jueves, 13 de octubre de 2016

MATEO 26:57-75. Juicio y Negación

En la entrada anterior vimos cómo Judas traicionó a Jesús, entregándolo a los guardas del sumo sacerdote.

LLEVADO ANTE EL CONCILIO
Los guardas llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote, para ser juzgado ante una sesión clandestina del Concilio (Sanhedrin), que se estaba llevado a cabo en la oscuridad, antes del amanecer.  
(Mateo 26:57)  Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás,  adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. 


Lo más probable es que no estaba todo el Concilio, sino sólo los miembros corruptos, entre los cuales estaba el sumo sacerdote, Caifás. Algunos estudiosos han señalado varias razones por las cuales el juicio a Jesús debería considerarse como ilegítimo, y entre éstas están:

* El Concilio no puede reunirse fuera de su localidad en el Monte del Templo
>>y se reunieron en casa de Caifás

* Los casos de pena de muerte deben juzgarse durante el día
>> Y a Jesús se le juzgo de noche

* No se llevaban a cabo juicios en los días de Fiesta, ni aún en el día anterior
>> Jesús fue juzgado el 14 de Nisán, al inicio de la fiesta de la Pascua

* En casos de pena capital, la corte no debía condenar a muerte en un solo día, sino que debían esperar por lo menos un día más para tener tiempo de considerar el asunto.
>> Condenaron a muerte a Jesús en una sola noche

* Cuando la corte prueba que hubieron falsos testigos en un juicio, el juicio se anula y se castiga a los testigos falsos con el castigo que hubiera sufrido la persona puesta en juicio (Deu. 19:16-21)
>> No le hicieron nada a los testigos falsos, a pesar que se hizo evidente que dieron falso testimonio

* En un juicio con pena de muerte, no se toma en cuenta la declaración del acusado.
>> Se encontró culpable a Jesús sólo por el testimonio que él dio


El propósito del juicio no era buscar la verdad sobre Jesús, sino deshacerse de él.
(Mateo 26:59-61)  Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio,  buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. 

En un juicio, se da la oportunidad al acusado de defenderse. Pero para sorpresa de todos Jesús no decía nada. Ante eso, el sumo sacerdote dijo:
(Mateo 26:62-63)  Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 

Cuando el sumo sacerdote le preguntó directamente si era el Mesías, Jesús respondió:
(Mateo 26:64)  Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 

Esta fue la única ocasión que Jesús se identificó como el Mesías en público. No sólo eso, sino que fue más allá citando una profecía de Daniel que hace referencia a la segunda venida del Mesías.
(Daniel 7:13-14)  Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno,  que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

Por otro lado, al principio de su respuesta, Jesús hizo referencia al Salmo 110, haciéndose igual a Dios…
(Salmo 110:1)  Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Esta confesión era todo lo que esperaban los religiosos que juzgaban a Jesús. Ahora ya tenían excusa “religiosa” para condenarlo, pues no sólo se confesó ser el Mesías, sino que se igualó a Dios diciendo que estaría sentado a Su Diestra.
(Mateo 26:65-66) Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte! 

Allí el Concilio lo condenó. Pero no sólo eso, sino que lo agredieron físicamente.
(Mateo 26:67-68)  Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó. 

Sin darse cuenta, los religiosos estaban cumpliendo así una profecía mesiánica:
(Miqueas 5:1-3) …con vara herirán en la mejilla al juez de Israel. Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.  Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel.

NEGACIÓN DE PEDRO
Mientras todo esto pasaba en el concilio clandestino, Pedro estaba esperando afuera noticias de Jesús…
(Mateo 26:58)  Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin.   

Estando en el patio, varios reconocieron a Pedro como un seguidor de Jesús…
(Mateo 26:69)  Pedro estaba sentado fuera en el patio;  y se le acercó una criada,  diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 

Teniendo miedo que lo atraparan también a él, Pedro lo negó…
(Mateo 26:70)  Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. 

Luego lo negó una segunda vez…
(Mateo 26:71-72)  Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 

Y lo negó una tercera vez…
(Mateo 26:73-74)  Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 


En el momento en que oyó al gallo, Pedro recordó lo que Jesús había dicho:
(Mateo 26:75)  Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

¡El dolor de saber que uno le falló al Señor! Pedro creía que su fe era fuerte y que nunca traicionaría a Jesús, pero en ese momento se dio cuenta que había fallado. La realidad es que todos podemos fallarle a Dios en algún momento, pero sabemos que si nos arrepentimos el Señor nos perdona, y la gloria de nuestra restauración se la lleva Él (2 Cor. 12:9).

LAMENTO DE JUDAS
Otro discípulo que se arrepintió de haber traicionado a Jesús fue Judas. Cuando él vio que Jesús iba a ser condenado a muerte, se presentó ante los sacerdotes para apelar.
(Mateo 27:3-4) Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 

Es posible que la intención de Judas nunca fue matar a Jesús. Judas lo entregó a los religiosos, quienes en ese tiempo no tenían autoridad para condenar a muerte a nadie, dado que estaban bajo dominio romano. Judas trató de revertir las cosas, pero no pudo. Tampoco pudo con el cargo de conciencia de haber traicionado al Señor; no logró perdonarse a sí mismo, y optó por suicidarse. 
(Mateo 27:5) Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. 

Mateo nos explica lo que los sacerdotes hicieron después con las monedas que Judas dejó tiradas, conectándolo con un acto profético (Zac. 11:12-13)…
(Mateo 27:6-10)  Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías*, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor. 

* [La mención del profeta “Jeremías” parece ser un error de un escriba que lo añadió, porque hay evidencia en textos antiguos que Mateo no escribió el nombre del profeta, sino sólo mencionó la escritura, la cual se encuentra en Zacarías 11:12-13]


Más estudios de este Evangelio en la pestaña: MATEO

También disponible en audio: AUDIO de MATEO  

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