Al final del capítulo anterior, Jesús les habló a sus
discípulos sobre la recompensa de abandonar todo por seguirle, y les dijo que a
ellos les sería dada autoridad sobre las doce tribus de Israel (Mat. 19:28-29).
En este capítulo, Jesús sigue la misma línea de pensamiento, y responde a la
pregunta: ¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?
Hoy comenzamos con el último versículo del capítulo
anterior, ya que está conectado con el tema de este capítulo:
(Mateo 19:30) Pero muchos primeros serán postreros, y postreros,
primeros.
Para ilustrar lo que esta frase quiere decir, Jesús cuenta
una parábola…
PARÁBOLA DE LOS JORNALEROS
(Mateo 20:1-2) Porque el reino de los cielos es semejante a un
hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su
viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su
viña.
En tiempos bíblicos, durante la época de la cosecha los
dueños de tierras cultivadas solían contratar mano de obra extra para poder
recoger los frutos a su tiempo. Se contrataban por día y se les pagaba al final
del día. Los hombres que buscaban este tipo de trabajo diario se reunían en las
plazas de los pueblos, y allí iban a buscarlos los granjeros. El granjero de la
parábola no sólo fue una vez a buscar jornaleros, sino en varias ocasiones
(hora tercera: 9 am; hora sexta: 12 pm; hora novena: 3 pm; hora undécima: 5
pm).
(Mateo 20:3-12) Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a
otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi
viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las
horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima,
halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el
día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id
también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. Cuando llegó la
noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales
el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los
que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir también los primeros, pensaron que
habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al
recibirlo, murmuraban contra el padre de
familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho
iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.
A simple vista, parece injusto que el dueño pague a todos
los trabajadores por igual cuando no trabajaron la misma cantidad de horas.
Pero lejos de verlo como una injusticia, Jesús nos hace ver que el dueño fue
más que generoso…
(Mateo 20:13-15) El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te
hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y
vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que
quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?
Es significativo que el dueño escogiera pagar primero a los
últimos, y eso fue lo que creó controversia. Si hubiera pagado primero a los
primeros, tal vez nadie se hubiera percatado, o se hubiera visto como algo
generoso. Pero Jesús contó la historia en ese orden precisamente para provocar que
saliera lo que está en el corazón. Así termina diciendo:
(Mateo 20:16) Así, los primeros serán postreros, y los postreros,
primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.
Jesús compara esta historia con la forma en que opera el
Reino de los Cielos. Dios va a recompensar a cada uno según sus obras (Apoc.
22:12), pero la salvación no viene por obras sino por la gracia de Dios (Tito
3:4-7).
(Efesios 2:8-9) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe.
También Pablo explica que Dios muestra su misericordia a
quien quiere…
(Romanos 9:14-16) ¿Qué, pues, diremos: Que hay injusticia en Dios? En
ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del
que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
¿No parece justo? Pues si de justicia se tratara, todos
moriríamos porque todos hemos fallado (Ecl. 7:20; Rom.3:23; Isa. 53:6); pero en
su gran compasión, Dios extiende su misericordia a quien Él quiere…y no podemos
reclamarle sino sólo estar agradecidos (porque nadie lo merece).
EN JERUSALÉN
Después de contar esta parábola, Jesús se apartó con sus
discípulos y les anunció que ya era tiempo para ir a Jerusalén. Allí les volvió
a recordar que esta visita a la Ciudad Santa sería diferente porque Él iba a
sufrir persecución e iba a morir.
(Mateo 20:17-19) Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce
discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el
Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y
le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan,
le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.
En otras dos ocasiones ya se los había advertido (Mateo
16:21; Mateo 17:22-23), pero en esta instancia menciona la forma en que morirá:
crucificado por los gentiles. También les anunció que iba a resucitar al tercer
día. Pero los discípulos se quedaron callados, tal vez porque no entendían lo
que les decía o porque no querían ser reprendidos como lo había sido Pedro en
la primera ocasión (Mat. 16:23).
Más estudios de este Evangelio en la pestaña: MATEO
También disponible en audio: AUDIO
de MATEO
Dios tiene misericordia del que el quiere y no debemos decir nada porque el es Dios que sana al que el quiera y bendice al que el quiera bendecir
ResponderEliminarexcelente enseñanza para la menbrecia de la iglesia,entender la voluntad de Dios para con sus hijos con sus bendiciones y misericordia,con crellentes nuevos y no tan nuevos y los que ya tenemos un tiempo considerable en el evangelio no ser envidiosos ni egoístas si no comprender la grandeza del amor de nuestro Señor para con todos
ResponderEliminarPensaba que esta hermosa parábola de Nuestro Señor Jesucristo, podría compararse también al amor de un padre o de una madre por todos sus hijos por igual, desde el primogénito hasta el último en nacer y porqué la heredad se distribuye igualitariamente y en justicia desde el primero al último.
ResponderEliminarQue enseñanza hermosa dios hablo ami vida cn esta parabola y ahora puedo entender por que no entendia gracias a el señor jesus que somos todos iguales delante de sus precencia dios los bendiga
ResponderEliminarMe encanto esta explicacion
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