JESÚS LIMPIA EL TEMPLO
En ese día 10 de Nisán, Jesús hizo otra acción
importante en Jerusalén, que coincide con la práctica judía de sacar la
levadura antes de la Pascua (para más información sobre este tema, pueden leer:
Preparación para la Pascua)…
(Mateo 21:12-13) Y entró
Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en
el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían
palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas
vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Dado que miles de peregrinos llegaban a Jerusalén con el
deseo de ofrecer sacrificios, los levitas aprovechaban a vender animales de
sacrificio, y a cambiar dinero. Tal vez podría verse como una necesidad pero el
problema era que en lugar de hacerlo en las afueras de la ciudad, abrieron el
mercado en los patios del Templo. Y no sólo eso, sino que los vendedores se
aprovechaban de la necesidad del pueblo, y les vendían a precios inflados y
cambiaban dinero a tasas desfavorables. Lejos de haber sido guardado como un
lugar santo, el Templo se había convertido en un mercado público. Por eso Jesús
se llenó de ira santa, y limpió el Templo de los mercaderes (por lo menos
temporalmente).
Al explicar la razón de esta acción, Jesús citó dos
profecías: (a) Isaías 56:67, que dice que el verdadero propósito del
Templo es servir como casa de oración; (b) Jeremías 7:11-12, que es un
llamado de atención por convertir el Templo en una cueva de ladrones, y
advierte que si el pueblo no se arrepiente volverá a ser destruido el Templo
tal como lo fue el Tabernáculo en Silo.
LA HIGUERA EN EL CAMINO
Al día siguiente, 11 de Nisán, Jesús regresó a
Jerusalén. Viniendo de Betania, donde se estaba hospedando, pasó por el Monte
de los Olivos. Allí sucedió algo interesante:
(Mateo 21:18-20) Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre.
Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella,
sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó
la higuera. Viendo esto los discípulos,
decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?
Siendo la Pascua, sabemos que era primavera, y no era tiempo
de cosecha de los higos. Sin embargo, el Señor esperaba que esa higuera diera
fruto. Por eso lo maldijo y se secó. Esto nos enseña una profunda lección
espiritual: Dios espera que demos frutos en nuestra vida; pero si no lo
hacemos, lo más probable es que nuestra vida espiritual se volverá tan seca
como la higuera estéril. El Señor no
espera que seamos “perfectos”, pero sí que demos buenos frutos, en especial
cuando nos lo ha pedido (Gálatas 5:22-25).
Los discípulos quedaron pasmados al ver cómo la higuera se
secó. En ese momento, Jesús aprovechó a enseñarles a sus discípulos sobre la
fe:
(Mateo 21:21-22) Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo,
que si tuviereis fe, y no dudareis, no
sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y
échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo
recibiréis.
Si pedimos conforme a la voluntad de Dios, podemos estar
seguros que lo recibiremos porque el Señor cumple su voluntad en todo.
¿CON QUÉ AUTORIDAD?
Los líderes religiosos seguían cuestionando a Jesús, porque
lo veían enseñar en las calles, pero no lo podían en enmarcar en una doctrina
conocida ni vincularlo a un maestro conocido. Por eso le preguntaron lo
siguiente:
(Mateo 21:23) Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y
los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con
qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?
Antes de responder, Jesús les hizo una pregunta…
(Mateo 21:24-25)
Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me
la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El
bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo,
o de los hombres?...
Los líderes religiosos no supieron qué responder…
(Mateo 21:25-26) …Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si
decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de
los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta.
Como los religiosos no fueron sinceros, Jesús no se sintió
comprometido a responderles.
(Mateo 21:27) Y respondiendo a
Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué
autoridad hago estas cosas.
En la próxima entrada terminaremos el estudio del capítulo
21, con la parábola de la viña y la analogía de Jesús como la piedra angular…
Más estudios de este Evangelio en la pestaña: MATEO
También disponible en audio: AUDIO
de MATEO
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