Mientras
que la influencia de Saúl se incrementaba, el liderazgo de Samuel comenzó a
menguar. No obstante, Samuel continuó siendo profeta hasta sus últimos días, y
una de sus principales misiones estaba aún por cumplirse (como veremos más
adelante).
En este
capítulo leemos algo parecido a una despedida por parte de Samuel, reconociendo
que el liderazgo de Israel le pertenece ahora al rey.
(1 Samuel
12:1-2) Dijo Samuel a todo Israel: He aquí, yo he
oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto rey. Ahora,
pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y lleno de
canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros
desde mi juventud hasta este día.
Samuel aprovechó
la ocasión para limpiar su fama como líder durante el tiempo que les sirvió.
(1 Samuel
12:3) Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de
Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el
asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de
alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré.
El
pueblo afirmó que Samuel había sido un buen líder.
(1 Samuel
12:4-5) Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado
ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre. Y él les dijo:
Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día,
que no habéis hallado cosa alguna en mi mano. Y ellos respondieron: Así es.
[Nota:
Aunque Samuel no falló como líder, sus hijos sí (1 Sam. 8:1-7); pero no se
mencionó en esa ocasión]
En
forma de un discurso de despedida, Samuel hace un poco de historia para que los
israelitas entren en perspectiva. La Biblia siempre nos lleva a dar un vistazo
a la historia, porque lo que ocurre en un momento va conectado con un contexto
histórico, lo cual nos revela más de lo que se puede ver a simple vista.
(1 Samuel
12:6-11) Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová que
designó a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de
Egipto, es testigo. Ahora, pues, aguardad, y contenderé con vosotros delante de
Jehová acerca de todos los hechos de salvación que Jehová ha hecho con vosotros
y con vuestros padres. Cuando Jacob hubo entrado en Egipto, y vuestros padres
clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a
vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar. Y olvidaron a
Jehová su Dios, y él los vendió en mano de Sísara jefe del ejército de
Hazor, y en mano de los filisteos, y en mano del rey de Moab, los
cuales les hicieron guerra. Y ellos clamaron a Jehová, y dijeron: Hemos
pecado, porque hemos dejado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot;
líbranos, pues, ahora de mano de nuestros enemigos, y te serviremos. Entonces
Jehová envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os
libró de mano de vuestros enemigos en derredor, y habitasteis seguros.
El
discurso de Samuel los lleva hasta el momento que estaban viviendo, que marca un
punto de transición: se cierra el período de los jueces, y da inicio a la
era de los reyes.
(1
Samuel 12:12-13) Y habiendo visto que Nahas rey de
los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de
reinar sobre nosotros un rey; siendo así que Jehová vuestro Dios era
vuestro rey. Ahora, pues, he aquí el rey que habéis elegido, el cual
pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto rey sobre vosotros.
Dios levanta
líderes en medio de su pueblo para que los guíen. Pero esto no quiere decir que
estos líderes tomen el lugar que le pertenece sólo a Dios. Los israelitas pidieron
un rey humano, en lugar de reconocer que Jehová es su Rey.
RAIZ
DEL PROBLEMA
Samuel
aclara que la raíz del problema no es tener rey o juez; más bien, el problema
radica en el pecado del pueblo.
(1 Samuel
12:14-15) Si temiereis a Jehová y le sirviereis, y
oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto
vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios,
haréis bien. Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las
palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra
vuestros padres.
Si
obedecen a la Ley de Dios, les irá bien. Si desobedecen, vendrán
consecuencias—con rey o sin rey.
Para
demostrar que estas palabras no venían de Samuel, sino de Dios, el profeta pidió
una señal…
(1 Samuel
12:16-17) Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa
que Jehová hará delante de vuestros ojos. ¿No es ahora la siega del trigo? Yo
clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis que
es grande vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo
para vosotros rey.
El
tiempo de la siega de trigo es al inicio del verano, y en ese tiempo no llueve
en Israel. Pero Samuel pidió una señal sobrenatural para confirmar sus palabras.
Samuel quería que el pueblo no perdiera de vista que Dios es quien está en
control, no el rey humano.
(1
Samuel 12:18) Y Samuel clamó a Jehová, y Jehová dio
truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo tuvo gran temor de Jehová y de
Samuel.
Ante
estas señales, el pueblo reconoció que había actuado mal.
(1 Samuel
12:19) Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega
por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros
pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.
Este
reconocimiento era crucial para comenzar bien esta nueva era en la historia de
Israel. Samuel los guió para que reconocieran lo que era realmente importante.
(1 Samuel
12:20-25) Y Samuel respondió al pueblo: No temáis;
vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos
de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón. No os apartéis en pos
de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades. Pues
Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha
querido haceros pueblo suyo. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra
Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y
recto. Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro
corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si
perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.
Aunque
este discurso parecía una despedida, Samuel iba a seguir sirviendo como
profeta, hablando la palabra de Dios y enseñando la palabra al pueblo. Pero, a
partir de este momento, él iba a tomar un segundo plano en el liderazgo de
Israel. Ahora Saúl sería el rey entre sus hermanos, pero Samuel les hizo ver
que la verdadera y máxima autoridad de Israel es Jehová su Dios.
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