Deuteronomio es el
quinto libro de la Biblia, y el último libro de la Torá (Pentateuco).
El nombre de este libro viene
de la combinación de dos palabras griegas:
“Deutero”: repetición
“Nomos”: ley
En hebreo, el título que
recibe cada libro de la Torá es según las primeras palabras del libro. El quinto libro se le conoce como “Devarim”,
que en hebreo, significa: “Palabras”.
(Deu. 1:1) Estas son las
palabras que Moisés habló a todo Israel al otro lado del Jordán, en el
desierto…
Curiosamente, la palabra “Devarim” resume el concepto del libro,
ya que allí encontramos las palabras que Dios habló a través de Moisés al
pueblo de Israel, antes de que ellos entraran a la Tierra Prometida.
Otro nombre que los judíos le
dan al libro de Devarim es: Mishne HaTorá, que literalmente
significa: la repetición de la Torá.
Este concepto se deriva del versículo en que Dios instruye al rey de
Israel a hacer una “copia” (heb. Mishne)
de la Torá (Deut. 17:18-19).
Dios entregó la Torá* a Israel en el Monte Sinaí; pero
esa entrega se había hecho cuarenta años atrás.
No sólo había pasado mucho tiempo, sino que el pueblo consistía ahora de
una nueva generación. Como ya
mencionamos, la generación de adultos que salieron de Egipto murieron en el
desierto; quienes entraron a la Tierra Prometida fue la Nueva Generación, es
decir, los que salieron cuando eran niños o que nacieron en el desierto.
* (Torá
significa: instrucción. También
traducida como: ley. Se refiere a los
primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números,
Deuteronomio; en hebreo: Bereshit,
Shemot, Vayikra, Bamidbar, Devarim.)
LOS QUE NO ENTRARON
¿Por qué la Generación del
Desierto no logró entrar a la Tierra Prometida?
Debemos tener claro que no
fue porque “se perdieron” en el desierto.
En realidad hubieran podido llegar en cuestión de días o semanas. Ellos llegaron a las puertas de la Tierra
Prometida, pero no entraron por razones espirituales. Leamos la historia para entender lo que pasó…
(Números 32:8-13) Esto es lo que
vuestros padres hicieron cuando los envié de Cades-barnea a ver la tierra. Pues
cuando subieron hasta el valle de Escol, y vieron la tierra, desalentaron a los
hijos de Israel para que no entraran a la tierra que el SEÑOR les había dado. Y
la ira del SEÑOR se encendió aquel día y juró, diciendo: "Ninguno de estos
hombres que salieron de Egipto, de veinte años arriba, verá la tierra que juré
a Abraham, a Isaac y a Jacob, porque no me siguieron fielmente, sino Caleb,
hijo de Jefone cenezeo, y Josué, hijo de Nun, pues ellos sí han seguido
fielmente al SEÑOR." Y se encendió la ira del SEÑOR contra Israel, y los
hizo vagar en el desierto por cuarenta años, hasta que fue acabada toda la
generación de los que habían hecho mal ante los ojos del SEÑOR.
Cuando estaban a punto de
entrar a la Tierra Prometida, enviaron a doce emisarios para espiar el
territorio. Pero en lugar de gozarse por
el reporte de la buena tierra, tuvieron miedo por sus habitantes y se
desanimaron.
(Números 13:25-29) Y volvieron de
reconocer la tierra al cabo de cuarenta días, y fueron y se presentaron a
Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel en el
desierto de Parán, en Cades; y les dieron un informe a ellos y a toda la
congregación, y les enseñaron el fruto de la tierra. Y le contaron, y le
dijeron: Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel,
y este es el fruto de ella. Sólo que es fuerte el pueblo que habita en la
tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los
descendientes de Anac. Amalec habita en la tierra del Neguev, y los heteos, los
jebuseos y los amorreos habitan en la región montañosa, y los cananeos habitan
junto al mar y a la ribera del Jordán.
Diez dieron un reporte
negativo; sólo dos, Josué y Caleb, dieron un reporte positivo.
(Números 13:30-33) Entonces Caleb
calmó al pueblo delante de Moisés, y dijo: Debemos ciertamente subir y tomar
posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos. Pero los hombres que
habían subido con él dijeron: No podemos subir contra ese pueblo, porque es más
fuerte que nosotros. Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra
que habían reconocido, diciendo: La tierra por la que hemos ido para
reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que
vimos en ella son hombres de gran estatura. Vimos allí también a los gigantes
(los hijos de Anac son parte de la raza de los gigantes); y a nosotros nos
pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos.
El miedo y la falta de fe
hace que veamos las cosas de una forma no sólo negativa sino deformada e
irreal. Pero aún cuando estemos viendo
“circunstancias reales”, eso no nos debe desviar de ver la realidad espiritual
que está basada en lo que Dios ha dicho. [Nota:
la realidad espiritual no es lo que nosotros “deseamos”, sino lo que Dios ha
dicho.]
Me pregunto cuántas veces
hemos dejado de obtener lo bueno que Dios tiene para nosotros (y Sus promesas) porque
no hemos creído en Él, sino que nos hemos dejado llevar por las circunstancias,
y nos hemos desanimado por los problemas y los obstáculos en el camino. La falta de fe es la peor consejera; nos
lleva a tomar malas decisiones que van contrarias a la voluntad de Dios.
(Números 14:1-5) Entonces toda
la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche. Y
murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la
congregación:¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos
muerto en este desierto! ¿Y por qué nos trae el SEÑOR a esta tierra para caer a
espada? Nuestras mujeres y nuestros hijos vendrán a ser presa. ¿No sería mejor
que nos volviéramos a Egipto? Y se decían unos a otros: Nombremos un jefe y
volvamos a Egipto.
La falta de fe llevó a los
israelitas al desánimo, y luego cayeron en murmuración. Al final se desviaron de la voluntad de Dios
y del propósito de sus vidas. Después de
todo lo que habían pasado, ¿iban a regresar a Egipto?
Josué y Caleb trataron de
hacerles ver la realidad espiritual…
(Números 14:6-9) Y Josué, hijo de
Nun, y Caleb, hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra,
rasgaron sus vestidos; y hablaron a toda la congregación de los hijos de
Israel, diciendo: La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra
buena en gran manera. Si el SEÑOR se agrada de nosotros, nos llevará a esa
tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel. Sólo que no os
rebeléis contra el SEÑOR, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán
presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el SEÑOR está con nosotros;
no les tengáis miedo.
Razonamiento:
· La Tierra es buena—vale la pena
· El Señor lo prometió, y Él hará
· El Señor está con Israel, pero quitó la
protección del enemigo
· El Señor se agrada de Israel—por su obediencia
y fe.
· Advertencia: no se rebelen ni tengan miedo…no
pierdan la fe
Lamentablemente no creyeron,
pues se dejaron llevar por sus miedos y ansiedades. Por su falta de fe, toda esa generación no
entró a la Tierra Prometida (excepto Josué y Caleb, los únicos que creyeron a
Dios).
Muchas veces Dios nos pide
que creamos en El ANTES de que nuestros ojos puedan ver esa realidad.
(Hebreos 11:1) Ahora bien, la
fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
(Hebreos 11:6) Y sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que El existe, y que es remunerador de los que le buscan.
Josué y Caleb no estaban
negando la realidad…la diferencia fue que ellos creyeron en Dios. Ellos sabía que Dios es Todopoderoso y nada
hay imposible para Él.
Luego de todos los milagros
que habían presenciado en los últimos dos años, todo Israel debía creer. Lamentablemente, todos se enfocaron en los
obstáculos y las circunstancias en lugar de creer en lo que Dios había prometido.
La respuesta de Dios ante la
incredulidad del pueblo fue la siguiente…
(Números 14:26-31) Y habló el
SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciendo: ¿Hasta cuándo tendré que sobrellevar a esta
congregación malvada que murmura contra mí? He oído las quejas de los hijos de
Israel, que murmuran contra mí. Diles: "Vivo yo"-- declara el SEÑOR--
"que tal como habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros."
En este desierto caerán vuestros cadáveres, todos vuestros enumerados de todos
los contados de veinte años arriba, que han murmurado contra mí. "De
cierto que vosotros no entraréis en la tierra en la cual juré estableceros,
excepto Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun." Sin embargo,
vuestros pequeños, de quienes dijisteis que serían presa del enemigo a ellos
los introduciré, y conocerán la tierra que vosotros habéis despreciado.
Los que creyeron, entraron a
la Tierra Prometida; los que no creyeron, murieron en el desierto. El escritor de Hebreos nos exhorta a que
aprendamos de este ejemplo, para no cometer el mismo error el día de hoy…
(Hebreos 3:15-19) en cuanto se
dice: “Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestras corazones, como en la
provocación”. Porque ¿quiénes, habiendo oído, le provocaron? ¿Acaso no fueron
todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? ¿Y con quiénes se disgustó
por cuarenta años? ¿No fue con aquellos que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en
el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los que
fueron desobedientes? Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su
incredulidad.
REPETICIÓN DE LA LEY
La generación de adultos que
salieron de Egipto murieron en el desierto; ahora le tocaba a la Nueva
Generación tomar la estafeta. Pero antes
de entrar a la Tierra Prometida, la Nueva Generación debía saber cómo vivir según
el orden de Dios. Por ello era
necesario “repetir la ley”…
(Deu. 1:3) Y sucedió que
en el año cuarenta, el mes undécimo, el primer día del mes, Moisés habló a los
hijos de Israel conforme a todo lo que el SEÑOR le había ordenado que les
diera.
La repetición de la Ley no se
debe hacer sólo una vez cada generación, sino más seguido, según veremos a
continuación…
LECTURA CADA 7 AÑOS
Al final de Deuteronomio, el
Señor instruyó que TODO el pueblo escuchara la Instrucción de Dios (heb.
Torá). Conectó este mandamiento con una
cita que Dios hizo con su pueblo cada siete años:
(Deu. 31:10-13) Entonces Moisés les ordenó, diciendo: Al fin de
cada siete años, durante el tiempo del año de la remisión de deudas, en la
fiesta de los tabernáculos, cuando todo Israel venga a presentarse delante del
SEÑOR tu Dios en el lugar que El escoja, leerás esta ley delante de todo
Israel, a oídos de ellos. Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al
forastero que está en tu ciudad, para que escuchen, aprendan a temer al SEÑOR
tu Dios, y cuiden de observar todas las palabras de esta ley. Y sus hijos, que
no la conocen, la oirán y aprenderán a temer al SEÑOR vuestro Dios, mientras
viváis en la tierra adonde vosotros vais, cruzando al otro lado del Jordán para
poseerla.
En el Año Sabático, TODO el
pueblo debía presentarse en Jerusalén para la Fiesta de Tabernáculos, no sólo
para celebrar la fiesta sino también para escuchar la lectura de la Torá (resumida
en Devarim).
El Año Sabático (heb. Shemitah)
era el año de la remisión de las deudas en Israel (Deu. 15:1-2). Era la oportunidad de comenzar en
limpio. Y qué mejor forma de hacerlo que
aprendiendo cómo se debe vivir, según el orden de Dios, quien nos dio los
mandamientos para que “nos vaya bien” (este concepto aparecerá una y otra vez a
lo largo de Deuteronomio).
PACTO ENTRE DIOS Y SU PUEBLO
Más que un “código legal”, Devarim es un Pacto entre Dios y su
pueblo. Todo pacto tiene condiciones, y
éstas están delineadas en el libro. Se
define lo que el pueblo debe hacer y lo que Dios se compromete a darles a
ellos. Es el acuerdo que define la
relación entre Dios y su pueblo Israel.
Como todo pacto, no es
obligatorio. La relación es
voluntaria. Pero si uno quiere entrar en
relación con Dios, es necesario someterse a Su orden.
(Éxodo 19:5-8) Ahora pues, si
en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre
todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; y vosotros seréis para mí un
reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que dirás a los
hijos de Israel. Entonces Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y
expuso delante de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. Y
todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Haremos todo lo que el SEÑOR ha
dicho. Y llevó Moisés al SEÑOR las palabras del pueblo.
Las condiciones del Pacto
(Torá) no es para “limitar” al pueblo, sino para bendecirlo…para que le vaya
bien:
(Deut. 4:39-40) Por tanto,
reconoce hoy y reflexiona en tu corazón, que el SEÑOR es Dios arriba en los
cielos y abajo en la tierra; no hay otro. Así pues, guardarás sus estatutos y
sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el
SEÑOR tu Dios te da para siempre.
Más lecciones de Deuteronomio: @ Devarim (Deut.)
Audio de la clase de Biblia Introducción a Devarim :
[nota: el sonido es defectuoso al principio, pero se mejora conforme avanza la clase]
Más lecciones de Deuteronomio: @ Devarim (Deut.)
Audio de la clase de Biblia Introducción a Devarim :
[nota: el sonido es defectuoso al principio, pero se mejora conforme avanza la clase]
Gracias por compartir el estudio, que el Señor le continúe guiando para traer el conocimiento de su palabra a quienes queremos aprender.
ResponderEliminarGracias mil por edificar con ésta enseñanza tan bien realizada al pueblo de YHWH 🙏 Shalom
ResponderEliminarGracias por el estudio, ojalá puedan dar el estudio de los demás libros
ResponderEliminarBuenas noches disculpe dónde puedo encontrar los siguientes libros: segunda de crónicas, Job, números, levitico; me gustaría encontrarlo ya que me es muy fácil entender la palabra de Dios mediante tu blog, gracias
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