[Sanidad de la mujer con flujo de sangre; resurrección
de la niña; sanidad de dos ciegos; liberación del endemoniado mudo]
MILAGRO DE DOS MUJERES
En ese mismo día, Jesús otros dos grandes
milagros, que involucraban a una mujer y a una niña…
(Mateo 9:18-19)
Mientras
él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él,
diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.
En el camino, una mujer enferma se acercó a
Jesús, buscando ser sanada…
(Mateo 9:20-21)
Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se
le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si
tocare solamente su manto, seré salva.
La mujer pensó que Jesús no se daría cuenta que
alguien le tocó el manto, porque mucha gente lo rodeaba. Ella tocó el manto de oración de Jesús, que
en hebreo se conoce como: Talit. Muchos judíos usaban su manto para la oración y como abrigo, y le colocaban unos flecos, tal como instruye la Biblia. Estos flecos se conocen en
hebreo como: Tzitzit, y sirven para recordarnos de cumplir los mandamientos.
(Num. 15:38-40)
Habla
a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en los bordes de sus
vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón
de azul. Y os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos
los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de
vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. Para que os acordéis, y hagáis todos mis
mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios.
Por la descripción que da Mateo, da la
impresión que la mujer tocó los flecos del manto, y pensó que Jesús no lo
notaría ya que no lo tocó a él. Sin
embargo, Jesús lo sintió y se volteó hacia la mujer…
(Mateo 9:22)
Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha
salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.
De la misma manera que en el milagro del
paralítico (9:2), Jesús menciona el factor de la fe en el milagro: “Tu fe te ha
salvado (o sanado)”. Tal vez Jesús
quería dejar claro que la fuente de la sanidad no era el manto en sí, sino la
fe en el Señor.
Jesús siguió su camino y llegó a la casa de la
niña que había muerto. Allí estaban
familiares y amigos comenzando el luto.
(Mateo 9:23-24) Al entrar Jesús en la casa del principal,
viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, les dijo:
Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.
El padre de la niña tenía fe en Jesús, pero los
demás no creían; por eso, Jesús mandó a que todos salieran.
(Mateo 9:25)
Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a
la niña, y ella se levantó.
En Israel se había oído de hacedores de
milagros y exorcistas, pero nunca nadie había hecho tantos milagros como
Jesús. Por eso su fama se difundió (Mateo
9:26).
DOS CIEGOS
Habiendo oído del poder sanador de Jesús, dos
ciegos le siguieron para ser sanados también…
(Mateo 9:27)
Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo:
¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
Al llamarlo “Hijo de David”, ellos estaban
reconociendo que Jesús era el Mesías, el descendiente de David que sería rey
para siempre, tal como está profetizado (Jer. 23:5; Isa. 9:6-7; 2 Samuel 7;
Salmo 110).
Jesús no los atendió de inmediato, sino que
esperó hasta llegar a su destino.
(Mateo 9:28)
Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis
que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí,
Señor.
Jesús estaba probando la fe de ellos para ver
si en verdad creían en Él. Al
confirmarlo, los sanó…
(Mateo 9:29-31)
Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea
hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó
rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie
lo sepa. Pero salidos ellos, divulgaron
la fama de él por toda aquella tierra.
¿Por qué Jesús no quería que se supiera
abiertamente que Él era el Mesías? Porque
aún no había llegado su tiempo. Jesús
iba a revelar su identidad, pero aún no.
Lamentablemente los hombres no le hicieron caso al Señor.
ENDEMONIADO MUDO
La gente seguía llevando enfermos a Jesús para
ser sanados. Entre ellos llevaron a un mudo
endemoniado…
(Mateo 9:32-33)
Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y
la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en
Israel.
La gente estaba creyendo en Jesús por las
señales que hacía—pero éste no era el caso de los religiosos. Éstos no podían negar los milagros de Jesús,
pero atribuyeron su poder a otra fuente…
(Mateo 9:34)
Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los
demonios.
Jesús no se detuvo a pesar de la crítica de los
religiosos. El siguió haciendo lo que
tenía que hacer.
(Mateo 9:35)
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas
de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo.
Excelente estudio. Gracias
ResponderEliminarUna excelente herramienta para conocer de la Biblia a través de sus estudios, bendiciones
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