En el tiempo en que
David estaba huyendo de Saúl, una ciudad israelita fue atacada por los
filisteos. La ciudad se llamaba Keila, y era una ciudad fortificada. Los
enemigos no podían atacar la ciudad porque tenía muros y puertas dobles. La
vulnerabilidad de Keila estaba en sus campos. Lo que hicieron los filisteos es
que dejaron que los habitantes de Keila trabajaran todo el año en sus cultivos,
y cuando recién habían cosechado y transportado el trigo a las eras para ser
aventado, el enemigo llegó a robarse todo el producto.
La ciudad de Keila estaba
ubicada aproximadamente a tres millas al sur de la Cueva de Adulam. Y dada la
cercanía al lugar donde David estaba refugiado, le dieron aviso para que los
ayudara.
(1 Samuel 23:1) Dieron aviso a
David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras.
La responsabilidad
de defender a Keila era del rey Saúl, pero evidentemente no llegó. Por eso la
gente pensó en David, el valiente guerrero de Israel. Instintivamente, David
quería salir en su defensa, pero él debía actuar en prudencia y le consultó
primero a Dios.
(1 Samuel 23:2) Y David
consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová
respondió a David: Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila.
David ya contaba con
la autorización de Dios, pero los guerreros de David tenían miedo.
(1 Samuel 23:3) Pero los
que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con
miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?
La Biblia instruye
que cuando uno va a la batalla, no es bueno ir a pelear con miedo (Deu. 20:1-8).
Por lo tanto, David volvió a consultarle a Dios.
(1 Samuel 23:4) Entonces
David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate,
desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.
Con la confirmación
de Dios, David y sus hombres tomaron aliento, sabiendo que contaban con el
favor del Señor.
(1 Samuel 23:5) Fue,
pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus
ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
SAÚL SE
ENTERA
Luego que David
liberara a Keila, le fue dicho al rey Saúl sobre lo que había pasado. Saúl
estaba tan cegado por su odio que no pensó en la bondad que se le había hecho a
una ciudad de su reino, sino que sólo se enfocó en atrapar a David.
(1 Samuel 23:7) Y fue
dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo
ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y
cerraduras. Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para descender a
Keila, y poner sitio a David y a sus hombres.
EL EFOD
David sabía que
estaría vulnerable si se quedaba
en Keila, porque Saúl se enteraría de su
paradero. Sin embargo, también podría estar a salvo si la población de Keila lo
defendía del rey, ya que todo lo que tenían que hacer era cerrar las puertas
pues era una ciudad fortificada. La pregunta era si los de Keila defenderían a
David, o si se pondrían del lado del rey Saúl. Ante la incógnita, David decidió
consultar a Dios; sin embargo, lo hizo de otra manera: le pidió al sacerdote
Abiatar que le diera la respuesta.
Efod y Pectoral |
Cuando Abiatar huyó
de la matanza de los sacerdotes (1 Sam. 22:6-23), él logró llevarse consigo el
Efod, que es una pieza del vestuario del sumo sacerdote. El Efod es un tipo de
delantal de muchos colores, que además tenía coberturas para los hombros y el
pecho (Exo. 28:5-14). Sobre la parte del pecho se colocaba otra pieza muy
especial, conocida como “Pectoral”, que era una lámina de oro con 12 piedras
preciosas (Exo. 28:15-21). Esta pieza recibe el nombre de “Pectoral del
Juicio” (Exo. 28:15,29), dado que el Sumo Sacerdote la usaba para tomar
ciertas decisiones difíciles. En esas ocasiones, él pedía revelación através de
dos piedras que se guardaban dentro de un bolsillo oculto entre el Pectoral y
el Efod:
(Éxodo 28:30) Y pondrás
en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén
sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová; y llevará siempre
Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová.
Las dos piedras
recibían los nombres de: Urim (lit. luces) y Tumim (lit. purezas).
En los momentos en que el sumo sacerdote necesitaba
tomar una decisión importante para la cual no le bastaba su juicio personal, sino
que necesitaba de revelación divina, entonces el sacerdote sacaba las dos
piedras del Efod, y consultaba a Dios. Según la tradición, Dios hablaba a
través de las luces que iluminaban estas dos piedras, y también las piedras
preciosas del pectoral. Esto no era magia, sino una revelación sobrenatural,
con elementos que Dios mismo ordenó.
Regresando a la historia de David, vemos que él tuvo
necesidad de consultar a Dios de una forma sobrenatural, y por eso pidió la
ayuda de Abiatar, único sobreviviente del linaje del sumo sacerdote (Ahimelec,
Eli), quien había logrado salvar también el efod con el pectoral (1 Sam. 23:6).
(1 Samuel 23:9) Mas entendiendo
David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.
La consulta que
David quería hacerle a Dios, a través de Abiatar (con el Urim y Tumim),
era la siguiente:
(1 Samuel 23:10-12) Y dijo
David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir
contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía. ¿Me entregarán los vecinos de
Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de
Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá. Dijo
luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos
de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán.
El Señor advirtió a
David lo que pasaría con Keila. A pesar de que acababan de salvarlos, ellos no
les devolverán el favor, sino que estarán dispuestos a entregar a David ante el
rey Saúl. Gracias a la advertencia de Dios, David logró salir de allí a tiempo.
(1 Samuel 23:13) David
entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de
Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se
había escapado de Keila, y desistió de salir.
Nótese que el
ejército de David ya había crecido; comenzó con cuatrocientos hombres (1 Sam.
22:2), y ahora ya eran seiscientos.
exelente estudio, bendiciones.
ResponderEliminarHola Dios le bendiga, por favor pon los estudios de los capítulos completos, son muy educativos.gracias
ResponderEliminarhermosa enseñanza muy entendible , Dios los bendiga hermanos
ResponderEliminarEsto me ayudó a entender mejor este capítulo 23 pero ,me quedé con las ganas de ver el mensaje final ,como lo puedo ver?
ResponderEliminarPrecioso mensaje pero, me quedé con la duda ,de como ver el final de este mensaje .
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