martes, 29 de septiembre de 2009

Cantares 5:6

SE ME SALIÓ EL ALMA
Cuando la Novia abrió la puerta, el Amado ya no estaba allí. Lo llamó y lo buscó, pero no lo encontró.
(Cantares 5:6) Abrí yo a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.

Ella sintió que el alma se le fue. Se sintió morir. Lo peor de todo es que lo buscaba, y no lo hallaba; le hablaba y no respondía.

Todos sabemos que Dios siempre está allí. Lo tomamos por sentado.
Pero, ¿qué haríamos sin Él? Él es quien nos ha dado vida, y sin Él no podríamos vivir. Él es el aire que respiramos. Si nos faltara Él, sentiríamos que el alma se nos va, como la Novia.
(Salmo 28:1-2) A ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro. Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.

Dios es una Roca, y no se mueve. El está firme en Sus planes. Somos nosotros quienes nos alejamos de Él. A veces nos quedamos en un punto al cual llegamos con el Señor, pero si Él sigue Su camino y nosotros nos quedamos estacionados, entonces nos alejamos de Su Presencia. Si la Nube se mueve, nosotros también debemos hacerlo, ya que en el desierto podemos morir (Neh. 9:19-21).

Cuando nos apartamos de la voluntad del Señor, Él parece esconderse. No lo hace por venganza, sino para hacernos reaccionar. Nos permite sentirnos “solos” para que lo apreciemos, y no “demos por hecho” Su Presencia.
(Isaías 54:7-8) Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.

David vivió un momento así, en el que se sintió lejos de Dios. El entendió que Dios es santo, que literalmente significa apartado. Pero también sabe que Él es misericordioso, y que nos salvará y redimirá para que podamos estar en Su Presencia.
(Salmo 22:1-5) Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron avergonzados.

Estas mismas palabras fue las que Jesús pronunció en la cruz, cuando cargó con los pecados del mundo y por ello fue separado del Padre (Mateo 27:46). Pero luego resucitó y fue sentado a la diestra del Padre.

Job también se sintió como la Novia.
(Job 30:20) Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes.

Pero poco después de decir estas palabras, Él tuvo su encuentro con Dios.
(Job 42:1-5) Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.

Cuando la Novia se sintió separada del Amado, ella reaccionó y salió a buscarlo. No le importó la hora ni las circunstancias. Todo lo que ella quería era encontrar al Amado, pues no podía vivir sin Él.

ORACIÓN>>
Señor, no quiero separarme de Ti. No quiero llegar al punto de sentir que mi alma se me va porque Tu Presencia me falta.

Que no llegue ese día…pero si llegara, confío en Tu misericordia, que aún del desierto me recogerás. Si la separación sirviera de algo, que me sirva para apreciarte más, y para conocerte con mayor profundidad.

Reconozco hoy que Tú eres Santo, y sin santidad nadie verá al Señor. Señor, santifícame, porque quiero ver Tu Rostro, y quiero estar en Tu Presencia desde hoy y para siempre. Amén.

[Cantares 5:6; Job 42:5; Hebreos 12:14]

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