sábado, 26 de agosto de 2017

EXODO 32:11-34. Consecuencias del Becerro de Oro


En la entrada anterior comenzamos a estudiar sobre el Pecado del Becerro de Oro. Ahora veremos cómo reaccionó Moisés y las consecuencias de este pecado…

REACCIÓN DE MOISÉS
Ante la prueba que Dios le hizo, Moisés respondió de la siguiente manera:
(Éxodo 32:11-12) Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.

Moisés no defendió al pueblo ni justificó su desobediencia, porque sabía bien que lo que era justo. Tampoco pensó en sí mismo y su beneficio personal, sino que primero pensó en Dios. Él pudo proyectar lo que pasaría con el nombre de Dios entre las naciones, y eso le preocupó.

La palabra que se traduce como: “Vuelve”, en hebreo es: Shuv, que literalmente significa: regresar. También se traduce como: arrepentirse. Por otro lado, la palabra que se traduce como: “Arrepiéntete”, en hebreo es: Najam, que literalmente es: suspirar, respirar fuertemente. Por implicación también significa: lamentar, compadecer, consolar, compadecer.

Moisés también apeló al Pacto que Dios había hecho con los patriarcas.
(Éxodo 32:13) Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.

Moisés no pensó en sí mismo, sino en Dios. Pidió que el Plan de Dios se cumpliera, y apeló a la misericordia del Señor para Israel.

Veamos ahora cómo respondió Dios a la petición de Moisés:
(Éxodo 32:14) Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.

La traducción tal vez no es la mejor, ya que aquí también el verbo que se traduce como “arrepentirse” es Najam (lit. suspirar, fig. lamentarse, compadecerse). Por principio, Dios no se arrepintió ya que Él no se equivoca, como dice la Biblia:
(Números 23:19) Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá?

Lo que Dios hizo fue lamentar lo que pasó y compadecerse. A través de toda esta experiencia, Dios va a revelar sus atributos de misericordia (como lo veremos en el próximo capítulo), y también le va a enseñar a Su Puelo sobre el proceso de arrepentimiento.

En el análisis de esta historia debemos tener cuidado de no creer que Moisés es más justo que Dios, “logrando convencer” de no destruir al pueblo. Esta conversación es una prueba sivina para ver revelar dónde esté el corazón de Moisés. También fue una oportunidad para que Dios revelara su misericordia.  Lo que todo merecemos es la muerte por haber pecado, pero el Señor nos perdona y nos da otra oportunidad (Rom. 3:23-24)

DOS TABLAS DEL TESTIMONIO
Si Dios no se hubiera compadecido (“arrepentido”), no le habría dado a Moisés las Tablas de la Ley en ese momento, tal como leemos en los siguientes versículos:
(Éxodo 32:15-16) Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

La Biblia menciona que Dios le dió a Moisés dos tablas de la Ley (Deut. 5:22), y lo que estaba allí escrito eran los “10 Mandamientos”, las palabras que todo el pueblo oyó en el día de Pentecostés (heb. Shavuot, lit. Semanas).
(Deut. 9:10-11)  y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. Sucedió al fin de los cuarenta días y cuarenta noches, que Jehová me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto.

¿Por qué dos tablas? Algunos creen que en una Tabla estaban escritos los mandamientos que enseñan sobre la relación del hombre con Dios, y en la otra los que hablan de la relación del hombre con su prójimo. Pero también hay otra interpretación que dice que las dos Tablas son dos copias del mismo documento, tal como se hace en una alianza o un pacto. 

LAS TABLAS DEL PACTO FUERON ROTAS
En la cima del monte, Moisés le pidió a Dios que aplacara su ira, pero cuando él llegó al campamento él también se encendió en ira al ver con sus propios ojos lo que el pueblo había hecho.
(Éxodo 32:19) Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.

El pueblo quebrantó el pacto, y en señal de ello Moisés quebró las Tablas del Pacto.

En la tradición judía, se considera el evento en el Monte Sinai como el compromiso matrimonial entre Dios y Su Pueblo. Y al caer en la idolatría del becerro de oro, ese pecado se puede comparar con un adulterio espiritual.
(Jeremías 31:32b) …porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

FIN DEL BECERRO
A continuación, la Biblia explica lo que Moisés hizo con la figura del becerro.
(Éxodo 32:20)  Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.

Moisés destruyó la imagen falsa, tal como Dios había dicho que se hiciera con los ídolos (Deu. 7:5-6,25). Pero fue más allá, y lo hizo polvo, lo mezcló con agua, y les obligó a beberlo. De esta forma, se aseguraban que no quedara ni rastro del becerro, ni del oro con que fue hecho.

RECLAMO A AARON
Como era de esperar, Moisés confrontó a Aarón y le reclamó por qué había permitido tal cosa.
(Éxodo 32:21) Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?

Ésta fue la respuesta de Aarón:
(Éxodo 32:22) Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal.

Curiosamente, Aarón le dijo a Moisés lo mismo que Moisés le había dicho a Dios: “No se encienda la ira de mi señor.” Lamentablemente, Aarón no reconoció su propia falta; más bien, se excusó echándole la culpa al pueblo.
(Éxodo 32:23-24) Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.

Este es el aspecto negativo del carácter pacificador de Aarón.  El quería quedar bien con todos. Moisés no excusó a su hermano; más bien, señaló que Aarón no había sido un buen líder al permitirles hacer el mal sin estorbo, y aún colaborar.

HORA DE DEFINICIÓN
Para el momento en que Moisés llegó, la fiesta en honor al becerro ya se había salido de control. Aarón les había permitió hacer lo que querían, el pueblo se había desenfrenado. Pero Moisés no lo permitiría, y actuó para ponerle fin a la locura.
(Éxodo 32:25-26) Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.

Había llegado la hora de la definición. Los israelitas debían escoger si estaban del lado de Dios o no. Los que se pusieron de inmediato del lado de Moisés fueron los levitas.
(Éxodo 32:27-29) Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.

El pueblo debía definirse si estaba con Dios o en contra. Era una decisión de vida o muerte: si no se sometían a Dios, debían morir. Suena drástico, pero si no se realizaba esta limpieza, al final todos morirían (1 Cor. 5:4-6; Gal. 5:9). En esos momentos en que uno debe elegir entre quedar bien con Dios o con la familia o amigos, uno debe cuidarse de escoger al Señor (Mateo 10:34-37).

PIDE MISERICORDIA
Luego del Pecado del Becerro de Oro, los israelitas sabían que habían fallado a Dios. También estaban conscientes que merecían el castigo (que era la muerte). Pero Moisés sabía que Dios también era misericordioso, y se dispuso a pedir perdón en nombre de todo el Pueblo:
(Éxodo 32:30-32) Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.

Al pedir misericordia para Israel, Moisés no pidió a Dios que pasara por alto el castigo, ya que Dios no puede dejar de ser justo—o dejaría de ser perfecto. Más bien, Moisés se ofreció como “sustituto”, una especie de propiciación para pagar por el pecado del Pueblo.

RESPUESTA DE DIOS
¿Aceptó Dios la propuesta de Moisés de pagar por el pecado de Israel? Leamos la respuesta a continuación:
(Éxodo 32:33-34) Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.

Aunque la intención de Moisés haya sido buena, él no es el lo suficientemente justo como para justificar a todo un pueblo (Ecl. 7:20; Rom. 3:9-12). Sólo alguien perfecto podría hacerlo, y ése es Jesús (1 Pedro 1:18-20).

A través de esta experiencia de Moisés, (al pedir perdón por el pecado del becerro de oro y ofrecerse como sustituto), vemos la sombra de la revelación del Mesías, quien entregó su vida por nosotros (Rom. 3:24-26). Jesús murió por todo el mundo, pero quien accesa a su perdón y expiación son aquellos que reconocen su pecado y se arrepienten.

En el próximo capítulo seguiremos leyendo sobre las consecuencias del Pecado del Becerro de Oro…


Estudios de otros capítulos de este libro: Éxodo
Clase virtual de este libro: Audio de Éxodo


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