En el
capítulo seis encontramos el mensaje que Dios tenía para el pueblo de Israel.
Muchos se habían desanimado ante la negativa del faraón a dejarlos ir. Debido a
esa reacción del pueblo, Moisés se preocupó, y le preguntó al Señor lo
siguiente:
(Éxodo
5:22-23) Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor,
¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine
a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has
librado a tu pueblo.
Esta
fue la respuesta del Señor:
(Éxodo
6:1) Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré
a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de
su tierra.
Con
estas palabras, el Señor le recuerda a Moisés algo que ya le había advertido
cuando le habló ante la zarza ardiente:
(Éxodo 3:19-20) Mas yo sé que el rey de
Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Pero yo extenderé mi mano, y
heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará
ir.
¿Qué
quiere decir con mano fuerte (heb. B’Yad Jazaká)? En el siguiente
capítulo se define lo que esta frase implicaría:
(Éxodo 7:3-4) Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en
la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. Y Faraón no os oirá; mas yo
pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de
Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.
El
poder de la mano de Jehová se hará evidente a través de señales, prodigios y
juicios. Israel no saldrá “por las
buenas” de Egipto. Cuando ellos salgan, se hará evidente que ellos saldrán por
el poder de Dios—y no por el favor del faraón.
En la
respuesta, Dios también quería dejar clara la razón de la liberación: para que Israel
se convierta en el Pueblo elegido de Dios, tal como lo prometió a los patriarcas
(Abraham, Isaac y Jacob). [Nótese que Dios firma con su Nombre, Jehová, al
principio, en medio y al final de esta respuesta.]
(Éxodo 6:2-8) Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo
soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente,
mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto
con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y
en la cual habitaron. Asimismo yo he
oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y
me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy
JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os
libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios
grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros
sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas
pesadas de Egipto. Y os meteré en la
tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ.
La
liberación no es sólo una respuesta al clamor por la dura servidumbre; más
bien, el Señor reveló que la Redención está vinculada al cumplimiento del pacto
que hizo con los patriarcas. No se trata de ser librados de la esclavitud para
que cada uno haga lo que quiera, sino que Israel será libre para servir a Dios.
El
Señor explica que los patriarcas recibieron el Pacto, pero no vieron las
promesas cumplidas; pero ahora los descendientes de Abraham serán testigos y
beneficiarios del cumplimiento de la promesa. Ellos tendrán una experiencia
vivencial de Jehová (“yo seré el que seré”, Exo. 3:13-15).
NO
ESCUCHARON
Habiendo
recibido esta profunda revelación, Moisés recuperó su fe y renovó su
perspectiva de lo que Dios estaba haciendo con su pueblo. Animado por ello, fue
a trasmitir el mensaje a los israelitas. Lamentablemente, ellos no lo
recibieron con tanto entusiasmo…
(Éxodo
6:9) De esta manera
habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a
causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.
El
texto dice que “no escucharon” (heb. V’Lo Shamu). Esto no quiere decir
que no oyeron las palabras, sino que no las asimilaron ni atendieron. En hebreo
se usa el verbo “Shama”, que implica no sólo oír sino
también obedecer (Shema: oír + obedecer). En otras palabras,
ellos oyeron pero no creyeron, y por ello atendieron al mensaje de Dios.
Pero,
¿acaso no habían creído cuando vieron las señales (Exo. 4:29-31)?
(Éxodo 4:29-31) Entonces fueron Moisés y Aarón y
reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel; y Aarón habló todas las
palabras que Dios había hablado a Moisés. Este hizo entonces las señales en
presencia del pueblo, y el pueblo creyó. Y al oír que el SEÑOR había
visitado a los hijos de Israel y había visto su aflicción, se postraron y
adoraron.
En
este otro texto, la palabra que se traduce como “creyó” en hebreo no es “Shama”
sino “Aman”, que significa: apoyar, confirmar, ser fiel y firme.
Está relacionada con la expresión: “Amén”. En esa ocasión, el pueblo dijo:
“Amén” cuando vieron las señales, pero cuando el Faraón se endureció, perdieron
la fe.
EXPLICACIÓN
DE EZEQUIEL
En el
libro del profeta Ezequiel encontramos una explicación más detallada de lo que
se describe en Éxodo 6:9, donde dice que los israelitas en Egipto “no
escucharon”, y lo vincula directamente a la desobediencia…
(Ezequiel
20:5-11) y diles: Así ha
dicho Jehová el Señor: El día que escogí a Israel, y que alcé mi mano para
jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en
la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré diciendo: Yo soy Jehová
vuestro Dios; aquel día que les alcé mi mano, jurando así que los sacaría de la
tierra de Egipto a la tierra que les había provisto, que fluye leche y miel, la
cual es la más hermosa de todas las tierras; entonces les dije: Cada uno eche
de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los
ídolos de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios. Mas ellos se rebelaron
contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones
de delante de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría
mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de
Egipto. Con todo, a causa de mi nombre, para que no se infamase ante los ojos
de las naciones en medio de las cuales estaban, en cuyos ojos fui conocido,
actué para sacarlos de la tierra de Egipto. Los saqué de la tierra de Egipto, y
los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos,
por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá.
Las señales y juicios no serían sólo para “educar al faraón”, sino que
también el pueblo de Israel debía aprender y rectificar. Los israelitas debían
reconocer a Jehová como su Dios, y como resultado tendrían que limpiarse de las malas costumbres
adquiridas en Egipto. Este es el mensaje
que se recalca en Levítico:
(Levítico
18:1-5) Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de
Israel, y diles: Yo soy Jehová vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra
de Egipto, en la cual morasteis; ni
haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis
en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis,
andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas,
los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos.
Yo Jehová.
Nótese
que tanto en el texto de Éxodo como en Levítico y Ezequiel, se hace énfasis en
el nombre de Dios: Jehová. Vinculado al reconocimiento de Dios, está la
obediencia; si los israelitas reconocen que Jehová es su Dios, entonces deben
“escucharlo” (Shema = oír + obedecer).
ENVIADO
DE NUEVO
Moisés
se desanimó ante la dureza de los israelitas. Por eso, cuando Dios le volvió a
pedir que hablara con el faraón, él dijo: “si los hijos de Israel no me
escuchan, ¿cómo, pues, me escuchará Faraón” (Exo. 6:10-12).
El
Señor no contempló el desanimo de Moisés ni su inseguridad. Más bien, siguió
firme en su instrucción y lo empujó a obedecer sin dudar.
(Éxodo
6:13) Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio
mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que
sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.
Dios
no estaba “preguntando”, sino que estaba dando una orden. El Señor no sólo
espera un “Amén”, sino espera OBEDIENCIA (heb. Shama).
CORAZÓN
DURO
No
sólo el faraón tenía el corazón duro, sino también los israelitas habían
endurecido su corazón como resultado del sufrimiento y la falta de esperanza
(Exo. 6:9). La esclavitud endurece a las personas, y no les permite tener
esperanza. Por lo tanto, Dios les va a demostrar con hechos, y no sólo con
palabras, lo que Él quería decir.
Estudios
de otros capítulos de este libro: Éxodo
Clase
virtual de este libro: Audio de
Éxodo
en este pasaje se habla de tres familias israelies, y hace enfasis en la de Leví y sus linajes, cómo sería el enlace con el resto
ResponderEliminarDios los bendiga y gracias por estos estudios ya que edifican en gran manera y son de gran bendicion
ResponderEliminarExcelente, aprendo más sobre como debo ser, como debo guiarme
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir estos estudios más profundos, que Dios siga prosperando su conocimiento
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