Lo que separaba el Lugar Santo del
Lugar Santísimo era un velo especial:
VELO SANTO (Exo. 26:31-37)
Este velo especial está descrito a
continuación:
(Éxodo 26:31-33) También harás
un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa,
con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia
cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el
velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del
testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el
santísimo.
Este velo lleva los mismos materiales y
colores que la puerta de la entrada al Tabernáculo y la cortina de entrada al
Lugar Santo, con la diferencia que tiene añadidas las figuras de querubines (al
igual que las primeras cortinas del techo).
Este velo que lleva al Lugar Santísimo se
conoce en hebreo como Poreket, que literalmente significa:
separación. Representa la separación que existe entre Dios y el hombre, desde
que Adán pecó en el Edén. Para resaltar esta conexión, encontramos los
querubines que aparecen también en la historia del Edén, guardando el camino
hacia el Árbol de la Vida (Gen. 3:24).
El Lugar Santísimo es donde la Presencia
de Dios se manifestaba en su forma más pura. Allí no podía entrar nadie más que
el Sumo Sacerdote en el día más santo del calendario bíblico: el Día de
Expiación (heb. Yom Kipur). En la aplicación mesiánica, el Día de
Expiación representa el día en que el Mesías regresará para acabar con la
iniquidad y juzgar al mundo, luego de lo cual comenzará su reinado mesiánico. Después
del Milenio, Dios Padre hará tabernáculo entre nosotros. Podremos verlo cara a
cara, y viviremos con Él para siempre.
(Apoc. 21:3) Y oí una gran
voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará
con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su
Dios.
La obra de redención del Mesías llegará a
su culminación en su segunda venida, pero en su primera venida llevó a cabo el
paso más importante en la cruz. En el mismo momento en que Jesús murió, en ese
mismo instante se partió el Velo en el Templo.
(Marcos 15:37-39) Y Jesús, dando un fuerte
grito, expiró. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba
abajo. Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que
expiró, dijo: En verdad este hombre era Hijo de Dios.
El Velo partido es una señal física de lo que
ocurrió en el ámbito espiritual. Jesús abrió el camino de regreso a Dios Padre
(Mat. 27:50-51; Luc. 23:45). La carta a los Hebreos explica el significado de
esta partición:
(Hebreos 10:19-22) Así que, hermanos, teniendo libertad
para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino
nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y
teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Jesús abrió el camino, y ahora cada creyente
debe caminar y avanzar por cada paso que lleva hacia el Lugar Santísimo, donde
se manifiesta la Presencia de Dios. De nuevo podremos estar “cara a cara” con
Dios, tal como Adán estuvo con el Señor en el Jardín del Edén (Apoc. 21 &
22).
(Apoc. 21:3) Y oí una gran
voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él
morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios.
Todo lo que Dios ordenó que se hiciera en el
Tabernáculo era una sombra de lo que Jesús vendría a cumplir como parte del
Plan de Redención divino, paso a paso.
(Hebreos 9:11-12) Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros,
por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no
de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su
propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo
obtenido eterna redención.
LUGAR SANTISIMO
Detrás del último velo se encontraba la habitación más íntima del
Tabernáculo, conocida como el Lugar Santísimo. Como ya mencionamos, en
ese lugar descendía la Presencia de Dios (heb. Shejiná). Allí adentro sólo estaba un mueble: el Arca del Pacto.
ARCA DEL PACTO (Exo. 25:10-22)
El Arca (heb. Aron) era
básicamente una caja o baúl hecha de madera de acacia, y cubierta de oro puro—por
dentro y por fuera.
Dentro del Arca se encontraban los siguientes elementos
(Heb. 9:4), que juntos forman el Testimonio del Pacto que Dios hizo con Su
pueblo Israel:
a. Las Tablas de la Ley
Estas son las tablas de piedra donde
están escritos los 10 Mandamientos, los cuales son el resumen de toda la Ley de
Dios.
(Éxodo 24:12) Entonces Jehová
dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y
la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles.
(Deuteronomio 4:13) Y él os anunció su pacto, el cual os
mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de
piedra.
b. La Vara de Aarón
Esta vara es la que floreció como
testimonio de que Dios había escogido a Aarón y sus hijos para servirle en el
Santuario, y callar así a Coré quien se había rebelado contra su autoridad
(Num. 17)
(Num. 17:8) Y aconteció que
el día siguiente, Moisés entró en la tienda del testimonio, y he aquí, la vara
de Aarón de la casa de Leví había retoñado y echado botones, y había producido
flores, y almendras maduras
(Num. 17:10) Pero el SEÑOR
dijo a Moisés: Vuelve a poner la vara de Aarón delante del testimonio para
guardarla por señal a los rebeldes, para que hagas cesar sus murmuraciones
contra mí, y no mueran.
c. Maná
El Maná es el alimento que Dios proveyó para el pueblo mientras viajaban
a través del desierto en camino a la Tierra Prometida. El Señor pidió que
guardaran una medida de pan del Cielo en el Arca, como testimonio de la
provisión divina,
(Éxodo 16:33-35) Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un gomer de
maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros
descendientes. Y Aarón lo puso delante del Testimonio
para guardarlo, como Jehová lo mandó a Moisés. Así comieron los hijos de Israel
maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta
que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.
PROPICIATORIO
Además de la caja, el Arca del Pacto
tenía otra pieza muy importante, que servía para cubrirla. Esa cubierta recibía
el nombre de Propiciatorio, y tenía unas decoraciones especiales:
(Éxodo 25:17-21) Y harás un
propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su
anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a
martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un
querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el
propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines
extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus
rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los
querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca
pondrás el testimonio que yo te daré.
De nuevo, vuelven a aparecer los
querubines, que traen a memoria cuando el hombre fue expulsado de la Presencia
de Dios en el Edén; pero ahora en el Tabernáculo vemos el camino que Dios trazó
para la reconciliación con el hombre, a través de la obra redentora del Mesías
(Rom. 3:24-25; Rom. 5:10-11).
El Propiciatorio era el punto de contacto
entre Dios y Su Pueblo. El Señor le dijo a Moisés que desde allí le hablaría:
(Éxodo 25:17-21) Y allí me
encontraré contigo en tiempos señalados, y hablaré contigo desde encima del
propiciatorio, desde en medio de los dos querubines que están sobre el arca del
testimonio, respecto de todo lo que te ordenaré en cuanto a los Hijos de
Israel.
Moisés tenía una relación especial con el
Señor, más cercana que cualquier otro hombre.
(Éxodo 33:11) Y acostumbraba
hablar el SEÑOR con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su
amigo.
(Números 12:8) Cara a cara
hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová…
Cuando Moisés necesitaba hablar con Dios,
él iba a la tienda de reunión, y él oía la voz del Señor que le hablaba desde
el Propiciatorio.
(Números 7:89) Y al entrar
Moisés en la tienda de reunión para hablar con el Señor, oyó la voz que le
hablaba desde encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio,
de entre los dos querubines, y Él le habló.
La única otra persona que podía entrar
delante del Arca del Pacto, en el Lugar Santísimo, era el sumo sacerdote—pero
sólo una vez al año (Heb. 9:2-7; Lev. 16:2). En el Día de Expiación
(heb. Yom Kipur), el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo con el
propósito de pedir perdón por los pecados de todo el pueblo; pero antes de
entrar, llenaba el lugar con el humo de incienso.
(Levítico 16:13-16) Y pondrá el
perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el
propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. Tomará luego de
la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado
oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella
sangre. Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del
pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre
como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y
delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las
impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de
la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre
ellos en medio de sus impurezas.
La sangre sobre el propiciatorio cubría los
pecados del pueblo. Y cómo hemos visto a lo largo del estudio del Tabernáculo,
todo es figura del Mesías, por cuya sangre somos salvos.
(1 Juan 2:2) El mismo es la propiciación por
nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también
por los del mundo entero.
La carta de Hebreos explica que Jesús no entró
al Templo físico, pero si al que está en el Cielo, para hacer propiciación por
el mundo entero—para siempre.
(Hebreos 9:24-26) Porque no entró Cristo en el
santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas
veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre
ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde
el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se
presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en
medio el pecado.
En su primera venida, Jesús murió en el día de
la Pascua, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
En su segunda venida, Jesús ya no tendrá que morir, pero cumplirá la fiesta de Yom
Kipur (Día de Expiación) viniendo como juez, para salvar a los que creyeron
en Él, pero a los que no se arrepientan serán juzgados por sus obras.
(Hebreos 9:28) Así también Cristo fue ofrecido una
sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin
relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Nota: Para más información
sobre el significado y cumplimiento mesiánico de Día de Expiación, pueden
visitar los siguientes enlaces:
* Yom Kipur: resumen (2016)
* Esencia del Día de Expiación
* Ceremonia en Yom Kipur
* Yom Kipur: Significado Espiritual
* Yom Kipur
* Esencia del Día de Expiación
* Ceremonia en Yom Kipur
* Yom Kipur: Significado Espiritual
* Yom Kipur
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Buenas noches hermana Ana me gustaría saber si publicará el libro de levítico 🥰
ResponderEliminarMi intención es estudiar TODOS los libros de la Biblia, y tengo el libro de Levítico como prioridad, así que espero que sea pronto
EliminarEste estudio esta muy interezante..Dios le siga dando sabiduria.Nos ayuda mucho alos que estanoa empesando a conocer mas de la biblia.
ResponderEliminarBendiciones hna. Precioso estudio del tabernáculo,seguiré esperando el de levítico. Gracias.
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