios.
(Num. 27:14)  Porque cuando os rebelasteis contra mi mandamiento en el desierto de Zin durante la contienda de la congregación, debisteis santificarme en las aguas ante sus ojos. (Esas son las aguas de Meriba, de Cades, en el desierto de Zin. 

Al final de Devarim encontramos la misma explicación, que vuelve a ser reiterada antes de la muerte de Moisés:
(Deu. 32:48-52)  En aquel mismo día, habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Sube a estos montes de Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab frente a Jericó, y mira hacia la tierra de Canaán, la cual doy a los hijos de Israel en posesión. Morirás en el monte al cual subes, y serás reunido a tu pueblo, así como murió tu hermano Aarón sobre el monte Hor, y fue reunido a su pueblo; porque me fuisteis infieles en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin, porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. Por tanto, sólo de lejos verás la tierra, pero allí no entrarás, a la tierra que doy a los hijos de Israel.

Si Moisés tenía una virtud, es que él era humilde (la Biblia dice: más que cualquier otro hombre—Num. 12:3); por lo tanto, él sabía que había fallado y merecía cualquier castigo que Dios dispusiera.  No obstante, Moisés también sabía que Dios era misericordioso, y por eso apeló.
(Deu. 3:23-29) Yo también supliqué al SEÑOR en aquel tiempo, diciendo: "Oh Señor DIOS, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en los cielos o en la tierra que pueda hacer obras y hechos tan poderosos como los tuyos?" Permíteme, te suplico, cruzar y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, aquella buena región montañosa y el Líbano. " Pero el SEÑOR se enojó conmigo a causa de vosotros, y no me escuchó; y el SEÑOR me dijo:" ¡Basta! No me hables más de esto. "Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al occidente, al norte, al sur y al oriente, y mírala con tus propios ojos, porque tú no cruzarás este Jordán." Pero encarga a Josué, y anímale y fortalécele, porque él pasará a la cabeza de este pueblo, y él les dará por heredad la tierra que tú verás. " Y nos quedamos en el valle frente a Bet-peor. 

Al final, Dios dispuso que no cambiaría de opinión…y Moisés aceptó el veredicto de Dios con mucha humildad.


EL PRÓXIMO LÍDER
Luego que Dios le informara a Moisés que él no entraría a la Tierra Prometida, como buen pastor Moisés se preocupó por el pueblo.  Leamos lo que está escrito en el libro de Números al respecto…
(Números 27:15-20)  Entonces Moisés habló al SEÑOR, diciendo: Ponga el SEÑOR, Dios de los espíritus de toda carne, un hombre sobre la congregación, que salga y entre delante de ellos, y que los haga salir y entrar a fin de que la congregación del SEÑOR no sea como ovejas que no tienen pastor. Y el SEÑOR dijo a Moisés: Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el Espíritu, y pon tu mano sobre él; y haz que se ponga delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación, e impártele autoridad a la vista de ellos. Y pondrás sobre él parte de tu dignidad a fin de que le obedezca toda la congregación de los hijos de Israel.

Este evento es el que Moisés recuerda en Devarim cap. 3…
(Deu. 3:21-22)  Y ordené a Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos han visto todo lo que el SEÑOR vuestro Dios ha hecho a estos dos reyes; así hará el SEÑOR a todos los reinos por los cuales vas a pasar. No les temáis, porque el SEÑOR vuestro Dios es el que pelea por vosotros.


Josué va a tomar el lugar de Moisés como líder de los israelitas.  El los entrará a Canaán y los guiará en todo el proceso de conquista de la Tierra que Dios les prometió. 


*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)

*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO


3 comentarios:

  1. Excelente estudio gracias

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  2. Gloria a Dios muy buen estudio bendiciones

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  3. doy muchas gracias a Dios que hoy estoy aprediendo Mas de Dios y las con secuencia de no obedecerle al señor como el quiere siamos Dios melos bendiga

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