jueves, 13 de enero de 2011

I SAMUEL 4: Guerra Contra los Filisteos

ESCOGIDOS PARA VENCER AL ENEMIGO
Los filisteos era el último pueblo cananeo que los israelitas debían vencer para lograr la conquista completa de la Tierra Prometida. Para lograrlo, Dios levantó a dos hombres con voto nazareo de nacimiento.

Ellos eran “niños milagro”, nacidos de mujeres que habían sido estériles. Estos hijos no iban a ser hombres comunes y corrientes, sino que habían nacido con un propósito muy especial. Ambos eran contemporáneos, y sus nombres eran: Sansón y Samuel

SANSÓN fue el primero en ser elegido por Dios para vencer a los filisteos, los últimos enemigos que habitaban en Canáan.
(Jueces 13:2-5) Y había un hombre de Zora, de la familia de los danitas, el cual se llamaba Manoa; su mujer era estéril y no había tenido hijos. (3) Entonces el ángel del SEÑOR se le apareció a la mujer, y le dijo: He aquí, tú eres estéril y no has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo. (4) Ahora pues, cuídate de no beber vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda. (5) Pues he aquí, concebirás y darás a luz un hijo; no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno materno; y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos.

Dios le dio a Sansón una extraordinaria fuerza física, suficiente para acabar con los enemigos. Lamentablemente, éste no tuvo la sabiduría para usarla bien. En lugar de vivir para Dios, él vivió para sus propios deseos. En lugar de vencer a los enemigos, terminó casándose con una filistea y luego se involucró con otra (Dalila), quien lo llevó a su perdición.

Casi al mismo tiempo, el Señor levantó otro joven con voto nazareo cuyo nombre era Samuel. Lo que Sansón no logró con fuerzas humanas, Samuel lo realizó con armas espirituales. Él dedicó su vida a Dios, y se convirtió en el siguiente juez y profeta de Israel. Samuel enseñó al pueblo la forma correcta en que debían vivir. A la hora de enfrentar a los enemigos, él les dió dirección espiritual.
(1 Samuel 4:1) La palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Cuando Israel salió para enfrentarse en batalla con los Filisteos, acampó junto a Ebenezer, mientras que los Filisteos habían acampado en Afec.


GUERRA CONTRA LOS FILISTEOS
Como ya mencionamos, los últimos enemigos que Israel debía vencer eran los filisteos. Estos no se dejaron esperar, sino que avanzaron tierra adentro para pelear contra los israelitas.

La palabra “Filisteos” en hebreo es: Pilshti que significa “inmigrantes”.
Era una nación que posiblemente venían de Creta. Era un pueblo marítimo y comerciante, que se había establecido en la costa de Canaán.

En tiempos de Samuel, los filisteos no se conformaron con vivir en la costa, sino que comenzaron a avanzar tierra adentro. El texto dice que los Filisteos estaban acampados en Afec (lit. fuerte, fortaleza). Hay varios pueblos que reciben el nombre de “Afec” en la Biblia, pero éste se refiere al que se encuentra al este de lo que hoy es Tel Aviv, comenzando a subir la región montañosa de Efraín.

Los israelitas salieron a su encuentro para detener su avanzada. El ejército israelita acampó en Ebenezer (lit. piedra de ayuda). [En el capítulo 7 leeremos como este lugar obtuvo su nombre.]


DERROTA DE ISRAEL
En este encuentro militar, Israel fue derrotado por los filisteos.
(1 Sam. 4:2) Los Filisteos se pusieron en orden de batalla para enfrentarse a Israel. Entablado el combate, Israel fue derrotado delante de los Filisteos, quienes mataron como a 4,000 hombres en el campo de batalla.

Muchos israelitas se preguntaban por qué Dios había permitido tal derrota.
(1 Sam. 4:3) Cuando el pueblo volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué nos ha derrotado hoy el SEÑOR delante de los Filisteos? Tomemos con nosotros, de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que vaya en medio de nosotros y nos libre del poder de nuestros enemigos."

Durante los 14 años de conquista de la Tierra Prometida, el Arca del Pacto acompañó al ejército de Israel en sus batallas y el Señor les dio la victoria. Sin embargo, la victoria no provenía del Arca en sí, sino de lo que representaba.
(Deu. 31:24-26) Y sucedió que cuando Moisés terminó de escribir las palabras de esta ley en un libro, hasta su conclusión, (25) Moisés ordenó a los levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, diciendo: (26) Tomad este libro de la ley y colocadlo junto al arca del pacto del SEÑOR vuestro Dios, para que permanezca allí como testigo contra vosotros.

Los ancianos sabían que para vencer al enemigo, el Señor debía ir con ellos, pues Él da la victoria. Pero confundieron a Dios con el Arca. Creyeron que todo lo que necesitaban era el Arca, y la usaron como un amuleto.

La Biblia hace referencia al Arca del Pacto como el lugar dónde el Señor escogió para presentarse ante su pueblo y hablarles (Exo. 25:21-22; Num. 7:89). Sin embargo, ellos se acercaron al Arca, no en busca de Dios, sino sólo en búsqueda del poder que emanaba de ella. No reconocieron que la derrota se debía a su desobediencia. Olvidaron que el Arca llevaba dentro de ella el Pacto, el cual decía que si ellos no obedecían la Ley de Dios tendrían consecuencias…
(Exo. 23:20-23) He aquí, yo enviaré un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te traiga al lugar que yo he preparado. (21) Sé prudente delante de él y obedece su voz; no seas rebelde contra él, pues no perdonará vuestra rebelión, porque en él está mi nombre. (22) Pero si en verdad obedeces su voz y haces todo lo que yo digo, entonces seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios. (23) Pues mi ángel irá delante de ti y te llevará a la tierra del amorreo, del hitita, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo; y los destruiré por completo.

(Otras referencias: Deut. 28:15,25)

Los líderes del pueblo fueron a buscar el Arca de Dios a Silo, donde estaba el Tabernáculo. Querían llevársela al campo de batalla para que les sirviera como amuleto para tener “buena suerte” en la batalla.
(1 Sam. 4:4-5)  El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allí el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos que está sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios.

Todo el campamento de Israel se animó en sobremanera al enterarse que el Arca del Pacto estaba en medio de ellos.
(1 Sam. 4:5) Y aconteció que cuando el arca del pacto del SEÑOR entró al campamento, todo Israel gritó (heb. Ruá) con voz tan fuerte (heb. Teruá Gadola) que la tierra tembló.

Ruá —gritar
Teruá –grito
Sonar la trompeta, dar alarma de batalla, señal de alarma o guerra, grito de gozo


TEMOR AL DIOS DE ISRAEL
Los hijos de Eli estaban a cargo de todas las cosas del Tabernáculo. En lugar de oponerse a este plan, se unieron. Ellos no tenían temor de Dios, por lo tanto, no les importaba usar el Arca como “amuleto”.

Irónicamente, fueron los Filisteos quienes tuvieron temor del Dios de Israel.
(1 Sam. 4:6-9) Al oír los Filisteos el ruido del clamor (Teruá), dijeron: "¿Qué significa el ruido de este gran clamor (Teruá Gadola) en el campamento de los Hebreos?" Entonces comprendieron que el arca del SEÑOR había llegado al campamento. (7) Y los Filisteos tuvieron temor (Yaré), pues dijeron: "Dios ha venido al campamento." Y añadieron: "¡Ay de nosotros! Porque nada como esto ha sucedido antes. (8) "¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a los Egipcios en el desierto con toda clase de plagas. (9) "Cobren ánimo y sean hombres, oh Filisteos, para que no lleguen a ser esclavos de los Hebreos como ellos han sido esclavos de ustedes. Sean hombres, pues, y peleen."

Para más, los filisteos no olvidaron lo que Dios había hecho por Israel en Egipto.
Los filisteos pensaban que ya estaban perdidos.

La palabra para “Temor” es Yaré, que implica “temor reverente”, no “miedo”.
Ellos tenían un temor de respeto, sin embargo no de arrepentimiento. A pesar de sentir temor, ellos pelearon por defender su libertad. … y para su sorpresa, ganaron.

NUEVA DERROTA DE ISRAEL
El ejército israelita fue derrotado por los filisteos de nuevo, a pesar que el Arca los acompañaba.
(1 Sam. 4:10) Los Filisteos pelearon, Israel fue derrotado y cada cual huyó a su tienda; la mortandad fue muy grande, pues de Israel cayeron 30,000 soldados de a pie.

Lo más delicado de esta derrota fue lo que sucedió con el Arca del Pacto y con los principales sacerdotes de ese tiempo:
(1 Sam. 4:11)  El arca de Dios fue capturada, y murieron Ofni y Finees, los dos hijos de Elí.


MALAS NUEVAS
Un hombre de la Tribu de Benjamín llevó las “malas nuevas” a Eli.
(1 Sam. 4:12-18) Y un hombre de Benjamín corrió del campo de batalla, y llegó aquel mismo día a Silo, con sus vestidos rotos y polvo sobre su cabeza. (13) Cuando llegó, Elí estaba sentado en su asiento junto al camino esperando ansiosamente, porque su corazón temblaba por causa del arca de Dios. Así pues, el hombre fue a anunciarlo en la ciudad, y toda la ciudad prorrumpió en gritos. (14) Al oír Elí el ruido de los gritos, dijo: "¿Qué significa el ruido de este tumulto?" Entonces el hombre se acercó apresuradamente y dio la noticia a Elí. (15) Elí tenía noventa y ocho años, sus ojos se habían cegado y no podía ver. (16) El hombre le dijo a Elí: "Yo soy el que vine del campo de batalla. Hoy escapé del campo de batalla." "¿Cómo fueron las cosas, hijo mío?" preguntó Elí. (17) El que trajo la noticia respondió: "Israel ha huido delante de los Filisteos, además ha habido gran matanza entre el pueblo, también han muerto tus dos hijos, Ofni y Finees, y el arca de Dios ha sido tomada." (18) Cuando mencionó el arca de Dios, Elí cayó de su asiento hacia atrás, junto a la puerta, se rompió la nuca y murió, pues era entrado en años y pesaba mucho. Elí había juzgado a Israel durante cuarenta años.

Nuevamente vemos a Eli “gordo”, “sentado” y “ciego”.

La Palabra señala que Eli sirvió como juez. Sin embargo, no pudo poner en orden a sus propios hijos. Como vimos en el cap. 3, el juez fue juzgado. Tal como había dicho el profeta, sus hijos murieron antes de tiempo, aún siendo jóvenes.

HIJO DE FINEES
En medio de esta tragedia, nació un hijo de Finees.
(1 Sam. 4:19-22) Su nuera, la mujer de Finees, estaba encinta y a punto de dar a luz, y al oír la noticia que el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían muerto, se arrodilló y dio a luz, porque le sobrevinieron los dolores de parto. (20) Al tiempo que moría, las mujeres que estaban junto a ella le dijeron: "No temas, porque has dado a luz un hijo." Ella no respondió ni prestó atención. (21) Pero llamó al niño Icabod (lit. Sin gloria) y dijo: "¡Se ha ido (heb. Galá, relacionado con Galut—exilio) la gloria de Israel!" por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido. (22) Ella dijo: "Se ha ido la gloria de Israel, porque el arca de Dios ha sido tomada."

Este hijo representa el fruto de las obras de los Hijos de Eli. El fruto de la desobediencia es la muerte, no vida. Los Hijos de Eli representan un sistema religioso que habla de Dios pero no lo conoce. El fruto de la religiosidad es que la gloria de Dios se va.

FIN DE SILO
Con la muerte de Eli y sus hijos, todo el sistema religioso se vio afectado. El tabernáculo se quedó sin sumo sacerdote. Sin el Arca del Pacto, el Tabernáculo ya no tenía sentido.

Como lo señala el salmista, en ese momento la Presencia de Dios abandonó Silo.
(Sal. 78:60) Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres.

Jeremías usó el ejemplo de Silo para advertir a su pueblo que no siguieran el mismo camino que los Hijos de Eli.
(Jer. 7:11-12) ¿Se ha convertido esta casa, que es llamada por mi nombre, en cueva de ladrones delante de vuestros ojos? He aquí, yo mismo lo he visto--declara el SEÑOR. (12) Ahora pues, id a mi lugar en Silo, donde al principio hice morar mi nombre, y ved lo que hice con él a causa de la maldad de mi pueblo Israel.
(Jer. 26:4-9) Les dirás: "Así dice el SEÑOR: 'Si no me escucháis, para andar en mi ley que he puesto delante de vosotros, (5) escuchando las palabras de mis siervos los profetas que os he enviado repetidas veces, pero no los habéis escuchado, (6) entonces pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición para todas las naciones de la tierra.'" (7) Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa del SEÑOR. (8) Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el SEÑOR le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo: De cierto, morirás. (9) ¿Por qué has profetizado en nombre del SEÑOR, diciendo: "Esta casa será como Silo y esta ciudad quedará desolada sin habitante alguno?" Y todo el pueblo se congregó contra Jeremías en la casa del SEÑOR.

Lamentablemente el pueblo no atendió a la advertencia de Jeremías, y Dios permitió que el Templo de Salomón fuera destruido por los babilonios. Pero antes de eso, la Presencia de Dios abandonó el Templo (Eze. 10).





11 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Me encantó este estudio..al principio no lo entendía pero Sios puso en mi corazón escudriñar más aquí y me gozó con este estudio que Sios me regaló entendi mucho ..Dios les bendiga

      Eliminar
  2. Gracias, muy bueno me saco de dudas.

    ResponderEliminar
  3. Excelente muy bueno y cómo puedo recibir más de estos estudios? Gracias

    ResponderEliminar
  4. Entonces ¿cuál era la forma ee ver a Jehová por parte del pueblo de Israel?

    ResponderEliminar
  5. Me goze en estee estudio.. muy lindo

    ResponderEliminar
  6. La obediencia es mejor que el sacrifio me ayudo a entender que Dios no es un amuleto muy bueno el estudio

    ResponderEliminar
  7. Muy bueno. Que El Señor nos Ayude a Obedecer y no ser rebeldes!

    ResponderEliminar

Son bienvenidos las dudas y comentarios (con el entendido que se hagan con respeto)...