Cantares 6:4 & 13

HISTORIA DE DOS CIUDADES
El Rey describe la hermosura de la Novia comparándola con dos ciudades:

(Cantares 6:4) Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como ejércitos en orden.

¿Qué tienen en común Tirsa y Jerusalén?

Ambas son ciudades capitales.

En tiempos de Roboam, hijo de Salomón, la nación de Israel se dividió en dos reinos:

1. El Reino del Sur (también conocido como Judá o Casa de David).
Este quedó conformado por dos tribus: Judá y Benjamín. Luego a ellos se les unió la tribu de Leví. Hoy son los judíos.

Su capital era Jerusalén.

2. El Reino del Norte (también conocido como Israel o Casa de José o Efraín).
Este reino quedó conformado por las diez tribus del Norte. Su primer rey fue Jeroboam. Él comenzó a reinar desde la ciudad de Siquem, pero luego estableció su capital en Tirsa.

El Reino del Norte fue invadido por Asiria, cuya táctica de conquista era la dispersión y posterior asimilación de las poblaciones sometidas. A las tribus del norte se les consideran hoy como “las tribus perdidas de Israel,” las cuales fueron asimiladas entre los gentiles.

Pero lo que para el hombre está perdido, no está perdido para Dios. Dios no se ha olvidado de las Tribus del Norte (Efraín). Él les ha seguido la pista, y Su Plan es traerlos de regreso.
(Jeremías 31:17-20) Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra. Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios. Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud. ¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová.

UNIÓN DE LAS DOS CASAS
Aunque el pueblo de Dios ha estado dividido, para el Señor Su pueblo es uno solo. El Plan de Redención final incluirá a todas las tribus, las que están cerca y las que se han alejado pero regresarán.
(Ezequiel 37:15-22) Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano. Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?, diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano. Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.

(Efesios 2:13-16) Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

El discurso del Rey en el capítulo seis comienza mencionando las capitales de los dos reinos, y concluye hablando de la reunión de los dos campamentos.
(Cantares 6:13) Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos.  ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos.

El Rey describe a una Novia que incluye el reino del sur como el del norte. Está conformada por los dos campamentos, la unión de las Dos Casas. La Novia victoriosa, que ha madurado, refleja la unidad del pueblo de Dios.

Tirsa (heb. Tirtza) significa “deleite”.

Jerusalén (heb. Yerushalayim) significa “instruida o fundada en paz”. Esta es la ciudad que el Señor escogió para poner allí Su Nombre (Deu. 12:5; 1 Reyes 14:21). También es la ciudad que el Señor escogió como capital de Su Reino durante el Milenio.

SULAMITA
En el capítulo seis, por primera vez el Rey identifica a Su Novia como “sulamita”, que se puede considerar como el equivalente femenino de “Salomón”.

Sulamita (heb. Shulamit) significa “pacífica o perfecta”.
Viene del verbo Shalam que significa: estar en paz o estar completo y perfecto.

Al final del capítulo, el Rey se refiere a Su Novia como “sulamita”, y le repite cuatro veces la misma instrucción:
(Cantares 6:13) Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos.

La instrucción es: “Vuélvete”.
En hebreo es Shuv, que significa literalmente “regresar”.
Está relacionada con la palabra “arrepentimiento”, que no significa remordimiento, sino es la determinación de volver y regresar al camino correcto.

Es volverse a Dios.

Cuando la Novia regrese al Amado, y vuelva al propósito por el cual fue creada, todos la verán y la admirarán. Ella estará completa.

La Iglesia estará completa, el pueblo de Dios estará completo, Israel estará completo, porque volverá a ser un solo pueblo—cuando se reúnan los dos campamentos. Será una “sulamita” porque estará completa y en paz.