Muchos han malinterpretado las enseñanzas de
Jesús, creyendo que él vino a derogar la Ley y los mandamientos de Dios. Pero Él dijo con claridad:
(Mateo 5:17) No penséis que he venido para abolir la ley o los
profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
Jesús jamás enseñó nada en contra de la Ley de
Dios. Él fue perfecto y justo, y vivió
como Dios manda.
¿Cuál es la Ley de Dios? Es la instrucción de vida que Dios dio a Su
Pueblo en el Monte Sinaí, y está plasmada en los primeros cinco libros:
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. En hebreo se le llama: Torá,
que significa: instrucción, también conocida como “Pentateuco” en español.
En el Reino de los Cielos se hacen las cosas como Dios manda, pues Él es
Rey. Y la constitución del Reino es la
Torá. En los Cielos no se ha autorizado
un plebiscito para hacer reformas a la Ley. El orden de Dios no ha
cambiado.
Jesús aclaró que él no vino a “abolir” la
Ley. Él cumplió la Torá, poniendo en
práctica las normas del Reino de Dios. No
sólo la cumplió, sino que enseñó la Torá a sus seguidores. Jesús
explicó que la Torá no ha perdido vigencia…
(Mateo 5:18-19) Porque en verdad os digo que hasta
que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una
tilde de la ley hasta que toda se cumpla.
Jesús explicó que el éxito o fracaso dentro del
Reino de Dios se mide en base al cumplimiento de las ordenanzas de Dios (aunque
la entrada es por gracia y por fe).
(Mateo 5:19) Cualquiera, pues,
que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo
enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero
cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de
los cielos.
Muchos fariseos creían que Jesús estaba
“anulando la Torá”, porque ni él ni sus discípulos seguían la tradición
rabínica. La confusión se dio porque
Jesús no se sometió a “la tradición de los hombres”. Pero Jesús aclaró que Él si cumplía la
Torá, pero divergía con los otros rabinos en la interpretación y aplicación. Los
líderes judíos habían puesto leyes extras a las que Dios había dado, tales como
lavamientos de manos y ciertas prohibiciones en el día de reposo, las cuales no
estaban escritas en la Palabra (Mateo
7:1-13). Jesús no siguió ciertas tradiciones religiosas porque eran
interpretaciones humanas, no divinas—pero a Dios nunca le falló.
A continuación, Jesús presentó su perspectiva
sobre ciertos mandamientos, yendo más allá de la letra de la ley para presentar
el “espíritu de la Ley”…
Según la tradición judía, se cree que cada ley
de Dios tiene dos lados:
1. el
aspecto externo de la ley: es decir, las palabras literales, que llevan a
definir lo que uno tiene que hacer o evitar (= la letra de la Ley).
2. el
aspecto interno: es decir, el entendimiento espiritual, que refleja la
intención y lo que hay en el corazón de Dios (= el espíritu de la Ley).
Los rabinos decían que cuando venga el Mesías,
él revelará el corazón de la Tora. Esto
es precisamente lo que hizo Jesús en la siguiente sección del Sermón del Monte:
HABEÍS OÍDO…PERO YO OS DIGO…
En esta sección, Jesús hace referencia a varios
mandamientos de la Torá. Primero
menciona el aspecto externo (“Habéis oído…”), y luego comenta
sobre el aspecto interno de la ley (“…pero yo os digo…”). A simple vista, parecería que está
contradiciendo la Ley, pero no es así. Jesús nos exhorta a ir más allá de
“la letra de la Ley”, para entender el significado y aplicación espiritual.
1. Mandamiento: “No
asesinarás” (Éxodo 20:13; Deu. 5:17; Num. 35:30-34)
(Mateo 5:21-22) Habéis oído que se dijo a los antepasados:
"No matarás" y: "Cualquiera que cometa homicidio será
culpable ante la corte."
Pero yo os
digo que
todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y
cualquiera que diga: "Raca" (lit. estúpido) a su hermano, será culpable delante de la corte suprema;
y cualquiera que diga: "Idiota", será reo del infierno de fuego.
Jesús no contradijo la ley, sino que fue más
allá…a las intenciones del corazón. Si uno se enoja o maldice al prójimo,
abre la puerta a la muerte. Él nos enseña que no sólo debemos evitar caer
en asesinato, sino que debemos comenzar por evitar que el odio entre al corazón.
Jesús enseña que la solución para el odio y el
resentimiento no es dar muerte, sino perdonar.
(Mateo 5:23-24) Por tanto, si estás presentando tu
ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra
ti, (24) deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
Si queremos mantener una buena relación con
Dios, debemos mantener un corazón limpio también hacia el prójimo (1 Juan
4:20-21).
2. Mandamiento:
“No cometerás adulterio” (Exo. 20:14; Deut. 5:18; Lev. 20:10; Deu.
22:24; Prov. 6:32)
(Mateo 5:27-28) Habéis oído que se dijo: "No
cometerás adulterio."
Pero yo os
digo que
todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en
su corazón.
El Señor nos reta a ver la intención del
corazón, no sólo la acción física. El adulterio comienza en el alma, cuando uno
abre espacio a pensamientos impuros. Si uno corta el pecado de la codicia en el
corazón, uno podría frenar y evitar el adulterio (Mateo 5:29-30; Santiago 1:14-15;
Hechos 8:22).
3. Carta
de Divorcio (Deu. 24:1-4)
(Mateo 5:31) También se dijo: "Cualquiera
que repudie a su mujer, que le dé carta de divorcio."
En tiempos de Jesús, las cortes religiosas
daban autorización para divorciarse por cualquier motivo, no sólo por
infidelidad. Ellos se excusaban diciendo que “estaba contemplado en la
ley”, pero ése no era el espíritu de la Ley. Jesús dijo:
(Mateo 5:32) Pero yo os digo que
todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace
cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete
adulterio.
Más adelante en el libro de Mateo leeremos
cuando Jesús explica que el divorcio no era parte del plan de Dios, sino que es
consecuencia del pecado del hombre y la dureza del corazón del hombre (Mateo
19:3-9).
4. Ley: “No
jures en vano” (Lev. 19:11-12; Num. 30:2; Deu. 23:21-23)
(Mateo 5:33-37) También habéis oído que se dijo a los antepasados:
"No jurarás falsamente, sino que cumplirás tus juramentos al Señor"
Pero yo os
digo: no juréis
de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la
tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad
del gran Rey. Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o
negro ni un solo cabello. Antes bien, sea vuestro hablar: "Sí,
sí" o "No, no"; y lo que es más de esto, procede del mal.
¿Por qué la gente siente la necesidad de
“jurar”? Tal vez porque no siempre dicen la verdad, y deben afirmar que
en esta ocasión sí lo hacen. Lo correcto es SIEMPRE hablar con la verdad (Santiago
5:12).
En Eclesiastés encontramos también lo que está
en el corazón del Señor y lo que piensa de los juramentos…
(Eclesiastés 5:4-7) Cuando haces un voto a Dios, no
tardes en cumplirlo, porque El no se deleita en los necios. El voto que haces,
cúmplelo. Es mejor que no hagas votos, a que hagas votos y no los
cumplas. No permitas que tu boca te haga pecar, y no digas delante del
mensajero de Dios que fue un error. ¿Por qué ha de enojarse Dios a causa de tu
voz y destruir la obra de tus manos? Porque en los muchos sueños y en las
muchas palabras hay vanidades; tú, sin embargo, teme a Dios.
5. Ley
de Retribución (Lev. 24:19-22)
(Mateo 5:38) Habéis oído que se dijo: "Ojo
por ojo y diente por diente."
Algunos han tomado estos versículos como una
“licencia para la venganza”, pero ese no es el espíritu de la Ley. La
Ley de la Retribución tiene como objetivo la restitución, no la venganza.
Cuando alguien daña o pierde la propiedad de otra persona, está obligado a
restituirla. Las cortes de justicia eran las encargadas de determinar la
retribución justa en caso de que el objeto exacto no pudiera ser
reemplazado. La Biblia habla de justicia, pero no de justicia a manos
propias.
En el contexto de la Ley, la misma Torá aclara
que no debemos vengarnos:
(Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor
a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.
Jesús explica cuál es el corazón de Dios en la
Ley de Retribución. Él nos enseña a
sobreponernos a la ofensa, no vengándonos o bajándonos al nivel de los
ofensores, sino actuando correctamente.
(Mateo 5:39-42) Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes
bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la
otra. Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también
la capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos.
Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda.
La Biblia nos enseña que la venganza en manos
propias o pagar “mal por mal”, no borra el mal sino lo multiplica (Rom.
12:17-21; Prov. 20:22)
(1 Tesalonicenses 5:15) Mirad que ninguno devuelva a otro
mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para
con todos.
6. Mandamiento:
Amarás al prójimo.
(Mateo 5:43) Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu
prójimo y odiarás a tu enemigo."
El mandamiento de “amar al prójimo” no es
exclusivo del Nuevo Testamento, sino que tiene su origen en la Torá:
(Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor
a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo;
yo soy el SEÑOR.
Lo que Jesús tuvo que corregir es la última
parte: “odiarás a tu enemigo”, la cual fue añadida por los fariseos, pues no
está en la Torá. ¡Todo lo contario! Un versículo antes en Levítico
dice claramente que no debemos odiar:
(Levítico 19:17) No odiarás a tu compatriota en tu
corazón; podrás ciertamente reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en
pecado a causa de él.
Jesús no vino a cambiar la Ley, sino a darle su
correcta interpretación y aplicación.
(Mateo 5:44-48) Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad
por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre
justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa
tenéis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si
saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen
también lo mismo los gentiles? Por tanto, sed vosotros perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto.
En conclusión, Jesús no vino a quitar la ley,
sino a cumplirla. Y a los que le siguen,
les enseña a darle la correcta interpretación y aplicación. No se trata sólo de cumplir la letra de la Ley,
sino descubrir “el espíritu de la Ley”, es decir, lo que está en el corazón de
Dios al darnos los mandamientos.
En la próxima entrada seguiremos estudiando el
Sermón del Monte (capítulo 6)…
Que gusto leerlo! Son de gran bendición.
ResponderEliminarEs un gran alivio,y es más.... Una satisfacción poder encontrar estos estudios para tener más conocimiento de las sagradas escrituras
ResponderEliminarDios les bendiga siempre
Bendiciones
Amen Dios siga bendiciendo su vida, gracias por permitirme escudriñar las escrituras con su ayuda, pues me encuentro leyendo, empezando estoy y surgen dudas. Bendiciones hna.
ResponderEliminarQue maravillosos estudios! Complacida enormemente! DLB CON ABUNDANCIA!
ResponderEliminarEntonces debemos guardar el sábado y circuncidarnos...
ResponderEliminarla circuncicion era antes por eso es ahora el bautismo
Eliminarentonces no tenemos que guardar la ley.. si guardamos la ley, de nada sirve el sacrificio de JESUS.
EliminarMuy claras estas explicaciones, excelente mensaje para reflexionara y tomar conciencia de los que no se debe hacer...
ResponderEliminarExcelente clase Dios le guarde y le siga dando sabiduría de lo alto
ResponderEliminarGracias por el estudio; me ayuda mucho estamosxestudiando el libro de Mateo
ResponderEliminarhermosa introducción que nos enseña como debemos comportarnos aun con los que nos hacen daño, Dios es justo y pagara a cada uno según sean sus obras
ResponderEliminarLa interpretación de este pasaje es muy acertada, Dios los bendiga
ResponderEliminarGracias por darnos la oportunidad de aprender más a través de la interpretación que nos traen a la luz de las escrituras.
ResponderEliminarQue Dios les bendiga.