El
capítulo 25 comienza con una nota triste…
MUERE SAMUEL
Luego
de servir toda su vida a Dios, como levita, juez y profeta, llegó el día en que
Samuel fue llamado a la Presencia de Dios.
(1
Samuel 25:1) Murió Samuel, y se
juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá.
Todo
Israel lamentó la muerte de este gran hombre que había guiado al pueblo como
líder espiritual. Como mencionamos al principio del estudio, Samuel representa
la transición entre la época de los jueces a la monarquía. Samuel fue el último
juez, y él ungió a los dos primeros reyes de Israel. Es probable que, si el
pueblo no hubiera pedido rey como las demás naciones (Saúl), en este momento se
habría hecho la transferencia de liderazgo del último juez (Samuel) al rey que
Dios tenía en su corazón (David).
Hay
otra pregunta que queda en el aire: Si Samuel murió en este punto de la
historia, ¿quién terminó de escribir el Primer Libro de Samuel, y también el
Segundo Libro? Según la tradición judía, los escritores son los profetas Gad
y Natán, quienes eran contemporáneos de David.
EN EL DESIERTO DE PARÁN
Luego
de la muerte de Samuel, David regresó a refugiarse en el desierto.
(1
Samuel 25:1b) Y se levantó David y
se fue al desierto de Parán.
El
desierto de Parán se encuentra en el extremo sur de Israel (casi llegando al
Mar Rojo). Allí se vieron en necesidad de provisiones. En ese momento, David se
enteró que alguien a quien habían protegido indirectamente en el desierto
estaba celebrando una próspera esquila (corte de la lana de las ovejas). Por lo
tanto, David decidió pedir que se le “devolviera el favor”, ahora que ellos lo
necesitaban.
(1
Samuel 25:2) Y en Maón había un
hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil
ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel.
(1
Samuel 25:4-8) Y oyó David en el
desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y
les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre, y decidle
así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. He sabido
que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les
tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta
a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en
tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a
mano a tus siervos, y a tu hijo David.
David
no estaba mendigando, sino que estaba “cobrando un favor”. Él había ayudado a
los pastores de Nabal cuando lo necesitaron y había protegido a sus rebaños;
por lo tanto, ahora él pedía una compensación, de la forma que se considerara
justa. Lamentablemente, Nabal no respondió bien, ni los retribuyó.
(1
Samuel 25:9-11) Cuando llegaron los
jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de
David, y callaron. Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo:
¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen
de sus señores. ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he
preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?
Tal
vez Nabal tenía razón al decir que no conocía a David y a su gente, y que
podría tratarse de “gente aprovechada”. Sin embargo, todo lo que tenía que
hacer Nabal era llamar a sus criados y preguntarles si lo que decían esos
jóvenes era cierto. Pero Nabal no lo hizo porque en realidad no quería darles
nada.
La
Biblia describe a Nabal como “hombre duro” (heb. Kashé: severo,
cruel, áspero, necio), y “de malas obras” (heb. Raah Maalalim: de
acciones malas o malvadas). Curiosamente, el nombre “Nabal” en
hebreo literalmente significa: majadero, malacate, necio. Es probable que sus
padres no le pusieron ese nombre, sino que es un apodo que él mismo se ganó. Por
el contrario, la esposa es descrita como “una mujer de buen entendimiento y
hermosa apariencia”.
(1
Samuel 25:3) Y aquel varón se
llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y
de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del
linaje de Caleb.
Definitivamente
era una pareja dispareja. Como veremos más adelante, la sabiduría de Abigail
salvará a su familia de una tragedia innecesaria.
REACCIÓN DE DAVID
Cuando
los emisarios de David le informaron sobre la negativa de Nabal, él no
reaccionó bien.
(1
Samuel 25:12-13) Y los jóvenes que
había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David
todas estas palabras. Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno
su espada. Y se ciñó cada uno su espada y también David se ciñó su espada; y
subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el
bagaje.
Unos
versículos más adelante, la Biblia explica por qué David decidió tomar las
armas.
(1
Samuel 25:21-22) Y David había
dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto,
sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por
bien. Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a
mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.
David
había hecho bien a los trabajadores de Nabal, pero ahora el hombre ingrato no
le había devuelto el favor, sino que trató a su gente con desprecio, como se
trata a un enemigo. Por eso David decidió vengarse.
Pero
antes que David llegara a ejecutar su venganza, le informaron a Abigail de lo
que había sucedido. También le dieron el reporte de cómo David había velado por
ellos, y resaltaron lo injusto de no haberles devuelto el favor.
(1
Samuel 25:14-16) Pero uno de los
criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió
mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. Y
aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni
nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en
el campo. Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que
hemos estado con ellos apacentando las ovejas.
Los
siervos también advirtieron a Abigail del peligro que corría ahora la familia,
pues Nabal se habían ganado un enemigo poderoso. Pero tal vez Abigail podría
hacer algo para prevenir una tragedia.
(1
Samuel 25:17) Ahora, pues,
reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra
nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no
hay quien pueda hablarle.
Abigail
era una mujer sabia, y sabía lo que era correcto hacer en ese caso. Lo que no
hizo su esposo, lo hizo ella, y con gran abundancia. Tal vez así aplacaría la
ira de David.
(1
Samuel 25:18-20) Entonces Abigail
tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco
medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de
higos secos, y lo cargó todo en asnos. Y dijo a sus criados: Id delante de
mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal. Y montando un
asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres
venían frente a ella, y ella les salió al encuentro.
En
la próxima entrada veremos lo que Abigail le dice a David, y cómo él
reaccionará…
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