jueves, 12 de julio de 2018

1 SAMUEL 25:23-43. Venganza Detenida


En esta entrada continuamos con la historia de Nabal y Abigail…

Luego que Nabal se negó a retribuir a David por la protección a su ganado, Abigail decidió salir al encuentro de David, con el objetivo de desanimar su venganza. Ella se presentó con humildad, reconociendo la falta de su marido.
(1 Samuel 25:23-24) Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra; y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva. No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. El se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste.

Abigail ante David

Abigail no sólo pidió perdón por el trato injusto de Nabal, sino que también apeló a la justicia de Dios, pues no es bueno tomar venganza en manos propias. Sabiamente, ella le señaló a David que no le convenía derramar sangre inocente, ya que tenía planeado matar no sólo a Nabal sino a toda la familia, y probablemente a sus siervos.
(1 Samuel 25:26-31) Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor. Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor. Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días. Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel, entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.

VENGANZA
Generalmente las personas toman venganza por una injusticia cometida en su contra. Sin embargo, la venganza es engañosa, pues creyendo que uno “hace justicia”, al final termina multiplicando el mal. Y en lugar de un mal, se acaba con dos males—o más. 

La Biblia nos advierte en contra de tomar venganza en manos propias:
(Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.
(Proverbios 20:22) No digas: Yo me vengaré; espera a Jehová, y él te salvará.

El cobro de la justicia y la “venganza” deben dejarse en manos de Dios y de las autoridades.
(Romanos 13:3-4) Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
(Romanos 12:19) Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Aquí Pablo está citando el siguiente versículo:
(Deuteronomio 32:35) Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo el pie de ellos resbalará, porque el día de su calamidad está cerca, ya se apresura lo que les está preparado.

Muchas veces no vemos la justicia divina porque el hombre ha tomado la venganza en sus propias manos…y en lugar de “empatar” el mal, más bien se habrá multiplicado; y no sólo eso, sino que cada uno cargará con las consecuencias de sus propias acciones. Si el hombre toma venganza propia, ya no vendrá la justicia divina (Prov. 24:17-18).

RESPUESTA DE DAVID
David reconoció que Abigail le había ayudado grandemente al evitar cometer un grave error.
(1 Samuel 25:32-34) Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases. Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano. Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón.

Por supuesto, David también recibió con mucha gratitud las provisiones que Abigail le había llevado, porque las necesitaban.
(1 Samuel 25:35) Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.

Con estas palabras, David dejó la justicia en las manos de Dios. Y no pasó mucho tiempo sin que la venganza de Dios se hiciera evidente, la cual siempre es mejor que cualquier “justicia humana”.
(1 Samuel 25:36-38) Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente. Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra. Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.

Aun antes que Dios trajera justicia sobre el inicuo de Nabal, aún le dio unos días de gracia para que se arrepintiera…pero no lo hizo.

Dios fue propicio con David, pues le hizo llegar la noticia de la venganza divina.
(1 Samuel 25:39) Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer.

Habiendo quedado viuda Abigail, David decidió tomarla como esposa.
(1 Samuel 25:40-42) Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer. Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor. Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.

La Biblia señala que Mical, su primera esposa, ya había sido dada a otro hombre (1 Sam. 25:44). Pero no era la monogamia lo que preocupaba a David, ya que poco tiempo después tomó a otra mujer como esposa.
(1 Samuel 25:43) También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres.

La poligamia era muy común en ese tiempo; sin embargo, esto no debe ser tomado como excusa, porque va en contra del orden de Dios. Especialmente a los reyes, la Biblia les advierte que no tengan múltiples mujeres, como solían hacerlo las naciones paganas.
(Deu. 17:17) Tampoco tendrá muchas mujeres, no sea que su corazón se desvíe; tampoco tendrá grandes cantidades de plata u oro.

Más adelante en el estudio veremos que las muchas mujeres e hijos le traerán problemas a David. Pero el caso más claro de esto es el de Salomón, quien tuvo muchísimas mujeres, y la Biblia señala que ellas desviaron su corazón y lo apartaron de Dios (1 Reyes 11:1-4).


Más estudios de este libro en: 
Samuel
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