sábado, 19 de septiembre de 2009

Cantares 4:9-11

PRENDISTE MI CORAZÓN
El regalo más grande de amor es cuando es correspondido. Pero se dan casos en el que uno se enamora de alguien, pero esa persona no siente lo mismo por uno. En esos casos, uno puede llegar a pensar que el amor que uno siente es tan fuerte que será suficiente por los dos…pero eso no es así. Si el amor no es correspondido, no se nutrirá y con el tiempo comenzará a diluirse. Pero cuando el amor sí es correspondido, se multiplica y crece. Es como echar fuego a la gasolina.

Esto fue lo que pasó con el Rey y la sulamita. Él la amaba incondicionalmente, pero la relación no iba a progresar al siguiente nivel si ella no mostraba interés en Él. Cuando ella se dio cuenta que no podía vivir sin Él, y se acercó a Él, entonces la relación cambió. Ella dio pasos de compromiso, alimentando así el amor entre ellos. Entonces la pasión del Rey creció aún más.
(Cantares 4:9-10) Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has apresado mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

Prender en hebreo es “Labab”. Literalmente significa “encerrar”. Implica capturar el corazón.

El Rey estaba cautivado por la expresión de amor de la sulamita. El amor subió a un nivel mayor. Ella ya no sólo sería su enamorada, sino su esposa. La relación subió de nivel de compromiso, y ahora estaban “desposados”.

Ella todavía no había subido a la montaña, pero ya había mostrado su disposición a hacerlo. Eso era todo lo que el Rey esperaba de ella, porque en lo demás Él la ayudaría—sin embargo, no la forzaría. El amor debe ser voluntario, pero nunca forzado.

El amor de Dios por nosotros no está condicionado por la obediencia, ya que Él nos amó siendo aún pecadores (Rom. 5:8). Sin embargo, el crecimiento de ese amor si está vinculado a nuestra disposición de obedecerle.

El Señor nos ama incondicionalmente. Pero para subir de nivel en la relación con Él debemos mostrarle nuestro amor. La relación simplemente de hijos se convierte en una relación más íntima con Él.
(Oseas 2:19-20) Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.

¿Cómo apresó la sulamita el corazón del Rey?

a. Con un ojo, los ojos de paloma que sólo están enfocados en Él.

b. Con una gargantilla del cuello, con el collar de oro que representa su obediencia, un cuello que se voltea en dirección de la voluntad de Dios.

SEMEJANTE A ÉL
El Rey usa expresiones que la mujer había usado antes para describirlo a Él.
(Cantares 4:10) ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

Anteriormente ella había dicho que el amor del Rey era como vino y su olor al perfume de las especies aromáticas (1:2-3). Ahora ella se está pareciendo cada vez más al Rey.

De igual forma pasa en nuestra relación con el Señor. Si le seguimos, tendremos que subir a la montaña de mirra. Ese es el lugar en que nos negamos a nosotros mismos. Ya no viviremos la vida para nosotros mismos, sino para el Señor. Así comenzamos a parecernos a Él.
(Gálatas 2:20) Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

(2 Corintios 5:14-15) Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

(Efesios 5:1-2) Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.


ORACIÓN>>
Señor, has sido bien conmigo. Tu amor es más grande de lo que yo hubiera podido imaginar. Por eso te bendigo y te doy gracias.

Yo quisiera corresponder Tu amor, pero a veces siento que es poco lo que puedo darte. Pero aún de lo poco que tengo, te daré. Te entrego mi vida, te doy mi corazón, te entrego mis sueños y planes.

Aunque tenga que hacer sacrificios en el camino de ascenso a Tu Monte Santo, quiero subir al siguiente nivel en nuestra relación, Señor.

Límpiame, purifícame, santifícame para que ya no viva yo, sino Tú vivas en mí.

[Cantares 4; Gálatas 2:20]

4 comentarios:

  1. El ojo y la gargantilla de oro, como elementos que usó la Sulamita para apresar el corazón del Rey, son similares a los elementos que fortalecen nuestra relación terrenal con nuestros hijos, porque en la medida que ellos ponen su mirada en lo que les aconsejamos para su bien y nos obedecen, nuestra relación terrenal con ellos crece y se fortalece.
    Si como padres terrenales nos gozamos de la obediencia de nuestros hijos, cuanto más Nuestro Señor, quien pagó el precio más alto por nosotros, quiere lo mejor para nuestras vidas y sabe lo que es mejor para nosotros.
    Que NUESTRA MIRADA UNICAMENTE EN EL y NUESTRA OBEDIENCIA, sean la más grande expresión de nuestro amor, abone nuestra relación con nuestro AMADO Y BUEN SEÑOR JESUS y permita que las circunstancias adversas que nos toque vivir, no sean más que PRECIOSAS OPORTUNIDADES PARA CONOCERLE MAS INTIMAMENTE.
    Ana de Juárez

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  2. Gracias Padre por la bendición tan grande que me haz dado al conocerte.

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