MATEO 4:1-11. Tentación de Jesús

En el capítulo anterior vimos que Jesús fue al lugar donde estaba Juan el Bautista con el objetivo de hacer su inmersión, para dar inicio a su ministerio.  Su primera misión fue buscar a Dios…en el desierto

(Mateo 4:1)  Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 

Sin duda sorprende la razón por la que Jesús fue guiado al desierto: “para ser tentado”.  Pero esta palabra también podría traducirse como: “probado”. En griego se usa la palabra: Peirázo, que significa: probar, también: examinar, escudriñar, disciplinar, tentar.

PRUEBA Y TENTACIÓN

La Biblia hace una distinción entre “prueba divina” y “tentación”:

Por definición, el propósito de la “tentación” es hacer caer o tropezar.  Es una invitación a hacer algo que no es conveniente ni correcto. 

Santiago explica claramente que la tentación no viene de Dios, sino del adversario (heb. HaSatan):

(Santiago 1:13-15)  Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.  Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 

El objetivo del adversario es hacernos daño…

(1 Pedro 5:8-10)  Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.  Mas el Dios de toda gracia,  que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,  después que hayáis padecido un poco de tiempo,  él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

En contraste con el diablo que quiere destruirnos, Dios quiere edificarnos (perfeccionar, afirmar, fortalecer, establecer).  El propósito de las pruebas no es para que “fallemos”, sino para que subamos de nivel (de la misma manera que los maestros pasan exámenes a sus alumnos para que se gradúen a un nuevo grado).

(Santiago 1:2-4) Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.  Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

(Santiago 1:12)  Bienaventurado el varón que soporta la tentación *; porque cuando haya resistido la prueba**, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.

*  Peirasmós: poner a prueba, adversidad, tentación

** Dókimos; aceptable, aprobar, resistir (la prueba)

Las pruebas de Dios también están diseñadas para que salga a la luz lo que en realidad hay en nuestro corazón, tal como pasó con los israelitas en el desierto.

(Deu. 8:2) Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.

EL ADVERSARIO

Mateo nos cuenta que el personaje que tentó a Jesús en el desierto se le conoce como “el diablo”.  En hebreo es: HaSatan, que literalmente significa: adversario, opositor, y también se le llama: Lucifer, Satanás o serpiente antigua.  Era posiblemente el ángel de más alto rango en el ejército de los Cielos; pero se llenó de orgullo y soberbia, y quiso subir al trono de Dios, por lo que fue lanzado del Cielo a la tierra (Isaías 14:11-15; Ezequiel 28:12-19).

La primera vez que este personaje aparece en la Biblia, también es en el contexto de una tentación (Génesis 3).  Satanás se apareció como una serpiente y logró tentar a Eva, y luego a Adán, haciéndoles creer una mentira.  La Biblia describe al diablo como el “padre de mentiras” (Juan 8:44), como un “león que busca a quien devorar” (1 Pedro 5:8-9), y también como el acusador de los hermanos (Zac. 3:1-2; Apoc. 12:10; Job 1:6-12).  Su misión parece ser meter zancadilla a todo ser humano para que caiga como él lo hizo.  

El pecado de Adán y Eva no fue “haber sido tentados” sino haberle creído a la serpiente en lugar de a Dios, lo cual los llevó a la desobediencia. Ése es el dilema de toda tentación: ¿hacer lo que uno quiere, o hacer la voluntad de Dios?

Al igual que Adán y Eva, Jesús también fue sometido a la tentación, con la gran diferencia que Él sí logró superar la prueba.  

Notemos que en ambos casos, el diablo vino a atacar en el punto más débil: tentó a Eva en lugar de Adán, y tentó a Jesús cuando estaba más débil, y en el momento en que el hambre regresa luego de un ayuno prolongado.  

(Mateo 4:2)  Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.

(También Moisés y Elías ayunaron cuando tuvieron sus encuentros con Dios en el desierto-- Exodo 34:28; 1 Reyes 19:8)

Aunque estaba en una posición de vulnerabilidad física y emocional, Jesús se mantuvo firme y resistió la tentación de la carne. 

Como veremos a continuación, Jesús nos mostró cuál es la mejor arma para vencer las tentaciones: la espada de la Palabra.  Ante las tres tentaciones, Jesús respondió citando la Torá…

TRES TENTACIONES

Satanás tentó a Jesús tres veces.  Esas tres tentaciones reflejan las tres tipos de deseos que Juan mencionó en su carta: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida.

(1 Juan 2:16-17) Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

  

Veamos ahora cada una de las tentaciones a las que fue expuesto el Señor:

1.  Primera tentación:

(Mateo 4:3) Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 

La tentación no sólo estaba dirigida a ceder ante el hambre y romper el ayuno, sino que ponía en duda su identidad como “hijo de Dios”.  Jesús reconoció el engaño y no cayó en la trampa.

Jesús respondió citando la Torá (Deuteronomio 8:3). 

(Mateo 4:4) Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. 

Todo ser humano tiene necesidades físicas y naturales, pero la satisfacción de estas no es más importante que la obediencia a Dios.

2.  Segunda tentación:

Astutamente, en la segunda tentación el diablo citó las Escrituras para dar la impresión que se trataba de algo bueno, cuando en realidad estaba tergiversando la verdad (Salmo 91:11-12).   

(Mateo 4:5-6) Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. 

Sin duda, Dios puede enviar ángeles para salvar a su Hijo; pero, ¿qué necesidad hay de lanzarse desde lo alto del Templo?  No tiene sentido.  Sólo sería una misión suicida, o tentar a Dios.  Por eso Jesús respondió lo siguiente, citando la Torá (Deu. 6:16):

(Mateo 4:7)  Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. 

Se cree que el “pináculo del Templo” a donde Satanás llevó a Jesús era el lugar donde se tocaba el shofar para hacer el llamado del inicio y cierre del Shabat.  En el sitio había una inscripción que milagrosamente sobrevivió la destrucción del Templo por los romanos.  Un fragmento se encuentra actualmente en el Museo de Israel, y lee: “al lugar del sonar del shofar para…” 

  

3.  Tercera tentación:

La última tentación fue la más difícil:

(Mateo 4:8-9) Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 

Era una propuesta muy tentadora ya que le estaba ofreciendo la meta final sin pasar por el sufrimiento del proceso.  Pero Jesús puso al diablo en su lugar citando de nuevo la Torá (Deu. 6:13): 

(Mateo 4:10)  Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. 

Después de esto, el diablo lo dejó en paz.

(Mateo 4:11)  El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. 

RESISTID AL DIABLO

A diferencia de Adán, Jesús no cayó en la tentación.  Superó la prueba.

Jesús nos dio el ejemplo de cómo podemos resistir la tentación:

1.  con la verdad

2.  con la obediencia a Dios.

Santiago lo expresa de la siguiente manera:

(Santiago 4:7)  Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

Resistir no es “reprender”; más bien, significa no ceder ante la tentación de hacer mi propia voluntad, sino decidirme a hacer la voluntad de Dios.  Allí es donde fallaron Adán y Eva, y también nosotros podemos caer.

No siempre podremos “evitar” la tentación, pero lo que sí podemos hacer es superarla. Si viene una tentación, debemos enfrentarla y superarla. 

(1 Corintios 10:12-13)  Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.  No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

Dios no pone “tentaciones”, pero si permite que pasemos por pruebas—o que Satanás nos tiente.  Pero, como dice Pablo, el Señor no nos pondrá en una posición en la que no podamos resistir.  Siempre tendremos disponible la salida para superarla. 

En la próxima entrada terminaremos de estudiar el capítulo cuatro del Evangelio de Mateo...

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