domingo, 29 de julio de 2018

1 SAMUEL 30. Rescate de los secuestrados


Luego que el rey Aquis despidió a David del ejército filisteo, los israelitas regresaron a Siclag, la ciudad donde vivían. Pero al llegar les dieron una mala noticia:
(1 Samuel 30:1-5) Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos. Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas.


DOS REACCIONES
Hubo dos reacciones ante la pérdida de todo lo que tenían en Siclag:
(1 Samuel 30:6) Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.

a. El pueblo:
Los soldados de David y el pueblo que había sobrevivido al ataque quedaron devastados; pero también estaban enojados en contra de David, porque él había provocado a los amalecitas al atacarlos en el pasado. Era muy probable que el ataque a Siclag fuera una venganza.

b. David:
La tragedia tuvo un efecto opuesto en David. Lejos de desanimarlo, lo hizo reaccionar. La Biblia dice que “se fortaleció en Dios”. Finalmente, David buscó a Dios, como no lo había hecho desde que había llegado a Filistea. El espíritu de David se despertó y supo que tenía que buscar a Dios para encontrar dirección de lo que debía hacer en ese momento.
(1 Samuel 30:7-8) Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.

Todo lo que había perdido David desde que había llegado a Filistea, lo recuperará después de esta tragedia. Recuperará su fe en Dios, su alabanza, y su llamado; también le será devuelto todo lo que los amalecitas se habían robado: sus familias y todos sus bienes.

CAMPAÑA DE RESCATE
Aunque los compañeros de milicia de David estuvieron a punto de matarlo por considerarlo responsable de la pérdida de sus familias, cuando vieron que David regresó a ser el mismo del principio y tenía la promesa de Dios para recuperar todo, entonces todos los seiscientos hombres de David se le unieron en la campaña de rescate.
(1 Samuel 30:9-10) Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.

Es muy probable que el cansancio no sólo era físico sino emocional. Un duro golpe emocional puede provocar depresión y agotamiento físico; tal vez por eso unos no tenían las fuerzas para seguir adelante. Por otro lado, sería provechoso que un grupo se quedara cuidando del bagaje, ya que esto permitiría que los demás avanzaran más rápido en la persecución de los amalecitas.

Pero había un problema: David estaba buscando a los amalecitas, pero no sabía donde exactamente estaban. Los amalecitas eran tribus nómadas, por lo que no se les podía encontrar en una ciudad o en un punto fijo. Y en la amplitud del desierto sur, iba a ser muy difícil encontrarlos. Pero el Señor fue favorable a David, y encontraron en el camino a alguien que los pudo orientar:
(1 Samuel 30:11-15) Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua. Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches. Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo; pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag. Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.

El siervo egipcio los guio al lugar donde los amalecitas habían acampado. Los encontraron en una posición vulnerable, ya que estaban celebrando, y no velando.
(1 Samuel 30:16) Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.

Seguramente los amalecitas creían que David y sus hombres estaban en la guerra con los filisteos, y no sospechaban que habían regresado temprano a encontrar la destrucción de Siclag. Teniendo la ventaja de la sorpresa, David y sus hombres atacaron a los amalecitas. Acabaron con todos, excepto unos que lograron huir.
(1 Samuel 30:17-18) Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron. Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres. 

Tal como Dios prometió, TODO fue recuperado, sin falta nada.
(1 Samuel 30:19) Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David.

EL BOTIN
David y sus hombres no sólo recuperaron sus familias y bienes, sino que encontraron en el campamento amalecita un botín enorme que habían acumulado de otros ataques en la región.
(1 Samuel 30:20) Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.

Como regla general, cuando se obtenía botín tras una batalla, éste se dividía entre los hombres que habían peleado. Pero en este caso, David decidió compartir el botín también con los que se habían quedado atrás (1 Sam. 30:21). Pero no todos estuvieron de acuerdo con la decisión de David, y se lo hicieron saber.
(1 Samuel 30:22) Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan.

David no sólo corrigió a estos hombres egoístas, sino que determinó una “ley en Israel”: que el botín se debe compartir con el resto del pueblo, pues ellos también están haciendo su parte cuidando al pueblo y cubriendo otras necesidades. Por lo demás, la ganancia es de Dios porque Él es quien da la victoria.
(1 Samuel 30:23-25) Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los merodeadores que vinieron contra nosotros. ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual. Desde aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.

Gran parte del botín provenía de las ciudades de Judá que los amalecitas habían saqueado. Por lo tanto, David decidió compartir los bienes también con la tribu de Judá.
(1 Samuel 30:26-31) Y cuando David llegó a Siclag, envió del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del botín de los enemigos de Jehová. Lo envió a los que estaban en Bet-el, en Ramot del Neguev, en Jatir, en Aroer, en Sifmot, en Estemoa, en Racal, en las ciudades de Jerameel, en las ciudades del ceneo, en Horma, en Corasán, en Atac, en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con sus hombres.

Más adelante en la historia veremos que esta generosidad de David traerá su fruto.


Más estudios de este libro en: 
Samuel
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3 comentarios:

  1. bendiciones y gracias por compartir este valioso estudio
    , les saluda el pastor GERARDO ARREOLA desde Seattle Washington

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  2. Muchas gracias por este estudio ha sido de mucha bendición pues me ha ayudado a preparar mi clase Dios les Bendiga

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  3. Excelente análisis y enseñanza

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Son bienvenidos las dudas y comentarios (con el entendido que se hagan con respeto)...