HISTORIA
Sardis se encontraba a 25 millas al
sureste de Tiatira. Sardis fue la capital del reino de Lidia, hasta que los
romanos la conquistaron. Era un importante centro comercial, conocido sobre
todo por su industria textil. Allí se inventó el arte de teñir lana. En su
tiempo de apogeo fue una ciudad muy próspera, e históricamente se cree que allí
se acuñó la primera moneda.
Era una ciudad protegida por su
topografía. La acrópolis estaba construida en un plató a 500 metros sobre el
valle, rodeada por altos riscos de roca por tres lados. Además, era una ciudad amurallada, y sólo el
lado sur de la ciudad tenía acceso abierto para el público, lo cual hacía fácil
la tarea de guardarla. La ciudad se consideraba “impenetrable”, y esto les hizo
sentirse seguros y protegidos. El problema es que se confiaron demasiado, y en
dos ocasiones fueron conquistados por descuido.
En el año 17 a.C. la ciudad fue
destruida por un fuerte terremoto, al igual que las ciudades de Filadelfia y
Laodicea. Sardis fue reconstruida por el emperador Tiberio, pero ya nunca
recuperó su pasada gloria. En el momento en que se escribió la carta de
Apocalipsis, la ciudad estaba en decadencia. Y lo mismo era cierto de su estado
espiritual, como veremos a continuación…
IGLESIA EN SARDIS
La iglesia de Sardis se estableció como
consecuencia del avivamiento espiritual que comenzó en Éfeso y se extendió por
toda Asia Menor (Hechos 19:10-11). Pero después de ese avivamiento original, ya
no siguieron avanzando. Se quedaron viviendo del pasado sin sembrar para el
futuro.
La iglesia de Sardis no tenía enemigos
externos que los persiguieran, ni tampoco dejaron que falsas doctrinas los
corrompieran (como Pérgamo y Tiatira), pero su indolencia y acomodamiento los
fue corroyendo desde adentro. Esta iglesia hacía “buenas obras”, pero sólo de
la clase que impresiona a la gente, y no a Dios. En Su carta a esta iglesia, el
Señor los describe de la siguiente manera:
(Apocalipsis 3:1b) …Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y
estás muerto.
A los ojos del mundo estaban “vivos”,
pero en un sentido espiritual esta iglesia estaba casi muerta. Ellos quedaron
viviendo de las glorias pasadas, y poco a poco esta iglesia fue perdiendo su
fuerza y su vida espiritual.
¿Cuál es el remedio para alguien que está
muerto? La respuesta se la dio el Señor al profeta Ezequiel, cuando éste fue
llevado a un valle lleno de huesos secos.
(Ezequiel 37:1-5) La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el
Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y
me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran
muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me
dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd
palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo
hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Lo que necesitaba la iglesia de Sardis
es el viento del Espíritu de Dios, que da vida.
DESCRIPCIÓN DE JESÚS
La forma en que Jesús se revela a esta
iglesia es precisamente lo que ellos necesitaban.
(Apoc. 3:1) Escribe
al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y
las siete estrellas, dice esto…
a. los 7 Espíritus de Dios
En el capítulo uno ya habíamos leído esta
descripción (Apoc. 1:4). Como vimos, el
profeta Isaías explica cuáles son estos siete
espíritus de Dios:
(Isaías 11:2) Y
reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de
temor de Jehová.
En su visión, Juan vio el trono de Dios,
delante del cual estaban los siete espíritus de Dios. En forma simbólica, éstos
también están representados en el Candelabro (heb. Menorá) de siete
brazos que se encuentra en el Lugar Santo del Tabernáculo (Exo. 25).
Hay un paralelo entre ambos. Para
encender la luz de la Menorá en el Templo, el Señor proveyó el fuego, que cayó
del cielo sobre el altar. Sin embargo, para mantener la llama encendida, los
sacerdotes debían alimentar cada día el candelabro con aceite. Y este aceite
puro se obtenía de la ofrenda que daba el pueblo, de las primeras gotas que
salen al machacar los olivos. Esta luz no se debía apagar (Lev. 24:2-4).
(Éxodo
27:20) Y mandarás a los hijos de Israel que te
traigan aceite puro de olivas machacadas para el alumbrado, para que la lámpara
arda continuamente.
De la misma manera, Dios envía sobre su
iglesia el fuego del Espíritu Santo, pero nosotros debemos mantener esa llama
viva llevando nuestro aceite, es decir, “machacando” nuestra voluntad para
hacer la voluntad de Dios, y esforzándonos por buscarle aun cuando no nazca
hacerlo.
En los Evangelios leemos que el Padre
envió el Espíritu Santo sobre Jesús cuando Él comenzó su ministerio en la
Tierra. Sobre Jesús reposó el Espíritu del Señor en todas sus expresiones.
(Lucas 3:21-22) Y
aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también fue bautizado:
y mientras El oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo descendió sobre El
en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: Tú
eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.
A su vez, Jesús nos dejó al Espíritu
Santo para guiarnos mientras Él estuviere ausente en cuerpo (Juan 14:1-17; Juan
16:5-11; Hechos 2).
(Juan 14:16-21) Y yo rogaré al
Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; es
decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le
ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará
en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Un poco más de tiempo y
el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros
también viviréis. En ese día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en
mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que
me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré
a él.
(Juan 16:7-13) Pero yo os digo la
verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no
vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando El venga, convencerá
al mundo de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque no creen en mí; de
justicia, porque yo voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, porque el
príncipe de este mundo ha sido juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros,
pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad,
venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino
que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir.
Tener el “Espíritu de Dios” no sólo significa
“tener las manifestaciones”. Lo crucial es la obra que hace en nuestros
corazones y almas. Es la transformación que viene desde adentro para afuera, y
eso produce luz y testimonio al mundo. Si permitimos que el Espíritu de Dios se
manifieste en nosotros, veremos su sabiduría, inteligencia, conocimiento,
consejo, poder, y temor de Dios…y esto nos transformará a Su imagen. El Señor
manda Su Espíritu sobre nosotros, y nuestra responsabilidad es mantener ese
fuego vivo. En esto fue lo que falló la
iglesia de Sardis, ya que luego del avivamiento, no mantuvieron viva la llama
del Espíritu de Dios. Se volvieron religiosos, con nombre de que “viven, pero
están muertos”.
b. las 7 estrellas
El significado de las “siete estrellas” también
se explica en el capítulo uno (Apoc. 1:20). Las siete estrellas representan a
los siete mensajeros de las siete iglesias. En la antigüedad, las estrellas
eran utilizadas como medios para guiarlo a uno en la dirección correcta (que equivalen
hoy a la brújula o el GPS). Estos siete enviados están en la mano derecha del
Señor. Ellos transmiten mensajes del Cielo que dan dirección a los creyentes, a
la Iglesia. Pero depende de cada uno si hará uso de ese mensaje.
LLAMADO DE ATENCIÓN
El Señor hace un llamado de atención a
la iglesia de Sardis:
(Apocalipsis 3:2-3) Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban
a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. Acuérdate,
pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no
velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
a. Ponerse en vela
(gr. gregoreúo), lit. mantenerse despierto o vigilar.
Hay un refrán popular que dice: “No
te duermas en tus laureles”. Los laureles se daban en Grecia a los campeones
de las competencias deportivas. El refrán se refiere a cuando un campeón se
confiaba en su victoria y dejaba de entrenar, y esto lo llevaba a perder su
corona. Esto fue precisamente lo que le sucedió a Sardis: Los ciudadanos de
esta ciudad se habían confiado demasiado por sus murallas y su ubicación
protegida, y al final descuidaron su guardia, lo cual permitió que el enemigo pudiera
penetrar su defensa. La historia cuenta que un soldado en el muro de la
acrópolis se durmió, y cabezando se le cayó su casco. Para recuperarlo, abrió
una puerta secreta en lo alto. Los enemigos vieron esto, y por la noche
penetraron por la puerta escondida que no estaba bien guardada.
De la misma manera le sucedió a la
iglesia de Sardis, que se quedó viviendo de experiencias del pasado, y no se
cuidaron de mantener viva su fe. Se quedaron sólo con el conocimiento
intelectual, sin poner en práctica las enseñanzas que habían aprendido. Comenzaron
a conformarse al estilo de vida del mundo, en lugar de ser luz en medio de la
oscuridad. Se confiaron y se durmieron, y así permitieron que el enemigo
entrara en sus vidas—sin dar batalla.
El mensaje de Jesús para esta iglesia
es: ¡Despierta!
Esto mismo escribió Pablo:
(Efesios 5:14-17) Por esta razón dice: Despierta, tú que duermes, y
levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Por tanto, tened cuidado
cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo,
porque los días son malos. Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la
voluntad del Señor.
b. Afirmar lo que queda
No todo era malo en esta iglesia. El
Señor les dijo que hay ciertas cosas que “todavía quedan”. Hacían buenas obras;
pero aun eso poco que les quedaba, estaban a punto de perderlo.
c. Acordarse de lo que ha recibido y oído, y
guardarlo
Lo que esta iglesia había recibido del
Señor era bueno. No eran principiantes ni ignorantes. Lamentablemente todo
había quedado en la teoría, y no había sido traducido a la práctica. Por eso,
el Señor los exhorta a acordarse de lo que recibieron de Él, y que lo guarden. ¿De
qué sirve la Biblia en nuestras casas si sólo acumula polvo? ¿De qué sirve leer
y aún estudiar la Palabra de Dios si no la ponemos en práctica?
Hay otra forma en que se puede entender
este versículo (Apoc. 3:3). Algunos
comentaristas dicen que también se podría traducir: “Acuérdate,
pues, de CÓMO recibiste y oíste…” En
este sentido, no es sólo lo que recibieron, sino “cómo” lo recibieron. Dos
personas pueden oír el mismo mensaje, pero cada quien puede tomarlo a su manera.
El Señor nos habla a todos por igual, pero el efecto y el resultado de esta
Palabra dependerán de la forma en que la recibamos y lo que hagamos con ella.
Los tesalonicenses fueron un buen
ejemplo de esto (1 Tes. 1:6-9). Ellos recibieron la palabra con gozo, y la
pusieron en práctica. Se arrepintieron, y fueron luz en medio de la oscuridad.
d. Arrepentirse
El concepto bíblico de “arrepentimiento”
no sólo es sentir remordimiento y compunción. El arrepentimiento comienza con
un reconocimiento del mal que uno ha hecho, pero ése es sólo el principio, pues
debe seguirlo un cambio. La palabra para arrepentimiento en hebreo es: “Teshuvá”, que literalmente
significa: “regreso”.
Es un reconocimiento de que nos hemos
apartado del camino de Dios, acompañada de la resolución firme de regresar a la
forma en que Dios quiere que hagamos las cosas (Mateo 3:8).
Estudios de otros capítulos en la
pestaña: APOCALIPSIS
También disponible en: Audio (caps.
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Me pareció muy interesante este blog, la verdad no se si sigas haciendo esto pero bueno, ojala y si lo sigas haciendo, saludos desde México :D
ResponderEliminarexcelente descripción y muy buenas referencias de las condiciones sociales de esta comunidad cristiana. creo que se logra atender la importancia de la descripción para aplicarlo a lo espiritual.
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