En el primer capítulo vimos que Moisés creció en la casa del Faraón, educado como un egipcio de la realeza. Así lo explicó Esteban en su famoso discurso:
(Hechos 7:21-22) Pero siendo expuesto a la
muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. Y fue enseñado
Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y
obras.
En la casa real, Moisés
estableció los contactos y aprendió lo que iba a necesitar para cumplir la
misión que Dios le iba a encomendar.
Esteban
explica que al cumplir Moisés sus cuarenta años de edad, se le despertó el
deseo de conocer sus raíces.
(Hechos 7:23) Cuando hubo cumplido la edad
de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de
Israel.
El libro de Hebreos nos revela que Moisés no hizo una visita pasajera a
los israelitas, sino que probablemente decidió vivir entre ellos por un tiempo.
(Hebreos 11:24-26) Por la fe Moisés, hecho
ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser
maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del
pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de
los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
CORAZÓN
JUSTICIERO
En su
visita a los israelitas, Moisés se dio cuenta de la opresión a la que estaban
sometidos.
(Éxodo
2:11) En aquellos
días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus
duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus
hermanos.
Moisés
tenía un profundo sentido de justicia, y le molestó en sumo grado el maltrato
al que sometían a los hebreos; sobre todo, se indignó cuando vio a un egipcio golpear
a un israelita sin misericordia. Impulsivamente, Moisés decidió tomar la
justicia en sus propias manos.
(Éxodo
2:12) Entonces miró a todas partes, y viendo que no
parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
Moisés
miró a su alrededor porque sabía que lo que iba a hacer no era correcto. La
acción de Moisés no era justicia, sino un acto de venganza. Sabemos que la “venganza
a manos propias” no es justicia, ya que la retribución debe venir de las
autoridades, y no de cualquier hombre. La Biblia es clara al enseñar que la
venganza es de Dios, y no debe hacerse a manos propias (Rom. 12:19; Deu. 32:35;
Heb. 10:30).
En su discurso, Esteban también menciona el “acto justiciero” de Moisés,
y hace referencia a lo que estaba en la mente de Moisés…
(Hechos 7:24-25)
Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al
oprimido. Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría
libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así.
Aparentemente,
Moisés ya tenía en su corazón la idea de ser el libertador de Israel; sin
embargo, el pueblo no estaba preparado para reconocerlo como tal. Lejos de
agradecerle que eliminara a un enemigo, le reclamaron…
(Éxodo
2:13-14) Al
día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que
maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha
puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste
al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido
descubierto.
El
único testigo de lo que Moisés había hecho fue el israelita a quien libró del
abuso. Pero lejos de mostrar agradecimiento, el esclavo divulgó la noticia del
asesinato. Y la noticia llegó al rey…
(Éxodo
2:15) Oyendo
Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de
delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.
En
lugar de ser “libertador”, Moisés terminó siendo un fugitivo, prófugo de la
ley. Seguramente Dios le había puesto en
su corazón el deseo de ser procurador de justicia y libertador de su pueblo,
pero Moisés todavía tenía muchas cosas que aprender antes que Dios le
encomendara tan grande tarea. Aunque huyó, Moisés no perdió su fe (Heb. 11:27).
OTRA
VEZ JUSTICIERO
No
hay duda que Moisés era un justiciero, ya que volvió a mostrar esta inclinación
en el desierto.
(Éxodo
2:16-17) Y estando sentado
junto al pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián vinieron a sacar
agua para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre. Mas los
pastores vinieron y las echaron de allí; entonces Moisés se levantó y las
defendió, y dio de beber a sus ovejas.
En
esta ocasión, su acto de justicia le abrió puertas…
(Éxodo
2:18-20) Y volviendo ellas a
Reuel su padre, él les dijo: ¿Por qué habéis venido hoy tan pronto? Ellas
respondieron: Un varón egipcio nos defendió de mano de los pastores, y también
nos sacó el agua, y dio de beber a las ovejas. Y dijo a sus hijas: ¿Dónde está?
¿Por qué habéis dejado a ese hombre? Llamadle para que coma.
Moisés
no sólo fue invitado a comer, sino que eventualmente fue adoptado como parte de
esta familia. Allí formó su propia
familia.
(Éxodo
2:21-22) Y Moisés convino en
morar con aquel varón; y él dio su hija Séfora por mujer a Moisés. Y ella le
dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero soy
en tierra ajena.
Tal
vez Moisés llegó a pensar que él viviría tranquilamente en Madián por el resto de
su vida, pues allí vivió los próximos cuarenta años de su vida. Pero como
veremos en el resto del libro, Dios no se había olvidado de los propósitos que tenía
para él. Su estadía en Madián era sólo una etapa de entrenamiento, pues allí
aprendió a tener paciencia, humildad y a cuidar ovejas, virtudes que le serán
muy útiles después—pero su misión más importante estaba aún por venir.
SUBE
EL CLAMOR
Mientras
Moisés aprendía sus lecciones en el desierto, los israelitas también aprendían
lo suyo en Egipto.
Entre
los israelitas se levantó una ola de esperanza cuando supieron que el faraón
que los esclavizó había muerto. Tenías la ilusión que las cosas cambiarían con
el nuevo rey…pero no fue así. La opresión siguió, y allí fue cuando clamaron a
Dios.
(Éxodo
2:23) Aconteció que después de muchos días murió el rey de
Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y
subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.
A
veces Dios permite que lleguemos al punto de clamar por su ayuda antes de
intervenir. Lo hace para que estemos
conscientes de Su mano, Su poder y Sus milagros—de lo contrario, lo
atribuiríamos a “la suerte o el destino”, o aún creeríamos que “lo merecemos”.
(Éxodo
2:24) Y oyó Dios el
gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró
Dios a los hijos de Israel, y los
reconoció Dios.
¿Acaso
Dios se había olvidado de los Hijos de Israel?
No
fue que Dios se hubiera olvidado de Su Pueblo y de las promesas que le hizo a
los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob); más bien, quienes necesitaban un
recordatorio eran los Hijos de Israel. Ellos necesitaban recordar el Pacto que
Dios hizo con sus padres, porque esa era la única esperanza que les quedaba.
La
naturaleza del ser humano es olvidarse de Dios cuando todo va bien. No es sino
hasta que las cosas se ponen difíciles (o imposibles) cuando las personas
vuelven su rostro a Dios.
La esclavitud de los israelitas no fue un “descuido”
de Dios. Más bien, era parte del plan. Dios llevó a los Hijos de Israel a
Egipto para formar de esa familia una gran nación (Gen. 46:2-3). Ellos pudieron
haber regresado a la Tierra Prometida cuando acabó el hambre, pero se quedaron
muy cómodos en la tierra de Egipto.
En el tiempo de Dios, el Señor permitió que el fuego
de la esclavitud incomodara a los israelitas, para prepararlos para salir de
Egipto. En
Deuteronomio, se describe a Egipto como un horno de aflicción.
(Deu.
4:20) Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del
horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este
día.
En
varias instancias, la Biblia usa la figura del horno para describir las pruebas
de la vida (Mal. 3:2-3; Sal. 66:10; Prov. 17:3; 1 Cor. 3:1-15; 1 Ped. 4:12-19;
1 Ped. 1:6-7). Es una metáfora muy significativa, ya que el horno sirve para
purificar lo que es valioso (oro y plata), quemando en el proceso las impurezas
(paja y escoria); de la misma manera, Dios permite que pasemos por aflicciones
para que a través de esas pruebas
aprendamos lo que es realmente de valor y salga en evidencia lo que es vano.
Jehová
llevó a Su Pueblo a un punto en que ellos se dieron cuenta que necesitaban del
Señor, y por eso clamaron a Él, y Dios respondió.
Estudios
de otros capítulos de este libro: Éxodo
Clase
virtual de este libro: Audio de
Éxodo
Muchas gracias.
ResponderEliminarQue hermoso es nuestro Dios siempre esta pendiente de sus Hijos
ResponderEliminarEl pasaje de Ex me anima me vivifca el saber que nuestro Dios Vivo de Poder nos ama incondicionalmente y sus oídos siempre están atentos al clamor de sus hijos
EliminarMuy edificante
ResponderEliminarmuchas gracias por la pagina, es de mucha ayuda para mi, bendiciones desde Guatemala C. A.
ResponderEliminarBendiciones desde Puerto Rico. Gracias 😊
ResponderEliminarDios te continúe bendiciendo grandemente.
ResponderEliminarGracias,Dios los bendiga!!🙌
ResponderEliminarExcelente mensaje, 🙌🙏
ResponderEliminarGracias de verdad por estos estudios en los libros de la Biblia, con la Biblia y se blog termine Génesis, ahora empecé Exodo y de verdad me ayuda un montón a entender las escrituras. Que Dios los bendiga.
ResponderEliminarExcelente explicación. Gisseth Cantillo desde valledupar cesar Colombia
ResponderEliminarExcelente explicación. Desde valledupar Cesar Colombia
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