lunes, 23 de abril de 2018

I SAMUEL 12. Despedida de Samuel


Mientras que la influencia de Saúl se incrementaba, el liderazgo de Samuel comenzó a menguar. No obstante, Samuel continuó siendo profeta hasta sus últimos días, y una de sus principales misiones estaba aún por cumplirse (como veremos más adelante).

En este capítulo leemos algo parecido a una despedida por parte de Samuel, reconociendo que el liderazgo de Israel le pertenece ahora al rey.
(1 Samuel 12:1-2) Dijo Samuel a todo Israel: He aquí, yo he oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto rey. Ahora, pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día.

Samuel aprovechó la ocasión para limpiar su fama como líder durante el tiempo que les sirvió.
(1 Samuel 12:3) Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos con él; y os lo restituiré.

El pueblo afirmó que Samuel había sido un buen líder.  
(1 Samuel 12:4-5) Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre. Y él les dijo: Jehová es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado cosa alguna en mi mano. Y ellos respondieron: Así es.

[Nota: Aunque Samuel no falló como líder, sus hijos sí (1 Sam. 8:1-7); pero no se mencionó en esa ocasión]

En forma de un discurso de despedida, Samuel hace un poco de historia para que los israelitas entren en perspectiva. La Biblia siempre nos lleva a dar un vistazo a la historia, porque lo que ocurre en un momento va conectado con un contexto histórico, lo cual nos revela más de lo que se puede ver a simple vista.
(1 Samuel 12:6-11) Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehová que designó a Moisés y a Aarón, y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto, es testigo. Ahora, pues, aguardad, y contenderé con vosotros delante de Jehová acerca de todos los hechos de salvación que Jehová ha hecho con vosotros y con vuestros padres. Cuando Jacob hubo entrado en Egipto, y vuestros padres clamaron a Jehová, Jehová envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar. Y olvidaron a Jehová su Dios, y él los vendió en mano de Sísara jefe del ejército de Hazor, y en mano de los filisteos, y en mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra. Y ellos clamaron a Jehová, y dijeron: Hemos pecado, porque hemos dejado a Jehová y hemos servido a los baales y a Astarot; líbranos, pues, ahora de mano de nuestros enemigos, y te serviremos. Entonces Jehová envió a Jerobaal, a Barac, a Jefté y a Samuel, y os libró de mano de vuestros enemigos en derredor, y habitasteis seguros.

El discurso de Samuel los lleva hasta el momento que estaban viviendo, que marca un punto de transición: se cierra el período de los jueces, y da inicio a la era de los reyes.
(1 Samuel 12:12-13) Y habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un rey; siendo así que Jehová vuestro Dios era vuestro rey. Ahora, pues, he aquí el rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehová ha puesto rey sobre vosotros.

Dios levanta líderes en medio de su pueblo para que los guíen. Pero esto no quiere decir que estos líderes tomen el lugar que le pertenece sólo a Dios. Los israelitas pidieron un rey humano, en lugar de reconocer que Jehová es su Rey.

RAIZ DEL PROBLEMA
Samuel aclara que la raíz del problema no es tener rey o juez; más bien, el problema radica en el pecado del pueblo.
(1 Samuel 12:14-15) Si temiereis a Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios, haréis bien. Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres.

Si obedecen a la Ley de Dios, les irá bien. Si desobedecen, vendrán consecuencias—con rey o sin rey.

Para demostrar que estas palabras no venían de Samuel, sino de Dios, el profeta pidió una señal…
(1 Samuel 12:16-17) Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa que Jehová hará delante de vuestros ojos. ¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a Jehová, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo para vosotros rey.

El tiempo de la siega de trigo es al inicio del verano, y en ese tiempo no llueve en Israel. Pero Samuel pidió una señal sobrenatural para confirmar sus palabras. Samuel quería que el pueblo no perdiera de vista que Dios es quien está en control, no el rey humano. 
(1 Samuel 12:18) Y Samuel clamó a Jehová, y Jehová dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo tuvo gran temor de Jehová y de Samuel.

Ante estas señales, el pueblo reconoció que había actuado mal. 
(1 Samuel 12:19) Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.

Este reconocimiento era crucial para comenzar bien esta nueva era en la historia de Israel. Samuel los guió para que reconocieran lo que era realmente importante.
(1 Samuel 12:20-25) Y Samuel respondió al pueblo: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón. No os apartéis en pos de vanidades que no aprovechan ni libran, porque son vanidades. Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo. Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.

Aunque este discurso parecía una despedida, Samuel iba a seguir sirviendo como profeta, hablando la palabra de Dios y enseñando la palabra al pueblo. Pero, a partir de este momento, él iba a tomar un segundo plano en el liderazgo de Israel. Ahora Saúl sería el rey entre sus hermanos, pero Samuel les hizo ver que la verdadera y máxima autoridad de Israel es Jehová su Dios.


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