miércoles, 9 de mayo de 2018

1 Samuel 15:1-23. Obediencia, no sacrificio


Al final del capítulo anterior, se menciona una lista de los enemigos de Israel contra quienes Saúl tuvo que pelear al principio de su reinado.
(1 Samuel 14:47-48) Después de haber tomado posesión del reinado de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los filisteos; y adondequiera que se volvía, era vencedor. Y reunió un ejército y derrotó a Amalec, y libró a Israel de mano de los que lo saqueaban.

La última nación que se menciona son los amalecitas. Con ellos, Israel tenía un asunto pendiente que se remonta al tiempo en que los israelitas salieron de Egipto…

AMALEC: ENEMIGO DE ISRAEL
Cuando Dios sacó a Israel de Egipto con señales y milagros, todas las naciones de la región se maravillaron y el temor de Dios descendió sobre ellos (Éxodo 15:14-16). Solamente un pueblo no reconoció el poder de Jehová, y se atrevió a levantarse contra Su pueblo Israel. El líder de esa nación irreverente se llamaba Amalec.

Cuando los israelitas viajaban por el desierto en camino a la Tierra Prometida, Amalec los atacó, sin haber sido provocados. Simplemente salieron a su encuentro, y atacaron a los israelitas cobardemente por la retaguardia. Mientras que los líderes se habían adelantado en busca de agua, los amalecitas atacaron a los más débiles, que quedaron en la retaguardia (Exo. 17:8-13). Milagrosamente, Dios le dio la victoria a Israel.  

Aunque Israel ganó la batalla, muchos amalecitas lograron huir. En ese momento, el Señor no permitió que Israel acabara con ese enemigo. Sin embargo, Dios no dio por terminado el asunto, y declaró lo siguiente:
(Éxodo 17:14-16) Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.

Nótese que la guerra no fue tanto contra Israel (porque ellos no le habían hecho nada); más bien, la guerra es contra Jehová, Dios de Israel. Y lo que hace Amalec es rematar en contra del Pueblo de Dios. Los sabios judíos identifican este odio contra Israel como el antisemitismo, que ha permeado a lo largo de la historia.

Estando en el desierto, Dios ordenó a Israel que no olvidaran lo que hizo Amalec—no para “guardar resentimiento”, sino para que estén conscientes que llegará el momento de completar la justicia con Amalec.
(Deuteronomio 25:17-19) Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.

LLEGÓ EL DÍA
El día de tratar con Amalec llegó cuando Israel tuvo su primer rey. Y fue precisamente después que Saúl triunfara sobre sus enemigos (1 Sam. 14:47). 
(1 Samuel 15:1-3) Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.

[Nota: Muchos se sorprenden ante esta orden de Dios. ¿Cómo puede Dios ordenar la muerte de mujeres y niños, y aún animales? Es humano hacerse esta pregunta, pero Dios tiene razones que sobrepasan el entendimiento humano (Isaías 55:8-9). Más adelante en el estudio daremos un vistazo a la razón por la que Dios ordenó esto.]

El fin de Amalec fue reservado para el primer rey de Israel. Samuel le dio la encomienda a Saúl, y el rey atendió el llamado y formó un ejército para ese propósito.
(1 Samuel 15:4-5) Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle.

Cuando Saúl estaba a punto de atacar a los amalecitas, se dio cuenta que había un problema: junto a los amalecitas vivían también los ceneos. Saúl les dio la oportunidad de salvarse, y les envió un mensaje:
(1 Samuel 15:6) Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.

[Nota: Contrario a los amalecitas, los ceneos fueron amigables con Israel. Entre ellos estaba el suegro de Moisés, y muchos de ellos se unieron a Israel (Jue. 1:16; 1 Sam. 30:29).]

Cuando los ceneos se apartaron de los amalecitas, Saúl tuvo el campo abierto para atacar a los amalecitas.
(1 Samuel 15:7-8) Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada.

OBEDIENCIA A MEDIAS
Saúl comenzó bien su encomienda, pero no la terminó; sólo obedeció parcialmente las instrucciones del Señor—y eso es equivalente a desobediencia.
(1 Samuel 15:9) Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.

Las instrucciones que Dios le había enviado a Saúl habían sido claras: ¡Destruye TODO! Pero no lo hizo así. Él dejo vivo al rey, y a lo mejor del ganado. Saúl se creyó más inteligente que Dios…y eso le costará muy caro, como veremos más adelante. Pero a Dios no se le pasa nada por alto; el Señor vio lo que hizo Saúl, y se lo hizo saber a Samuel. 
(1 Samuel 15:10-11) Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.

Samuel se consternó al oír el reporte del Señor; y al día siguiente salió a buscar a Saúl. El profeta no sabía los detalles, pero se fue enterando en el camino.
(1 Samuel 15:12) Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal.

Lo que se traduce como “monumento”, en el texto hebreo se usa otra palabra: “Yad” que significa: mano. Unos comentaristas señalan que Saúl hizo un monumento de victoria en la forma de una mano gigante, como símbolo de poder. Saúl no sólo desobedeció la orden de Dios, sino que luego se exaltó a sí mismo delante del pueblo.

Obediencia, no sacrificios

¡Cómo uno puede engañarse a sí mismo! Saúl llegó a creer que no había hecho nada malo. Así se lo manifestó a Samuel cuando lo vio llegar:
(1 Samuel 15:13-15) Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es éste que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.

Hay un refrán popular que dice: “Es mejor pedir disculpas que pedir permiso”; ése definitivamente no es un proverbio bíblico, pero Saúl se lo creyó. Él no obedeció al pie de la letra la orden de Dios, sino que decidió ser “creativo”.  Él pensó que su idea era mejor que la de Dios, y decidió implementarla, creyendo que si ofrendaba a Dios parte del botín calmaría la ira divina.  Pero las cosas no funcionan así en el Reino de Dios, y Samuel se lo dejó claro:
(1 Samuel 15:16-19) Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?

Aún luego de la explicación del profeta, Saúl no se mostró arrepentido. Él todavía se excusó, creyendo que no había hecho “nada malo”.
(1 Samuel 15:20-21) Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.

No sólo no se arrepintió Saúl, sino que le echó la culpa al pueblo por el botín…y peor aún, lo “justificó” como “un acto religioso”. A veces creemos que hacemos grandes obras para Dios, pero si no es lo que Él quiere, la obra es en vano, y puede aún considerarse como desobediencia. Esto fue lo que explicó Samuel:
(1 Samuel 15:22) Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

Lo que Dios espera de su pueblo es que le prestemos atención y obedezcamos. El único “sacrificio” que Dios espera es nuestra OBEDIENCIA.
(Romanos 12:1-2) Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.  Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.

David entendió muy bien este concepto, tal como lo vemos en un salmo:
(Salmo 51:16-17) Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

También un proverbio dice:
(Proverbios 21:3) Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio.

[Otras referencias: Isaías 1:11-17; Jer. 7:22-23; Oseas 6:6; Amos 5:21-24; Miqueas 6:6-8; Mateo 23:23; Hebreos 10:8-9]

COMO IDOLATRÍA
En el siguiente versículo, Samuel compara la rebelión y la desobediencia con la adivinación, la idolatría y la iniquidad.
(1 Samuel 15:23) Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.

¿Por qué hace esta comparación? A simple vista, parecería que una cosa no tiene nada que ver con la otra; sin embargo, esos pecados tienen la misma raíz. Cuando un pagano busca a un dios falso, no lo hace con el afán de buscar la “voluntad” de su ídolo; más bien, lo busca para que éste le haga un favor y cumpla el deseo del adorador. De la misma forma, el rebelde y desobediente no busca cuál es la voluntad de Dios, sino que presiona y manipula para hacer su propia voluntad.  


Más estudios de este libro en: 
Samuel
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3 comentarios:

  1. excelente!! mas claro inposible...mil gracias

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    1. Buen estudio muy claro muchas gracias son de bendicion

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  2. Gracias, excelente estudio y explicativo, El Eterno los bendiga

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