PUERTA ESTRECHA
Mucha gente busca la salida fácil a sus
problemas y la solución rápida a todo.
Creen que pueden obtener los beneficios sin pagar el costo, pero no se
dan cuenta que esos “atajos” llevan a destrucción (Prov. 5:21-23). Esto es contrario a lo que nos enseña la
Biblia. Si uno quiere obtener los
beneficios, primero se debe pagar el precio. Si uno quiere cosechar,
primero debe sembrar y cultivar. Este es el orden de la vida, y del Reino
de Dios. En el Sermón del Monte, Jesús enseñó sobre esto usando la analogía
de una puerta:
(Mateo 7:13-14) Entrad por la
puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la
puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
La Biblia nos enseña que la puerta a la vida es
estrecha. Y no sólo se refiere a la vida eterna, cuya puerta es Jesús,
sino al estilo de vida del Reino. La entrada al Reino es por fe, pero
luego, debemos aprender a vivir según el orden establecido por Dios, quien es
el Rey. Por el contrario, el camino del
mundo es ancho, donde cada uno hace lo que quiere. Pero cuando alguien decide entrar al Reino de
Dios, debe hacerlo por la puerta estrecha.
Esa persona debe ajustarse y restringirse. Ya no puede seguir haciendo lo que quiere,
sino que debe comenzar a seguir las normas del Reino. Algunos perciben esto como “restricción”;
pero debemos entender que Dios no nos dio la Ley para “limitarnos”, sino para
que nos vaya bien, para que tengamos una buena vida (Prov. 10:8-9; Prov.
2:6-15).
(Deu. 12:28)
Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo
lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti para siempre.
YUGO FÁCIL
Entre los judíos se tiene el entendimiento que
la Ley (la instrucción de Dios, en hebreo: Torá) es un yugo que todo creyente
debe llevar. Jesús hizo referencia a
esto, explicando que “la carga de la Torá” en realidad es liviana.
(Mateo 11:29-30) Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi
carga ligera.
El yugo es el madero que el buey o animal de
carga lleva sobre sus lomos. Por lo general, el yugo es llevado por dos
animales, y unidos pueden halar con mayor facilidad el arado. Jesús nos
dice que nos unamos a Él, debajo de su yugo. El ya se lo puso, siendo
obediente, hasta la muerte (Fil. 2:5-8); ahora nosotros también podemos hacerlo,
y Él nos ayudará en la marcha (Mateo 16:24-27).
(1 Juan 2:1-6) Hijitos míos,
os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo. El mismo es la propiciación por
nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo
entero. Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus
mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; pero el que
guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En
esto sabemos que estamos en El. El que dice que permanece en El, debe
andar como El anduvo.
VER EL REINO Y ENTRAR
Jesús habló sobre la diferencia entre “ver” y
“entrar” en el Reino:
1. Para
VER el Reino:
(Juan
3:3) Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace
de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Cuando nacemos de nuevo, los ojos espirituales
se abren y podemos VER el Reino.
2. para
ENTRAR al Reino, se necesita de algo más…
(Juan 3:5-6) Jesús respondió: En verdad,
en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en
el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Nacer del agua y del espíritu es más que el
acto físico de “ser bautizado en agua y hablar en lenguas”. El nacimiento
espiritual implica una transformación que debe venir de adentro. Es dejar
atrás la forma de vida pasada para nacer a una nueva vida (Efe. 4:17-32)
(Efesios 4:22-24) en cuanto a vuestra anterior manera
de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos
engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y
os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado
en la justicia y santidad de la verdad.
El resentimiento, la amargura, la ira, los
malos deseos, y toda malicia, son cargas que hemos llevado en la vida, pero al
entrar al Reino debemos dejarlas atrás, pues no pertenecen allí. Si
fuimos ofendidos, debemos perdonar y soltar; si hemos pecado, debemos dejar
atrás ese estilo de vida y vivir como Dios manda. Dios quiere que aprendamos a andar por el
Camino de la Santidad (Isaías 35:8).
FALSOS PROFETAS
En el Sermón del Monte, Jesús hace una
advertencia sobre los profetas falsos:
(Mateo 7:15) Guardaos de los falsos
profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son
lobos rapaces.
El problema del falso profeta es que parece ser
bueno, pero no lo es. Aparenta ser uno
del pueblo, pero en realidad se quiere aprovechar de ellos.
La Torá define lo que es un falso profeta.
(Deuteronomio 13:1-4) Cuando se levantare
en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y
si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos
de dioses ajenos, que no conociste, y
sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de
sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a
Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él
temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a
él seguiréis.
El falso profeta puede hacer señales o milagros
(por eso muchos creen en él), pero su mensaje va en contra de la Palabra de
Dios.
En la Biblia vemos varios ejemplos de profetas
que Dios enviaba cuando el pueblo se había desviado, para llamarlos al
arrepentimiento. Pero muchas veces también se levantaban profetas falsos
que hablaban al pueblo lo que querían oír. Los falsos profetas les decían: “¡Paz,
paz!” (es decir, no les va a pasar nada porque son hijos de Dios). Por el contrario, el profeta de Dios decía:
“¡No vendrá paz! (es decir, si no se arrepienten, tendrán que dar
cuentas de sus malas acciones). Tristemente, mucha gente prefiere la
dulce mentira que la amarga realidad, y por eso muchos caen en las trampas de
los falsos profetas (Jeremías 6:13-16). El Señor siempre da la
oportunidad para arrepentirse y rectificar cuando uno se ha desviado.
Pero los profetas falsos roban al pueblo de esa oportunidad, haciéndoles creer
que todo está bien, cuando no lo está. No debemos permitir que eso nos
pase.
También Pedro advirtió sobre los falsos
profetas…
(2 Pedro 2:1-3) Pero se
levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos
maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías
destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una
destrucción repentina. Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de
ellos, el camino de la verdad será blasfemado; y en su avaricia os
explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no
está ocioso, ni su perdición dormida.
¿Cómo podemos reconocer a un falso
profeta? El primer gran filtro es la Palabra de Dios. Si el profeta enseña algo que va en contra de
la Biblia, se hará evidente que es falso (1 Juan 4:1-6).
En el Sermón del Monte, Jesús nos enseñó otra
forma en que podemos reconocer a un falso profeta: por los frutos de su
vida.
(Mateo 7:16-20) Por sus frutos
los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos? Así, todo buen árbol da buenos
frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos
buenos. Todo árbol que no da buen fruto,
es cortado y echado en el fuego. Así
que, por sus frutos los conoceréis.
Jesús nos enseñó que no nos dejemos impresionar
si alguien hace milagros o profetiza, porque aún entre ellos puede haber un
falso profeta.
(Mateo 7:21-23)
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,
sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad.
La palabra que se traduce como “maldad”, en
griego es: Anomia, que literalmente significa: “sin ley, sin
Torá” (A—sin; Nomos—ley escrita).
Pablo también nos enseñó que no sólo se trata
de “conocer la Palabra” sino de VIVIRLA…
(Tito 1:16) Profesan conocer a Dios, pero con
sus hechos lo niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para
cualquier obra buena.
En el Reino de Dios no es suficiente sólo “oír
la Palabra”, sino que se espera que la vivamos y actuemos (2 Tim. 2:15-16,19).
(Santiago 1:21-22) Por lo cual,
desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la
palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas. Sed
hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.
Entrar al Reino implica hacer las cosas como
Dios manda. Todo Reino tiene leyes y normas; pero si alguien no las
cumple, puede terminar en prisión o en el exilio. Lo mismo sucede en el
Reino de Dios. Luego de salvarnos, el Señor nos abre las puertas de Su
Reino. Él espera que le reconozcamos como Rey y que nos sometamos a Su
orden. Lamentablemente, mucha gente se engaña a sí misma creyendo que
está viviendo en el Reino sólo porque hizo la confesión de fe o porque va a la
iglesia los domingos y hace prácticas religiosas. Pero si no transforman
su vida ni viven según las leyes del Reino, entonces aún no han “entrado” en el
Reino.
SOBRE LA ROCA
Jesús terminó el Sermón del Monte con una
parábola que sella su mensaje:
(Mateo 7:24-27) Cualquiera,
pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon
contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y
no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la
arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con
ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Jesús habla de dos hombres:
1. el hombre sabio: es el que oye
la Palabra de Dios, y la pone en práctica.
2. el hombre insensato: es el que
oye la Palabra, pero no la vive.
¿Está nuestra vida fundada sobre la roca, o
sobre arena? Las pruebas de la vida lo harán evidente: (a) Si hemos vivido una religiosidad pero no
vivimos como Dios manda, entonces todo se desmoronará ante el menor problema;
(b) Pero si uno pone en práctica la Palabra de Dios, ninguna circunstancia
negativa nos moverá porque estaremos firmes.
El mensaje final del Sermón del Monte es
simple: Dios nos llama a vivir Su Palabra, no sólo escucharla ni recitarla de
memoria. El Señor nos la dio para ponerla en práctica.
(Santiago 1:22-25) Sed hacedores
de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque
si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que
mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e
irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que
mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella,
no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será
bienaventurado en lo que hace.
El mensaje de Jesús a lo largo del Sermón del
Monte es exhortarnos a vivir la fe en una forma real y profunda—no superficial
ni por apariencia (1 Juan 2:3-6).
Con esta parábola Jesús concluyó el Sermón del
Monte, y su audiencia quedó admirada…
(Mateo 7:28-29)
Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su
doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas.
Poderosa explicasion exelente
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminarPreciosa explicación, maravilloso, alabado sea Dios.
ResponderEliminarExcelente exposición
ResponderEliminarAleluya!.
ResponderEliminarexelente explicacion bendiciones mi hermana
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