jueves, 27 de febrero de 2014

HECHOS 4: Persecución



Cuando el mundo nos persigue por nuestra fe, tal vez no nos extraña ya que hay un choque de pensamientos; pero cuando esa persecución viene de otros creyentes o de líderes religiosos, eso podría sorprendernos.  Eso fue lo que le pasó a Pedro…
(Hechos 4:1-3)  Mientras ellos hablaban al pueblo, se les echaron encima los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo, y los saduceos,  (2)  indignados porque enseñaban al pueblo, y anunciaban en Jesús la resurrección de entre los muertos.  (3)  Les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. 

Tal vez a Pedro no le sorprendió tanto esa persecución religiosa ya que Jesús también había sido víctima de ella.  Los principales enemigos de Jesús no eran los gobernantes romanos sino los líderes religiosos.  ¿Por qué?  Por la simple razón de hablar la verdad.  La verdad de Dios sacó a luz la falacia de las doctrinas religiosas, e hizo tambalear las estructuras de sus instituciones humanas.

Jesús nos advirtió que vamos a ser perseguidos por creer en Él y por vivir como Él manda.
(Juan 15:18-21)  Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros.  (19)  Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia.  (20)  Acordaos de la palabra que yo os dije: "Un siervo no es mayor que su señor." Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros; si guardaron mi palabra, también guardarán la vuestra.  (21)  Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

Pablo fue también perseguido, y escribió:
(2 Timoteo 3:12)  Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos.

Jesús fue más allá y dijo que somos dichosos si nos persiguen por Él…
(Mateo 5:10-12)  Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.  (11)  Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí.  (12)  Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.

[Para más información sobre el tema de la persecución, pueden leer estos dos estudios: Perseguidos por causa de la justicia; Por causa de Su Nombre ]


EL TEMA DE LA RESURRECCIÓN
De todo el discurso de Pedro, lo que más ofendió a los religiosos fue el tema de la resurrección.  Algunos judíos sí creían en la resurrección, pero los saduceos no—por eso ellos son mencionados acá como los principales interesados en callar a Pedro. 

Al final de Hechos, veremos que este tema controversial volverá a salir a luz con Pablo.  Allí, Lucas explica la raíz del conflicto: 
(Hechos 23:6-8)  Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos.  (7)  Cuando dijo esto, se produjo un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.  (8)  Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto.

El tema de la resurrección es controversial…¡aún a la fecha!  Hoy en día hay “saduceos modernos” que no creen en la resurrección de Jesús, incluyendo muchos teólogos y líderes religiosos.  Pero no creer en ello es igual a no creer en el Evangelio completo.  Pablo lo dijo de la siguiente manera: “vana es vuestra fe”…
(1 Corintios 15:12-14)  Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?  (13)  Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado;  (14)  y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe.

Pablo sigue explicando por qué dice esto…
(1 Corintios 15:12-19)   Pues si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado;  (17)  y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa; todavía estáis en vuestros pecados.  (18)  Entonces también los que han dormido en Cristo han perecido.  (19)  Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima.

Pablo explica la importancia de creer en la resurrección:
(1 Corintios 15:20-26)  Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron.  (21)  Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos.  (22)  Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.  (23)  Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida;  (24)  entonces vendrá el fin, cuando El entregue el reino al Dios y Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder.  (25)  Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.  (26)  Y el último enemigo que será abolido es la muerte.

Creer en la resurrección es crucial en la fe cristiana.  Es creer que hay una vida eterna, después de la vida en este mundo. 

En el contexto de la resurrección de Lázaro, Jesús dijo lo siguiente:
(Juan 11:25-26)  Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá,  (26)  y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?




PEDRO ANTE EL CONCILIO
En el tiempo de Hechos, los principales líderes religiosos del momento eran saduceos.  Como vimos, ellos no creían en la resurrección, por lo tanto se sintieron especialmente ofendidos por el discurso de Pedro.  Para hacerlos callar, los tomaron presos, con el fin de llevarlos ante el Concilio:
(Hechos 4:5-7)  Y sucedió que al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus gobernantes, ancianos y escribas;  (6)  estaban allí el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje de los sumos sacerdotes.  (7)  Y habiéndolos puesto en medio de ellos, les interrogaban: ¿Con qué poder, o en qué nombre, habéis hecho esto? 

Los líderes estaban preguntando con qué autoridad habían sanado al cojo.  Es curioso que en lugar de alegrarse por el milagro, ellos se hubieran “ofendido”.  Esa reacción se debía a ellos claramente señalaron que la sanidad fue en nombre de Jesús, quien murió y resucitó—y esto último iba en contra de sus creencias.

Humanamente, tal vez Pedro se hubiera intimidado ante el cuestionamiento de los líderes religiosos…pero ahora estaba lleno del Espíritu de Dios, y pudo hablar con denuedo.  Ante la pregunta que le hicieron, Pedro respondió y confirmó que el cojo había sido sanado en nombre de Jesús:
(Hechos 4:8-10)  Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes y ancianos del pueblo,  (9)  si se nos está interrogando hoy por causa del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste ha sido sanado,  (10)  sabed todos vosotros, y todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por El, este hombre se halla aquí sano delante de vosotros.

CITA DE ISAÍAS Y LOS SALMOS
En su respuesta al Concilio, Pedro citó Isaías y los Salmos:
(Hechos 4:11-12)  Este Jesús es la Piedra desechada por vosotros los constructores, pero que ha venido a ser la piedra angular.  (12)  Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos. 

David profetizó acerca de la Roca (que es Cristo, 1 Cor. 10:4), que trae salvación, pero que muchos rechazarán.
(Salmos 118:21-26)  Te daré gracias porque me has respondido, y has sido mi salvación.  (22)  La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra principal del ángulo.  (23)  Obra del SEÑOR es esto; admirable a nuestros ojos.  (24)  Este es el día que el SEÑOR ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él.  (25)  Te rogamos, oh SEÑOR: sálvanos  ahora; te rogamos, oh SEÑOR: prospéranos  ahora.  (26)  Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR; desde la casa del SEÑOR os bendecimos.

Aún más fuerte es la cita de Isaías, la cual hace referencia a los líderes en Jerusalén que se defienden con mentiras…
(Isaías 28:14-18)  Por tanto, oíd la palabra del SEÑOR, oh escarnecedores, gobernantes de este pueblo que está en Jerusalén.  (15)  Porque habéis dicho: Hemos hecho un pacto con la muerte, hemos hecho un convenio con el Seol; cuando pase el azote abrumador, no nos alcanzará, porque hemos hecho de la mentira nuestro refugio y en el engaño nos hemos escondido.  (16)  Por tanto, así dice el Señor DIOS: He aquí, pongo por fundamento en Sion una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado.  (17)  Pondré el juicio por medida, y la justicia por nivel; el granizo barrerá el refugio de la mentira, y las aguas cubrirán el escondite.  (18)  Y será abolido vuestro pacto con la muerte, vuestro convenio con el Seol no quedará en pie; cuando pase el azote abrumador, seréis su holladero.

Los líderes religiosos de ese tiempo usaron la mentira y el engaño para defender su posición.  Por estar afanados defendiendo sus intereses, no abrieron los ojos para ver la verdad que estaba delante de sus ojos: el Mesías había llegado trayendo salvación.  ¡Pero ellos lo rechazaron!  En cuanto a lo que querían, aun eso lo perdieron…y más, porque treinta años después (en el año 70 d.C.), Jerusalén y el Templo fueron destruidos—y junto con ellos su posición. 

A lo largo del Nuevo Testamento, podemos ver que los apóstoles citaban mucho las Escrituras.  Ellos no hablaban con argumentos propios sino con la autoridad de la Palabra de Dios. 
(Hechos 4:13-14)  Al ver la confianza de Pedro y de Juan, y dándose cuenta de que eran hombres sin letras y sin preparación, se maravillaban, y reconocían que ellos habían estado con Jesús.  (14)  Y viendo junto a ellos de pie al hombre que había sido sanado, no tenían nada que decir en contra. 

AMENAZA E INTIMIDACIÓN
Los acusadores de Pedro y Juan se quedaron sin argumento, pues no podían ir en contra de la Palabra de Dios ni hacer caso omiso de los hechos. 
(Hechos 4:15-16)  Pero habiéndoles ordenado salir fuera del concilio, deliberaban entre sí,  (16)  diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque el hecho de que un milagro notable ha sido realizado por medio de ellos es evidente a todos los que viven en Jerusalén, y no podemos negarlo. 

Como no pudieron callarlos por las buenas, trataron de hacerlo con amenazas…
(Hechos 4:17)  Mas a fin de que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémoslos para que no hablen más a hombre alguno en este nombre. 

Esta no era la primera vez que los principales religiosos querían encubrir la realidad de la resurrección de Jesús.  Primero, ellos se aseguraron de poner guardias para evitar que los discípulos se robaran el cuerpo y luego dijeran que había resucitado  (Mat 27:59-66).  Esto lo hicieron porque no creían en la resurrección.  Pero cuando efectivamente resucitó, y los guardias les informaron de lo que había sucedido, ellos compraron su silencio; pero no sólo eso, sino que les pagaron para que ellos mintieran diciendo que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús (Mat 28:1-15).  Todo esto lo hicieron para defender su doctrina, en lugar de aceptar la verdad. 

Los líderes religiosos querían seguir encubriendo la verdad haciendo callar a Pedro y Juan…pero ellos no se prestaron a su manipulación. 
(Hechos 4:18-20)  Cuando los llamaron, les ordenaron no hablar ni enseñar en el nombre de Jesús.  (19)  Mas respondiendo Pedro y Juan, les dijeron: Vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;  (20)  porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 

La Biblia nos llama a respetar y obedecer a las autoridades (Rom. 13:1-7); pero cuando lo que dice la autoridad va en contra de Dios, entonces debemos obedecer a Dios antes que a nadie más. 

Así como Pedro, también nosotros debemos tener el valor de dar testimonio de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, y no quedarnos callados por temor de los hombres.

MUCHOS CREYERON
A pesar de las mentiras que los líderes religiosos propagaron, muchos creyeron en el testimonio de los discípulos de Jesús…
(Hechos 4:21-22)  Y ellos, después de amenazarlos otra vez, los dejaron ir (no hallando la manera de castigarlos) por causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había acontecido;  (22)  porque el hombre en quien se había realizado este milagro de sanidad tenía más de cuarenta años. 

Al principio del capítulo vemos que el número de los creyentes fue creciendo…
(Hechos 4:4)  Pero muchos de los que habían oído el mensaje creyeron, llegando el número de los hombres como a cinco mil. 


EN LIBERTAD
A los líderes religiosos no les quedó otra que dejar ir a Pedro y a Juan, porque no tenían derecho legal para retenerlos.
(Hechos 4:23)  Cuando quedaron en libertad, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 

Pedro y Juan reconocieron que estaban libres gracias a Dios…
(Hechos 4:24)  Al oír ellos esto, unánimes alzaron la voz a Dios y dijeron: Oh, Señor, tú eres el que hiciste el Cielo y la Tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, 

Ellos reconocieron que Dios estaba en control de todo.  De nuevo, citaron la Biblia:
(Nehemías 9:6)  Sólo tú eres el SEÑOR. Tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que en ella hay, los mares y todo lo que en ellos hay. Tú das vida a todos ellos y el ejército de los cielos se postra ante ti.

Para ellos era importante saber que Dios estaba en control, no sólo de lo que había pasado sino de lo que iba a suceder después, pues sabían que la amenaza y los conflictos continuarían. 

Esto es algo que todo creyente debe saber: Podemos estar seguros que Dios está en control, pero eso no quiere decir que no vamos a tener que enfrentar problemas.  Vamos a tener oposición, pero al final el Señor triunfará.  Por eso Pedro citó el Salmo 2 a continuación…
(Hechos 4:25-26)  el que por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se enfurecieron los gentiles, y los pueblos tramaron cosas vanas?  (26)  Se presentaron los reyes de la tierra, y los gobernantes se juntaron a una contra el Señor y contra su Cristo. 

Así como Jesús fue perseguido, ellos sabían que también tendrían que enfrentar oposición.  Pero Dios hará que se cumpla Su propósito al final…
(Hechos 4:27-28)  Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con los gentiles y los pueblos de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste,  (28)  para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que sucediera. 

Así como el Padre estuvo con Jesús, ahora pedían que estuviera con ellos…
(Hechos 4:29-30)  Y ahora, Señor, considera sus amenazas, y permite que tus siervos hablen tu palabra con toda confianza,  (30)  mientras extiendes tu mano para que se hagan curaciones, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús. 

Ellos sabían que lo que iban a hacer en el futuro no dependía de ellos sino de Dios. 

LLENOS DEL ESPÍRITU
De nuevo, el Espíritu Santo se manifestó en medio de los apóstoles…
(Hechos 4:31)  Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor. 

Ellos reconocieron que el valor y el poder de convicción no venían de ellos sino que provenía del Espíritu de Dios…
(Hechos 4:33)  Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. 

Los últimos versículos de este capítulo los analizaremos junto con el capítulo siguiente (cap. 5), debido a la conexión temática…


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