En la entada
anterior vimos cómo Saúl mostró su desobediencia a Dios al no seguir sus
instrucciones, sino sólo lo que él quiso. Avisado por Dios, el profeta Samuel
llegó a confrontar al rey…
¿ARREPENTIMIENTO
GENUINO?
Luego del llamado de
atención del profeta Samuel, Saúl parecía estar arrepentido …
(1 Samuel 15:24-25) Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a Jehová.
(1 Samuel 15:24-25) Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a Jehová.
Tal vez Saúl usó las
palabras adecuadas, pero Samuel sabía que el arrepentimiento del rey era
superficial, y no de fondo.
“Arrepentirse” en
hebreo es “Shuv”, que literalmente significa: regresar. Saúl
reconoció su pecado, pero nunca regresó. Del diente al labio confesó, pero
quería seguir como si nada. No buscó humildemente la voluntad de Dios, sino que
siguió actuando como quería, y le pidió a Samuel que hiciera sacrificios con
los animales que había capturado.
El profeta Samuel y el rey Saúl |
Samuel no se prestó
al juego de Saúl.
(1 Samuel 15:26-27) Y Samuel
respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y
Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. Y volviéndose Samuel
para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó.
La ruptura del manto
de Samuel sirvió como señal de lo que sucedería con el reinado de Saúl.
(1 Samuel 15:28-29) Entonces Samuel
le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un
prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no
mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.
La respuesta de Saúl
ante esta profecía revela lo que está en su corazón y lo que realmente le
importa.
(1 Samuel
15:30) Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los
ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a
Jehová tu Dios.
Nótese que Saúl dijo
“tu” Dios, como si Jehová no fuera su Dios sino sólo de Samuel. La realidad es
que Saúl no se arrepintió, sino que lo que quería era “no quedar mal” delante
del pueblo. En síntesis, le importó más la opinión del pueblo que lo que
Dios pensara de él.
En ese momento, Samuel
regresó con Saúl ya que todavía tenía una misión que cumplir allí…
FIN DE
AGAG
Samuel no se fue
sino hasta completar la misión que Saúl dejó a medias. Él mismo se encargó de
acabar con el sobreviviente de los amalecitas.
(1 Samuel
15:31-33) Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová. Después dijo
Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él alegremente. Y dijo
Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. Y Samuel dijo: Como tu
espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las
mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal.
Samuel creía haber
acabado con el “último amalecita”, pero la historia bíblica nos revela que el
linaje de Agag subsistió. Según la tradición hebrea, en el tiempo que el rey
Agag estuvo detenido por la guardia de Saúl, el rey amalecita logró impregnar a
una mujer. De esa manera, la simiente de Amalec logró sobrevivir, y un
descendiente vuelve a aparecer en la narrativa bíblica…
(Ester 3:1) Después de
estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo,
y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él.
El descendiente de
Agag no sólo mantuvo vivo el linaje de Amalec, sino que revivió el odio en
contra del pueblo de Dios, un espíritu antisemita que se ha manifestado a lo
largo de la historia (Ester 3:10).
(Ester 9:24) Porque Amán
hijo de Hamedata agagueo, enemigo de todos los judíos, había ideado contra los
judíos un plan para destruirlos, y había echado Pur, que quiere decir suerte,
para consumirlos y acabar con ellos.
Coincidentemente,
Dios levantó también unos descendientes de la tribu de Benjamín (Ester y
Mardoqueo), parientes de Saúl, para contrarrestar el plan malvados de Amán,
descendiente de Amalec.
(Ester 8:3) Volvió luego
Ester a hablar delante del rey, y se echó a sus pies, llorando y rogándole que
hiciese nula la maldad de Amán agagueo y su designio que había tramado contra
los judíos.
Regresando a la
historia de Samuel, noten que el rey Agag se presentó “alegremente” ante Samuel
(1 Sam. 15:32), a pesar que sabía que iba a morir. Esto es porque él sabía que
había dejado su simiente viva, y por eso dijo: “la amargura de la muerte ya
pasó”.
Aunque el enemigo
crea estar triunfando ante las circunstancias, a Dios no se le pasa nada por
alto, y Él está en control.
SEPARACIÓN
DEL PROFETA Y EL REY
A partir de ese
momento, el profeta Samuel se desligó por completo del rey Saúl.
(1 Samuel
15:34-35) Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. Y
nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y
Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.
Cuando dice que “Jehová
se arrepintió”, no quiere decir que Él se equivocó. En hebreo se usa la palabra:
Naham, que literalmente significa: suspirar o respirar hondo, y
también significa: lamentarse. Dios no puede “arrepentirse” (heb. Shuv:
regresar) porque Él no se equivoca. Simplemente lamentó que Israel hubiera
elegido a Saúl, al igual que lo lamentó el profeta Samuel.
En un tiempo, Saúl
contó con la bendición del Señor. El Espíritu de Dios descendió sobre él con
poder. Pero cuando Saúl se apartó tras su propio camino y desechó la autoridad
de Dios, él se quedó sin la bendición de Dios. Aquí comenzó la caída de Saúl. Ahora
Dios elegirá a otro hombre como el próximo rey de Israel…
excelente mil gracias...esperando el siguiente capitulo...
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