En el tiempo que Jetro estuvo con Moisés, él se dio
cuenta de la carga tan grande que Moisés llevaba sobre sus hombros, como líder
de la nación de Israel.
(Éxodo 18:13-14)
Y aconteció que al día siguiente Moisés se
sentó a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana
hasta el atardecer. Cuando el suegro de
Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces por
el pueblo? ¿Por qué juzgas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde
la mañana hasta el atardecer?
Seguramente Jetro esperaba pasar tiempo con Moisés,
pero resultó que él estaba demasiado ocupado atendiendo asuntos del pueblo. Mañana
y tarde la gente lo buscaba. Jetro le preguntó para qué lo buscaban, y Moisés
le explicó:
(Éxodo 18:15-16) Y
respondió Moisés a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a
Dios. Cuando tienen un pleito, vienen a mí, y yo juzgo entre uno y otro,
dándoles a conocer los estatutos de Dios y sus leyes.
Moisés era el líder de todo el pueblo. Era su juez,
su pastor y su consejero. Él se había convertido en el intermediario entre Dios
y los israelitas. Pero Moisés no podía darse a basto, ya que el pueblo de
Israel llegaba a un número de más de 600 mil hombres, además de mujeres y niños
(Num. 1:45-46).
Preocupado por Moisés, Jetro le dio el siguiente
consejo:
(Éxodo 18:17-19a) Y
el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Con seguridad
desfallecerás tú, y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es
demasiado pesado para ti; no puedes hacerlo tú solo. Ahora, escúchame; yo
te aconsejaré, y Dios estará contigo.
El consejo que le dio Jetro es que compartiera la
carga con otros líderes. Le sugirió que dividiera el trabajo de la siguiente
manera:
a.
Moisés
(Éxodo 18:19b-20) Sé tú
el representante del pueblo delante de Dios, y somete los asuntos a Dios. Y
enséñales los estatutos y las leyes, y hazles saber el camino en que deben
andar y la obra que han de realizar.
Moisés no debía distraerse con los problemas menudos
del pueblo, sino que debía dedicar más tiempo a buscar a Dios, que es lo más
importante para su función como líder de todo el pueblo.
b.
Otros
líderes
(Éxodo 18:21-22) Además,
escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres
veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo
como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Y que juzguen
ellos al pueblo en todo tiempo; y que traigan a ti todo pleito grave, pero que
ellos juzguen todo pleito sencillo. Así será más fácil para ti, y ellos
llevarán la carga contigo.
Moisés debía nombrar a líderes honestos y capaces que
fungieran como jueces, dirimiendo los conflictos entre el pueblo. En el caso
que un juez no pudiera resolver un caso, podría apelar a un juez de mayor
rango, hasta llegar a la instancia de Moisés (que serviría como un juez
supremo).
Jetro le dijo a Moisés que si hacía esto, les iría
mejor a todos.
(Éxodo 18:23) Si haces
esto, y Dios te lo manda, tú podrás resistir y todo este pueblo por su parte
irá en paz a su lugar.
ATENDIÓ EL CONSEJO
A Moisés le pareció magnífico el consejo de su
suegro (Exo. 18:24), y lo implementó de inmediato:
(Éxodo 18:25-26) Y
escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel, y los puso por cabezas del
pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Ellos
juzgaban al pueblo en todo tiempo; el pleito difícil lo traían a Moisés, mas
todo pleito sencillo lo juzgaban ellos.
En Deuteronomio se describe la implementación de
este sistema de jueces entre los israelitas:
(Deu. 1:12-15) ¿Cómo
llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras cargas y vuestros
pleitos? Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, varones
sabios y entendidos y expertos, para que yo los ponga por vuestros jefes. Y me
respondisteis, y dijisteis: Bueno es hacer lo que has dicho. Y tomé los
principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y los puse por jefes
sobre vosotros, jefes de millares, y jefes de cientos, y jefes de cincuenta, y
jefes de diez, y oficiales entre vuestras tribus.
A continuación, Moisés describe cómo debe actuar un
juez justo:
(Deu. 1:16-17) Y
entonces mandé a vuestros jueces, diciendo: Oíd las querellas entre vuestros
hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el extranjero que
está con él. No hagáis acepción de personas en el juicio; así al pequeño
como al grande oiréis. No tendréis temor del hombre, porque el juicio es de
Dios. Y el caso que os fuere difícil, lo traeréis a mí, y yo lo oiré.
UN JUEZ JUSTO
Tomando por referencia Éxodo 18 y Deuteronomio 1,
podemos resumir cuales deben ser las calificaciones de un juez justo:
- sabio,
entendido
- capaz,
experto
- temeroso de
Dios, no de los hombres
- que aborrezca
las ganancias deshonestas
- que no haga
acepción de personas
Más adelante, cuando reciben los mandamientos en el
Monte Sinaí, el Señor define lo que es un JUICIO JUSTO:
(Deu. 16:18-20) Jueces y
alcaldes te pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus
tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo
juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes
soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las
palabras de los justos. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas
y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.
Veamos punto por punto la descripción de un juicio
justo:
a. No se debe
torcer el derecho.
No se deben manipular las leyes para obtener el fin
que uno quiere, sino debe aplicarse la ley tal como Dios la dio. Al que
quebranta la ley, se castiga; y se honra al que guarda la ley.
b. No hacer acepción de personas. Las leyes aplican a todos por igual.
(Proverbios 24:23-25) También estos son
dichos de los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno. El
que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las
naciones; mas los que lo reprendieren tendrán felicidad, y sobre ellos vendrá
gran bendición.
(Colosenses 3:25) Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que
hiciere, porque no hay acepción de
personas.
c. Los jueces no deben recibir soborno, ni aún
regalos, porque éstos ciegan los ojos de los sabios y pervierte las palabras de
los justos.
(Éxodo 23:8)
No recibirás presente porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos.
En el principio, el pueblo de Israel no tenía rey,
ya que Dios era su Rey. Sus líderes eran jueces que aplicaban la ley de Dios.
Estudios de otros capítulos de este libro: Éxodo
Clase virtual de este libro: Audio de
Éxodo
Mmmmmm me parece de sabios recibir consejo de las personas entendidas y con mayor experiencia. Lo libera a a uno del clericalismo al delegar funciones que otros también sabios puedan resolver...
ResponderEliminarPor que en exodo , justamente en este capitulo se menciona lo de jefes mil , cien de cincuenta y diez
ResponderEliminarEsta explicación puede llamarse como el inicio del diaconado?, o lo tomamos en hechos como el inicio del diaconado.
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