jueves, 19 de octubre de 2017

TABERNÁCULO (VI): Lugar Santísimo

Lo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo era un velo especial:

VELO SANTO (Exo. 26:31-37)
Este velo especial está descrito a continuación:
(Éxodo 26:31-33) También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo.

Este velo lleva los mismos materiales y colores que la puerta de la entrada al Tabernáculo y la cortina de entrada al Lugar Santo, con la diferencia que tiene añadidas las figuras de querubines (al igual que las primeras cortinas del techo).

Este velo que lleva al Lugar Santísimo se conoce en hebreo como Poreket, que literalmente significa: separación. Representa la separación que existe entre Dios y el hombre, desde que Adán pecó en el Edén. Para resaltar esta conexión, encontramos los querubines que aparecen también en la historia del Edén, guardando el camino hacia el Árbol de la Vida (Gen. 3:24).

El Lugar Santísimo es donde la Presencia de Dios se manifestaba en su forma más pura. Allí no podía entrar nadie más que el Sumo Sacerdote en el día más santo del calendario bíblico: el Día de Expiación (heb. Yom Kipur). En la aplicación mesiánica, el Día de Expiación representa el día en que el Mesías regresará para acabar con la iniquidad y juzgar al mundo, luego de lo cual comenzará su reinado mesiánico. Después del Milenio, Dios Padre hará tabernáculo entre nosotros. Podremos verlo cara a cara, y viviremos con Él para siempre.
(Apoc. 21:3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.


La obra de redención del Mesías llegará a su culminación en su segunda venida, pero en su primera venida llevó a cabo el paso más importante en la cruz. En el mismo momento en que Jesús murió, en ese mismo instante se partió el Velo en el Templo.
(Marcos 15:37-39) Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: En verdad este hombre era Hijo de Dios.

El Velo partido es una señal física de lo que ocurrió en el ámbito espiritual. Jesús abrió el camino de regreso a Dios Padre (Mat. 27:50-51; Luc. 23:45). La carta a los Hebreos explica el significado de esta partición:
(Hebreos 10:19-22) Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

Jesús abrió el camino, y ahora cada creyente debe caminar y avanzar por cada paso que lleva hacia el Lugar Santísimo, donde se manifiesta la Presencia de Dios. De nuevo podremos estar “cara a cara” con Dios, tal como Adán estuvo con el Señor en el Jardín del Edén (Apoc. 21 & 22). 
(Apoc. 21:3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

Todo lo que Dios ordenó que se hiciera en el Tabernáculo era una sombra de lo que Jesús vendría a cumplir como parte del Plan de Redención divino, paso a paso.
 (Hebreos 9:11-12) Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

LUGAR SANTISIMO
Detrás del último velo se encontraba la habitación más íntima del Tabernáculo, conocida como el Lugar Santísimo. Como ya mencionamos, en ese lugar descendía la Presencia de Dios (heb. Shejiná). Allí adentro sólo estaba un mueble: el Arca del Pacto.

ARCA DEL PACTO (Exo. 25:10-22)
El Arca (heb. Aron) era básicamente una caja o baúl hecha de madera de acacia, y cubierta de oro puro—por dentro y por fuera. 


Dentro del Arca se encontraban los siguientes elementos (Heb. 9:4), que juntos forman el Testimonio del Pacto que Dios hizo con Su pueblo Israel:

a. Las Tablas de la Ley
Estas son las tablas de piedra donde están escritos los 10 Mandamientos, los cuales son el resumen de toda la Ley de Dios.
(Éxodo 24:12) Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles.
(Deuteronomio 4:13) Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.

b. La Vara de Aarón
Esta vara es la que floreció como testimonio de que Dios había escogido a Aarón y sus hijos para servirle en el Santuario, y callar así a Coré quien se había rebelado contra su autoridad (Num. 17)
(Num. 17:8) Y aconteció que el día siguiente, Moisés entró en la tienda del testimonio, y he aquí, la vara de Aarón de la casa de Leví había retoñado y echado botones, y había producido flores, y almendras maduras
(Num. 17:10) Pero el SEÑOR dijo a Moisés: Vuelve a poner la vara de Aarón delante del testimonio para guardarla por señal a los rebeldes, para que hagas cesar sus murmuraciones contra mí, y no mueran.

c. Maná
El Maná es el alimento que Dios proveyó para el pueblo mientras viajaban a través del desierto en camino a la Tierra Prometida. El Señor pidió que guardaran una medida de pan del Cielo en el Arca, como testimonio de la provisión divina,
(Éxodo 16:33-35) Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un gomer de maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros descendientes. Y Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como Jehová lo mandó a Moisés. Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.

PROPICIATORIO
Además de la caja, el Arca del Pacto tenía otra pieza muy importante, que servía para cubrirla. Esa cubierta recibía el nombre de Propiciatorio, y tenía unas decoraciones especiales:
(Éxodo 25:17-21) Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

De nuevo, vuelven a aparecer los querubines, que traen a memoria cuando el hombre fue expulsado de la Presencia de Dios en el Edén; pero ahora en el Tabernáculo vemos el camino que Dios trazó para la reconciliación con el hombre, a través de la obra redentora del Mesías (Rom. 3:24-25; Rom. 5:10-11).

El Propiciatorio era el punto de contacto entre Dios y Su Pueblo. El Señor le dijo a Moisés que desde allí le hablaría:
(Éxodo 25:17-21) Y allí me encontraré contigo en tiempos señalados, y hablaré contigo desde encima del propiciatorio, desde en medio de los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, respecto de todo lo que te ordenaré en cuanto a los Hijos de Israel.

Moisés tenía una relación especial con el Señor, más cercana que cualquier otro hombre.
(Éxodo 33:11) Y acostumbraba hablar el SEÑOR con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. 
(Números 12:8) Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová…

Cuando Moisés necesitaba hablar con Dios, él iba a la tienda de reunión, y él oía la voz del Señor que le hablaba desde el Propiciatorio.
(Números 7:89) Y al entrar Moisés en la tienda de reunión para hablar con el Señor, oyó la voz que le hablaba desde encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines, y Él le habló.

La única otra persona que podía entrar delante del Arca del Pacto, en el Lugar Santísimo, era el sumo sacerdote—pero sólo una vez al año (Heb. 9:2-7; Lev. 16:2). En el Día de Expiación (heb. Yom Kipur), el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo con el propósito de pedir perdón por los pecados de todo el pueblo; pero antes de entrar, llenaba el lugar con el humo de incienso.
(Levítico 16:13-16) Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas.

La sangre sobre el propiciatorio cubría los pecados del pueblo. Y cómo hemos visto a lo largo del estudio del Tabernáculo, todo es figura del Mesías, por cuya sangre somos salvos.
(1 Juan 2:2) El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

La carta de Hebreos explica que Jesús no entró al Templo físico, pero si al que está en el Cielo, para hacer propiciación por el mundo entero—para siempre.
(Hebreos 9:24-26) Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

En su primera venida, Jesús murió en el día de la Pascua, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). En su segunda venida, Jesús ya no tendrá que morir, pero cumplirá la fiesta de Yom Kipur (Día de Expiación) viniendo como juez, para salvar a los que creyeron en Él, pero a los que no se arrepientan serán juzgados por sus obras.
(Hebreos 9:28) Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.


Nota: Para más información sobre el significado y cumplimiento mesiánico de Día de Expiación, pueden visitar los siguientes enlaces:


Estudios de otros capítulos de este libro: Éxodo
Clase virtual de este libro: Audio de Éxodo
También en Video de YouTube (Canal: Cita Divina)


-->

4 comentarios:

  1. Buenas noches hermana Ana me gustaría saber si publicará el libro de levítico 🥰

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi intención es estudiar TODOS los libros de la Biblia, y tengo el libro de Levítico como prioridad, así que espero que sea pronto

      Eliminar
  2. Este estudio esta muy interezante..Dios le siga dando sabiduria.Nos ayuda mucho alos que estanoa empesando a conocer mas de la biblia.

    ResponderEliminar
  3. Bendiciones hna. Precioso estudio del tabernáculo,seguiré esperando el de levítico. Gracias.

    ResponderEliminar

Son bienvenidos las dudas y comentarios (con el entendido que se hagan con respeto)...