jueves, 3 de enero de 2019

2 SAMUEL 23:1-7. Últimas palabras de David


Al principio del capítulo 23, están registradas las últimas palabras que dijo David.
(2 Samuel 23:1) Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel:

Al final de su vida, David logró la victoria sobre sus enemigos alrededor, pero no se podía decir lo mismo de su propia casa. En su familia se estaban viviendo las consecuencias del pecado con Betsabé, que incluían asesinatos, violaciones, rebeliones. No es de extrañar que David se sintiera cansado (1 Sam. 21:15). Sin embargo, David no perdió su fe en Dios y en sus promesas.

En sus últimas palabras, David reconoce que Dios le ha hablado, y aún le ha prometido que de su linaje vendrá un rey que traerá paz y justicia a la tierra.
(2 Samuel 23:2-4) El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.

La expresión “luz de la mañana” es usada para describir la venida del Mesías (Isa. 60:1-3; Mal. 4:2; Prov. 4:18; Isa. 60:18-20).
(Oseas 6:3) Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al SEÑOR. Su salida es tan cierta como la aurora, y El vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra.

En ese momento de la vida de David, esta luz no se había hecho evidente en su familia, y él lo reconocía. Sin embargo, David nunca dejó de creer en la promesa que Dios le hizo, que de su descendencia vendrán los reyes de Israel, y también el Mesías.
(2 Samuel 23:5) No es así mi casa para con Dios; sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y será guardado, aunque todavía no haga él florecer toda mi salvación y mi deseo.

Al final de sus palabras, David reconoció que antes de que se manifieste el hombre justo, primero debe ser preparado el terreno arrancando la corrupción que pueda existir.
(2 Samuel 23:6-7) Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados, los cuales nadie toma con la mano; sino que el que quiere tocarlos se arma de hierro y de asta de lanza, y son del todo quemados en su lugar.

Estas palabras recuerdan lo que dijo Juan el Bautista, cuando estaba preparando el camino al Mesías:
(Mateo 3:10-12) Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible.


Más estudios de este libro en: 
Samuel
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1 comentario:

  1. Hermoso estudio, para esperar en las promesas del Señor para nuestra descendencia, El ha hecho un pacto con nosotros y nuestros hijos son de Cristo

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