viernes, 14 de julio de 2017

EXODO 25:1-9. Tabernáculo (1)


Cuando Moisés subió al Monte Sinaí para recoger las Tablas de la Ley (Exo. 24:12), en esa ocasión Dios también le dio las instrucciones de cómo construir el Tabernáculo. Estas instrucciones están detalladas en los capítulos de Éxodo 25 al 31.  Luego, en los capítulos de Exódo 35 al 40 se describe el orden en que efectivamente se construyó. 

Tabernáculo (heb. Mishkan)

RAZÓN DEL TABERNÁCULO
Antes de dar las instrucciones sobre el Tabernáculo, el Señor explica la razón por la que pide que se construya:
(Éxodo 25:8) Y me harán un santuario, y Yo habitaré en medio de ellos. 

La palabra que se traduce como “Tabernáculo”, en hebreo es: Mishkan, que viene del verbo Shakan, que significa: habitar, residir. El Santuario manifiesta el deseo del corazón de Dios: Él quiere habitar en medio de Su Pueblo. La frase “entre ellos”, en hebreo es: B’tojam, que también puede traducirse como: en medio, o en el centro. El Señor quiere ser el centro de nuestras vidas, tanto en un sentido comunitario, como en lo personal.

El Tabernáculo (heb. Mishkan) es el santuario temporal, mientras que los israelitas viajan por el desierto; pero cuando lleguen a la Tierra Prometida, se espera que construyan un santuario permanente: el Templo (heb. Mikdash, de la raíz: Kadash, que significa consagrar, dedicar).

¿Puede Dios habitar en un edificio hecha por manos humanas? La Biblia responde a esta pregunta:
(Isaías 66:1-2) Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

Dios no cabe en un templo hecho por manos humanas, pero es una figura de la relación que quiere con nosotros. Cuando el rey Salomón construyó el primer Templo, él sabía que no era suficiente para Dios, aunque fuere majestuoso (Hechos 7:44-50).
(I Reyes 8:27-28) Pero, ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Eterno Dios mí, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti. 

Dios no necesita una casa, pero lo que Él desea es vivir en medio de Su Pueblo. El Templo no es un lugar de “habitación”, sino un lugar de conexión.

El apóstol Juan expresa que Jesús “habitó entre nosotros” en su Primera Venida.
(Juan 1:14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Y aún la venida de Jesús a la Tierra es tan sólo la sombra de lo que Dios tiene planeado. La plenitud del cumplimiento se realizará hasta después del Milenio mesiánico:
(Apocalipsis 21:1-3) Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.  Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.

SEGÚN EL DISEÑO
Aunque uno es temporal y el otro es permantente, tanto el Tabernáculo como el Templo siguen un diseño común, según el patrón que Dios le mostró a Moisés.
(Éxodo 25:9) Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.

Más que la belleza superficial del edificio, el valor principal del Santuario de Dios es su significado. Las cosas celestiales son entendidas a través de las cosas terrenales (Juan 3:12). El tabernáculo es una ilustración de algo mucho mayor, tal como lo explica Hebreos:
(Hebreos 8:5)  los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.

A través de todas las piezas y los elementos del Santuario, Dios enseña a su Pueblo el proceso para acercarse a Él [Esto lo explicaremos más adelante, cuando es veamos la construcción del Tabernáculo]. Cada pieza y mueble del Tabernáculo debía ser hecha bajo las especificaciones dadas, ya que cada detalle tiene un significado y una revelación (que a simple vista puede pasarse por alto).

OFRENDA PARA LA CONSTRUCCIÓN
Para la construcción del Tabernáculo, se iban a necesitar materiales. Dios pidió al pueblo que dieran una ofrenda para ello.
(Éxodo 25:1-2) Jehová habló a Moisés diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.

Esta ofrenda era estrictamente voluntaria. Dios no nos pide nada a la fuerza. Sin embargo, los materiales si son especificados. Lo que Dios pedía era lo siguiente:
(Éxodo 25:3-7) Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.

¿Cómo podía un grupo de esclavos que acababan de ser liberados poseer todos estos materiales, estando en medio del desierto? Si Dios nos pide algo, Él siempre provee. El Señor ya había pensado en esto desde tiempo atrás. Antes que salieran de Egipto, instruyó a los israelitas para que pidieran a los egipcios bienes materiales, y esto fue lo que les dieron (Exo. 12:35-36).

Nota: Cuando estudiemos el capítulo 35, veremos cómo fue la recolecta.


Estudios de otros capítulos de este libro: Éxodo


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