Como vimos en
el capítulo anterior (Deu. 2), antes de entrar a la Tierra Prometida (Canaán),
los israelitas tuvieron que pasaron por varios territorios poblados: Edom,
Moab, Amón y las tierras de los amorreos.
Ellos no debían conquistar esas tierras, pero sí debían pasar por ellas
para poder llegar a Canaán (vía el Río Jordán).
Antes de cruzar
por esas tierras, el Señor les instruyó que no pelearan con los edomitas,
moabitas y amonitas, pero no dijo lo mismo de los amorreos. Si los amorreos no les permitían pasar por
sus tierras, Dios les autorizaba a pelear con ellos…y entrar en guerra
implicaba que quien ganara se quedaría con el botín…
(Deu.
3:8-10) Así
tomamos entonces la tierra de mano de los dos reyes de los amorreos que estaban
del otro lado del Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón (los
sidonios llaman a Hermón, Sirión, y los amorreos lo llaman Senir): todas las
ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salca y Edrei, ciudades
del reino de Og en Basán.
La tierra al
otro lado del Jordán (hoy Jordania) no estaba contemplada en el plan original
de “conquista de Canaán”. Pero dado que
los amorreos los atacaron, ellos se defendieron y ganaron esos territorios. A final, estos terminaron siendo asignados a
tres tribus: Rubén, Gad y Manasés (media tribu).
(Deu.
3:12-13) Tomamos
posesión, pues, de esta tierra en aquel tiempo. Desde Aroer, que está en el
valle del Arnón, y la mitad de la región montañosa de Galaad y sus ciudades, se
la di a los rubenitas y a los gaditas. Y el resto de Galaad y todo Basán, el
reino de Og, toda la región de Argob, se la di a la media tribu de Manasés…
Esta asignación
de tierras fue por pedido de las tribus de Rubén y Gad, pues les pareció buena
tierra para sus ganados. La solicitaron
a Moisés, pero él les puso una condición:
(Deu.
3:18-20) Y
en aquel tiempo yo os ordené, diciendo: El SEÑOR vuestro Dios os ha dado esta
tierra para poseerla; todos vosotros, hombres valientes, cruzaréis armados
delante de vuestros hermanos, los hijos de Israel. Pero vuestras mujeres,
vuestros pequeños y vuestro ganado (yo sé que tenéis mucho ganado),
permanecerán en las ciudades que os he dado, hasta que el SEÑOR dé reposo a
vuestros compatriotas como a vosotros, y posean ellos también la tierra que el
SEÑOR vuestro Dios les dará al otro lado del Jordán. Entonces podréis volver
cada hombre a la posesión que os he dado.
Las tribus de
Rubén, Gad y Manasés podrían quedarse en las tierras con pastos del otro lado
del río Jordán, pero antes los guerreros de estas tribus debían luchar a la par
de sus hermanos en la conquista de toda la tierra de Canaán, como un solo
pueblo (leer capítulo 32 del libro de Números).
MOISÉS NO ENTRARÁ
Luego de haber
conquistado la tierra de los amorreos en el lado este del río Jordán, Moisés
sabía que les quedaba poco tiempo para entrar a la Tierra Prometida. Pero el Señor le había dicho que él personalmente
no cruzaría por algo que había sucedido poco tiempo atrás…
Leamos primero la
historia en Números 20:
Los israelitas
llegaron a Cades, donde no encontraron agua para beber.
(Números
20:1-5) Los
hijos de Israel, toda la congregación, llegaron al desierto de Zin en el mes
primero; y el pueblo se quedó en Cades. Allí murió Miriam y allí la sepultaron.
Y no había agua para la congregación; y se juntaron contra Moisés y Aarón. El
pueblo contendió con Moisés y le habló, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos perecido
cuando nuestros hermanos murieron delante del SEÑOR! ¿Por qué, pues, has traído
al pueblo del SEÑOR a este desierto, para que nosotros y nuestros animales
muramos aquí? ¿Y por qué nos hiciste subir de Egipto, para traernos a este
miserable lugar? No es lugar de sementeras, ni de higueras, ni de viñas, ni de
granados, ni aun hay agua para beber.
En lugar de
clamar a Dios con humildad (esperando si Dios quiere responder o no), el pueblo
comenzó a murmurar (reclamando lo que creían “merecer”).
Esta era una
prueba para la nueva generación, para ver donde tenían su corazón y si
confiaban en Dios. Lamentablemente, se
portaron de forma similar a sus padres.
Los únicos que
buscaron a Dios con humildad fueron Moisés y Aarón …
(Num.
20:6) Entonces
Moisés y Aarón fueron de delante de la asamblea a la puerta de la tienda de
reunión, y se postraron sobre sus rostros; y se les apareció la gloria del
SEÑOR.
Cuando buscamos
a Dios en humildad, podemos ver su gloria.
También nos abrimos a oír Su Voluntad.
En ese momento, el Señor les dijo lo siguiente:
(Num.
20:7-8) Y
habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Toma la vara y reúne a la congregación, tú y
tu hermano Aarón, y hablad a la peña a la vista de ellos, para que la peña dé
su agua. Así sacarás para ellos agua de la peña, y beban la congregación y sus
animales.
Las
instrucciones eran las siguientes:
- Toma la vara
- Reúne a la congregación
- Habla a la peña a la vista de ellos
- Resultado > saldrá agua de la peña
Veamos ahora lo
que hizo Moisés…
(Num.
20:9-11) Tomó
Moisés la vara de la presencia del SEÑOR, tal como El se lo había ordenado; y
Moisés y Aarón reunieron al pueblo ante la peña. Y él les dijo: Oíd, ahora,
rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros? Entonces Moisés levantó
su mano y golpeó la peña dos veces con su vara, y brotó agua en abundancia, y
bebió el pueblo y sus animales.
- Tomó la vara
- Reunió al pueblo
- Habló mal al pueblo
- Golpeó la peña con la vara (2x)
- Resultado > salió agua de la peña, pero Moisés fue castigado
Moisés obedeció
“a medias”. En parte hizo lo que Dios
ordenó, y en parte hizo lo que a él le pareció mejor. Pero...en lugar de
hablar a la roca, la golpeó. En lugar de
hablar a la peña, le habló al pueblo, pero no palabras de bendición, sino todo
lo contrario: les maldijo diciendo que eran unos rebeldes que no merecían el
agua que Dios les mandaba. Aunque eso no
estuviera muy lejos de la verdad (humanamente hablando), esto no era lo que
Dios tenía en su corazón decir. Moisés
habló de su propio corazón, y no lo que Dios dijo.
Veamos ahora
cuál es la opinión de Dios con respecto a la “media-obediencia” de Moisés:
(Num.
20:12) Y
el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: Porque vosotros no me creísteis a fin de
tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto no
conduciréis a este pueblo a la tierra que les he dado.
Esta fue la
razón por la que Moisés no entró a la Tierra Prometida junto con los hijos de
Israel. Al principio Moisés hizo todo lo
que Dios dijo, pero al final regañó al pueblo, en lugar de hablar a la roca.
Podríamos pensar que esto era un error leve, y que ese castigo era muy fuerte
para lo que hizo, pero la Biblia explica la razón de fondo:
a. Habló sin pensar, dejándose llevar por sus
emociones.
(Salmo
106:32-33) También
le hicieron enojarse en las aguas de Meriba, y le fue mal a Moisés por culpa de
ellos, puesto que fueron rebeldes contra su Espíritu, y él habló
precipitadamente con sus labios.
“habló
precipitadamente”: habló sin pensar, movido por la ira.
b. No santificó
a Dios delante del pueblo: Dio una mala imagen de Dios.
(Num.
27:14) Porque
cuando os rebelasteis contra mi mandamiento en el desierto de Zin durante la
contienda de la congregación, debisteis santificarme en las aguas ante sus
ojos. (Esas son las aguas de Meriba, de Cades, en el desierto de Zin.
Al final de
Devarim encontramos la misma explicación, que vuelve a ser reiterada antes de
la muerte de Moisés:
(Deu.
32:48-52) En
aquel mismo día, habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Sube a estos montes de
Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab frente a Jericó, y mira
hacia la tierra de Canaán, la cual doy a los hijos de Israel en posesión.
Morirás en el monte al cual subes, y serás reunido a tu pueblo, así como murió
tu hermano Aarón sobre el monte Hor, y fue reunido a su pueblo; porque me
fuisteis infieles en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de
Cades, en el desierto de Zin, porque no me santificasteis en medio de los hijos
de Israel. Por tanto, sólo de lejos verás la tierra, pero allí no entrarás, a
la tierra que doy a los hijos de Israel.
Si Moisés tenía
una virtud, es que él era humilde (la Biblia dice: más que cualquier otro
hombre—Num. 12:3); por lo tanto, él sabía que había fallado y merecía cualquier
castigo que Dios dispusiera. No
obstante, Moisés también sabía que Dios era misericordioso, y por eso apeló.
(Deu. 3:23-29) Yo también supliqué al SEÑOR en aquel tiempo,
diciendo: "Oh Señor DIOS, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu
grandeza y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en los cielos o en la tierra
que pueda hacer obras y hechos tan poderosos como los tuyos?" Permíteme,
te suplico, cruzar y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán,
aquella buena región montañosa y el Líbano. " Pero el SEÑOR se enojó
conmigo a causa de vosotros, y no me escuchó; y el SEÑOR me dijo:" ¡Basta!
No me hables más de esto. "Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al
occidente, al norte, al sur y al oriente, y mírala con tus propios ojos, porque
tú no cruzarás este Jordán." Pero encarga a Josué, y anímale y
fortalécele, porque él pasará a la cabeza de este pueblo, y él les dará por
heredad la tierra que tú verás. " Y nos quedamos en el valle frente a
Bet-peor.
Al final, Dios
dispuso que no cambiaría de opinión…y Moisés aceptó el veredicto de Dios con
mucha humildad.
EL PRÓXIMO LÍDER
Luego que Dios
le informara a Moisés que él no entraría a la Tierra Prometida, como buen
pastor Moisés se preocupó por el pueblo.
Leamos lo que está escrito en el libro de Números al respecto…
(Números 27:15-20) Entonces Moisés
habló al SEÑOR, diciendo: Ponga el SEÑOR, Dios de los espíritus de toda carne,
un hombre sobre la congregación, que salga y entre delante de ellos, y que los
haga salir y entrar a fin de que la congregación del SEÑOR no sea como ovejas
que no tienen pastor. Y el SEÑOR dijo a Moisés: Toma a Josué, hijo de Nun,
hombre en quien está el Espíritu, y pon tu mano sobre él; y haz que se ponga
delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación, e impártele
autoridad a la vista de ellos. Y pondrás sobre él parte de tu dignidad a fin de
que le obedezca toda la congregación de los hijos de Israel.
Este evento es
el que Moisés recuerda en Devarim cap. 3…
(Deu. 3:21-22) Y ordené a
Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos han visto todo lo que el SEÑOR
vuestro Dios ha hecho a estos dos reyes; así hará el SEÑOR a todos los reinos
por los cuales vas a pasar. No les temáis, porque el SEÑOR vuestro Dios es el
que pelea por vosotros.
Josué va a
tomar el lugar de Moisés como líder de los israelitas. El los entrará a Canaán y los guiará en todo
el proceso de conquista de la Tierra que Dios les prometió.
Excelente estudio gracias
ResponderEliminarGloria a Dios muy buen estudio bendiciones
ResponderEliminardoy muchas gracias a Dios que hoy estoy aprediendo Mas de Dios y las con secuencia de no obedecerle al señor como el quiere siamos Dios melos bendiga
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