En el capítulo
anterior vimos que Samuel profetizó que Dios elegiría a un nuevo rey, dado que
Saúl se resistía a obedecer a Dios. En este capítulo se revelará quien será el
próximo rey de Israel.
Saúl permaneció aun
en el trono por muchos años, pero la gracia de Dios ya no estaba con él. Samuel
ya no volvió a ver a Saúl (1 Samuel 15:35), el profeta quedó muy triste por
todo esto. Pero un día, Dios le dijo que era ya había llegado la hora que se
sacudiera esa tristeza y mirara al futuro.
(1 Samuel
16:1) Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo
desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te
enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
Un dato interesante:
en el caso del primer rey (elegido por el pueblo), Dios estableció que Saúl
buscara a Samuel; pero en el caso del rey que Dios escogió, el Señor hará que
el profeta lo vaya a buscar. En este caso, la iniciativa es del Señor.
EL FUTURO
REY DE ISRAEL
Mientras el reino de
Saúl iba decayendo, Dios estaba levantando a otro hombre que se convertiría en
el nuevo rey de Israel. Éstas eran buenas noticias, pero había algo que le
preocupaba a Samuel.
(1 Samuel 16:2-3) Y dijo Samuel:
¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una
becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. Y
llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás
al que yo te dijere.
Samuel ya sabía a
dónde debía ir, sin embargo, debía hacerlo con cautela. El profeta era reconocido
en todo Israel, y su visita no pasaría desapercibida. Además, Belén era un
pueblo pequeño, al cual el profeta no solía visitar. Por lo tanto, era de
esperar que la gente se preguntaría la razón de su visita.
(1 Samuel 16:4-5) Hizo, pues,
Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la
ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? El
respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid
conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al
sacrificio.
Todo el pueblo de
Belén se enteró de la llegada de Samuel, pero sólo el profeta y la familia de
Isaí sabrían la razón subyacente de la visita.
NO POR
APARIENCIA
Cuando Samuel
conoció a la familia de Isaí, él comenzó a observar a sus hijos, y se
preguntaba cuál de ellos sería el elegido. La opción más lógica sería el
primogénito, y eso fue lo que pensó Samuel.
(1 Samuel 16:6) Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
(1 Samuel 16:6) Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
El ser humano tiende
a juzgar por las apariencias, por lo que vemos a primera vista; sin embargo,
Dios ve más allá de las apariencias, ya que ve el corazón, y aún las
intenciones. El elegido de Dios no era el obvio.
(1 Samuel
16:7) Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre;
pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón.
Dios no escoge
basado en la belleza ni en la inteligencia ni en las habilidades (Prov. 31:30);
lo que Él busca es alguien que ame a Dios y le obedezca. Tal como vimos en el capítulo
anterior, el Señor dijo: “Obediencia quiero, no sacrificios” (1 Sam. 15:22;
Oseas 6:6; Salmo 147:10-11).
El primer rey de
Israel (Saúl) fue escogido por su apariencia, pues eso es lo que quería el
pueblo. Saúl era bien parecido y el hombre más alto de Israel, pero en el
fondo era cobarde y buscaba agradar a los hombres—no a Dios. Ahora, el
nuevo rey de Israel será elegido por Dios.
(Hechos
13:21-22) Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la
tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por
rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo
de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.
EL
ELEGIDO
Cuando Samuel llegó
a la casa de Isaí, él fue llamando uno a uno a los hijos, buscando al elegido.
Luego que el primogénito fue descartado, siguió con los demás.
(1 Samuel
16:8-10) Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual
dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová. Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él
dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová. E hizo pasar Isaí siete hijos suyos
delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
Samuel había oído
claramente de Dios que el elegido era un hijo de Isaí; por lo tanto, debía haber
otro.
(1 Samuel
16:11) Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió:
Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por
él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
¿Por qué Isaí no
había llevado ante el profeta a su hijo menor? Hay una tradición judía que
explica que David era un hijo ilegítimo. Esta interpretación puede sonar
inverosímil, pero parece confirmarse con otras escrituras. Un salmo de David
parece aludir a esto:
(Salmo 51:5) He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.
(Nota: Las
relaciones íntimas entre marido y mujer no son pecado; pero si lo es si son
fuera de matrimonio).
Si David era un hijo
ilegítimo, eso explicaría por qué sus hermanos no lo aceptaban como uno de
ellos. En otro salmo, David se queja de esto:
(Salmo 69:8) Me he
convertido en extraño para mis hermanos, y en extranjero para los hijos de mi
madre.
Los hermanos de
David lo rechazaban, lo afrentaban, se burlaban de él, y hasta lo torturaban.
(Salmo 69:19-21) Tú conoces mi
afrenta, mi vergüenza y mi ignominia; todos mis adversarios están delante de
ti. La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo; esperé
compasión, pero no la hubo; busqué consoladores, pero no los hallé. Y por
comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre.
El rechazo no se
limitaba a los hermanos, sino que se extendía también a otras personas del
pueblo:
(Salmo 69:12) Hablan de mí
los que se sientan a la puerta, y soy la canción de los borrachos.
Esta fue la historia
de la infancia y juventud de David. Vivió en rechazo y afrenta, por algo que no
fue su culpa. En su familia, fue relegado a cuidar las ovejas, tal vez para mantenerlo
fuera de la vista. La vida pastoril no fue en balde, porque le sirvió a David para
formarse como el futuro “pastor” del pueblo de Israel (similar a la experiencia
de Moisés cuando estuvo en exilio en Madián). En la soledad del campo, y como
producto de la marginación social, David buscó consuelo en Dios, y salió
ganando al desarrollar una relación íntima y personal con el Señor. Todo esto
se refleja en el gran repertorio de salmos que David escribió.
DAVID ES
UNGIDO
El trasfondo de
David explicaría la razón por la que él no estaba presente cuando el profeta
Samuel llegó a la casa de Isaí. Pero
Samuel mandó a llamarlo, porque David era el elegido.
(1 Samuel
16:12-13) Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de
buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y
Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde
aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego
Samuel, y se volvió a Ramá.
David tenía una
buena apariencia física, pero esa no fue la razón de su elección. Su corazón
era aún más bello que su exterior. Lo más importante es que él estaba dispuesto
a hacer todo lo que Dios le dijera, y eso cuenta por todo. Dios no necesariamente
llama a los “preparados”; más bien, Él prepara a los llamados.
La Biblia dice que el
Espíritu de Jehová vino sobre David en ese momento; mientras tanto, a Saúl le
sucedió lo opuesto…
(1 Samuel
16:14) El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo
de parte de Jehová.
Aunque David fue
ungido como rey en ese día, todavía no era tiempo de hacerlo público. El rey
Saúl todavía iba a gobernar muchos años más (aprox. 15 años). Mientras tanto,
David será formado y preparado para la misión de su vida. Y parte de la
preparación será estar cerca del palacio real, por varias razones que veremos a
continuación…
CALMA
PARA EL TORMENTO
En su tiempo de
soledad en el campo, David aprendió a tocar instrumentos musicales, y compuso
salmos. Este pasatiempo le resultó muy útil a David, ya que su don musical le
abrió puertas en el palacio real.
(1 Samuel 16:15-19) Y los criados
de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te
atormenta. Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de
ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti
el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas
alivio. Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que
toque bien, y traédmelo. Entonces uno de los criados respondió diciendo:
He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y
vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está
con él. Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo,
el que está con las ovejas.
¿Quién iba a decir
que estos dos hombres ungidos se unirían de esta manera? Dios obra
así, de una forma misteriosa y milagrosa. David no sólo sirvió como músico
del rey, sino que, hallando favor ante Saúl, éste lo nombró como su paje de
armas.
(1 Samuel 16:21) Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas.
(1 Samuel 16:21) Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas.
A partir de este
momento, David se quedó sirviendo al rey.
(1 Samuel
16:22-23) Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha
hallado gracia en mis ojos. Y cuando el espíritu malo de parte de Dios
venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía
alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
El arpa de David era
sólo una “curita” para el problema de Saúl. La verdadera medicina era el
arrepentimiento, pero Saúl nunca lo hizo. Por eso, él vivió atormentado por
el resto de sus días. La música sólo traía un alivio temporal, pero le dio la
oportunidad a David de ver de cerca lo que es el gobierno de un reino. Esa
experiencia lo preparó para su futuro reinado, tal como Dios había determinado.
Tal vez Isaí creyó
que con la invitación de David al palacio real se le estaban abriendo las
puertas para que la profecía se cumpliera. Lo que no sabía era que las cosas se
iban a complicar antes de alcanzar el cumplimiento. Al principio, David
halló gracia ante el rey, pero después esa misma gracia despertará envidia y
será perseguido por ello. Sin embargo, todo esto tiene un propósito, ya
que preparó a David para ser un mejor líder. Lo importante no es sólo alcanzar
la meta, sino también lo que aprendemos en el camino.
LINAJE
MESIÁNICO
El primer rey de
Israel (Saúl) venía de la tribu de Benjamín, la mas pequeña de las tribus de
Israel. El siguiente rey, David, es de la tribu de Judá, lo cual cumple con la
profecía que un día Jacob dio a sus hijos, cuando los bendijo antes de morir:
(Génesis 49) No será
quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga
Siloh; y a él se congregarán los pueblos.
Esta profecía no
sólo se cumplía en David y su linaje real, sino que apunta hacia el Mesías (Siloh).
Jesús el Mesías (heb. Mashiaj, lit. “ungido”) es descendiente de David (Mateo
1), y en él se cumplirá la profecía de Isaías que habla del descendiente de
Isaí.
(Isaías 11:1-2) Saldrá una vara
del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre
él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
La clase está
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Divina
Doy infinitas gracias a Dios; por regalarme el libro La Oración; y de allí, darme paso a conocer grandes versiones de la Biblia, que me llevo a un aprendizaje lleno de bendiciones.
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