(Calma la Tormenta; Liberación de los
endemoniados gadarenos)
DEL OTRO LADO DEL LAGO
Cuando se regó la noticia que Jesús sanaba,
mucha gente llegaba a buscarlo a Capernaúm—a toda hora. Pero él también necesitaba un tiempo a solas
para orar y enseñar a sus discípulos cercanos.
Por eso, planeó irse al otro lado del Lago de Genesaret (también
conocido como Mar de Galilea).
(Mateo 8:18)
Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado.
En ese viaje, sólo le iban a acompañar sus
discípulos. Ante eso, varios trataron de
unirse al grupo de Jesús. Pero en lugar
de animarlos, más bien parecía que Jesús los estaba disuadiendo:
(Mateo 8:19-20)
Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que
vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza.
(Mateo 8:21-22) Otro de sus discípulos le dijo: Señor,
permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos
entierren a sus muertos.
Jesús estaba dejando claro que ser su discípulo
conlleva sacrificios. Hay un costo
material, pero muchos beneficios espirituales (Mat 6:19-21). Pero aquel que lo aprecie y lo valoré, sabrá
que nada puede compararse a seguir al Señor.
Los únicos que fueron a la travesía en barco
con Jesús fueron sus discípulos más allegados, que lo habían dejado todo por
seguirle.
(Mateo 8:23)
Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
TEMPESTAD
Tal vez uno pensaría que aquellos que dejaron
todo por seguir a Jesús ya habían alcanzado la cumbre espiritual…pero el Señor
puso a prueba su fe…
(Mateo 8:24-25) Y he aquí que se levantó en el mar
una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y
vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos!
Mientras todo esto pasaba, Jesús dormía. Él no estaba “ignorante” de lo que pasaba,
sino estaba reposando, sabiendo que no les pasaría nada porque él tenía un
propósito que cumplir. Probablemente él
también sabía que la tormenta era una prueba de fe para sus discípulos. Por eso Jesús les dijo:
(Mateo 8:26) ¿Qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande
bonanza.
Jesús hizo que las palabras de un salmo se
convirtieran en una realidad:
(Salmo 107:23-30) Los que descienden al mar en naves, y hacen negocio
en las muchas aguas, ellos han visto las obras de Jehová, y sus maravillas en
las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que
encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; sus almas se
derriten con el mal. Tiemblan y titubean como ebrios, y toda su ciencia es
inútil. Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus
aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se
alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban.
Sin duda Jesús estaba pensando en estos
versículos cuando ordenó que la tormenta se calmara. Tal vez los discípulos también recordaron el
salmo…o sólo se admiraron de tan grande milagro.
(Mateo 8:27)
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun
los vientos y el mar le obedecen?
Hay un contraste entre lo que Jesús le dijo al
centurión y a los discípulos. Jesús se
admiró del centurión y le dijo que su fe era grande; mientras que a los
discípulos que iban en el barco les dijo: “hombres de poca fe”. Evidentemente los discípulos creían en Dios,
en cierta medida, pero por un momento perdieron la fe porque se dejaron vencer
por el miedo. Y lo mismo puede pasarnos
a nosotros, cuando nos dejamos llevar por las circunstancias en lugar de poner
la vista en Dios. El miedo es lo opuesto
a la fe; es la incertidumbre de lo que pasará, y la duda de que Dios esté en
control.
Jesús dijo que irían al otro lado del lago…y
así fue. Allá les esperaba otras
señales…
EN LA TIERRA DE LOS GADARENOS
Jesús y sus discípulos vivían en Nazaret, que
se encuentra al noroeste del Lago de Genesaret (Mar de Galilea). Pero en esa ocasión fueron al lado opuesto,
al sureste. Allí se encontraba la región
de Gadara, donde el estilo de vida no era judío sino griego y romano, lo cual
se refleja en el hecho que allí se criaban cerdos para consumo (lo cual está
prohibido en la Torá, Lev. 11:7-8). Pero
los cerdos no era lo único impuro que encontraron en el lugar…
(Mateo 8:28)
Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a
su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran
manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.
Los dos hombres estaban poseídos por espíritus
inmundos. Usualmente atacaban a los caminantes,
pero ante Jesús reaccionaron de forma diferente:
(Mateo 8:29) Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con
nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de
tiempo?
Los demonios son ángeles caídos, que se
rebelaron contra Dios, pero reconocen el poder de Dios y su soberanía. En Gadara los demonios hacían lo que querían, pero al ver a Jesús
reconocieron que era el Hijo de Dios, y como tal tenía autoridad sobre ellos. Otra cosa que los demonios sabían es que
llegaría el día en que serían lanzados al lado de fuego (Judas 1:6; Mat.
25:41). Esto lo hará Jesús al final del
Milenio—pero los demonios apelaron porque sabían que aún no había llegado el
tiempo (Apoc. 20:10).
Los demonios sabían que Jesús los iba a echar
fuera, y por eso solicitaron lo siguiente:
(Mateo 8:30-32) Estaba paciendo lejos de ellos un
hato de muchos cerdos. Y los demonios le
rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. El
les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo
el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en
las aguas.
Los dos hombres fueron librados de los
demonios, pero los pastores de los cerdos quedaron espantados y salieron huyendo
ante la pérdida de sus animales.
Cualquier persona hubiera quedado impresionada
por el milagro de Jesús, pero la gente de ese lugar no reaccionó bien…
(Mateo 8:33-34) Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo
a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los
endemoniados. Y toda la ciudad salió al
encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus
contornos.
El pueblo de Gadara rechazó a Jesús. Tal vez estaban molestos por la pérdida de
los cerdos, o tal vez no querían reconocer al Dios de Israel (que es el caso de
mucha gente que presencian milagros, y aún así no creen). La Biblia ya no habla de lo que pasó en
Gadara, pero no sería de extrañar que los demonios vagantes volvieran a
encontrar lugar donde habitar poco tiempo después en ese pueblo que rechazó al
Señor. Jesús enseñó sobre esto:
(Lucas 11:24-26) Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda
por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de
donde salí. Y cuando llega, la halla
barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y
entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que
el primero.
Gracias por tus estudios, son de gran bendición a mi vida. Dios te bendiga grandemente.
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